AstraZeneca cancela su centro de investigación de 270 millones en Cambridge y España sueña con quedárselo
La farmacéutica AstraZeneca, una de las protagonistas en la carrera por las vacunas contra la COVID-19, ha cancelado su plan de expansión en el Reino Unido. La compañía ha decidido detener la construcción de un nuevo centro de investigación en Cambridge, en el este de Inglaterra, valorado en 200 millones de libras (unos 271 millones de dólares). Este ambicioso proyecto, anunciado por el anterior Ejecutivo británico en marzo de 2024, preveía la creación de 1.000 empleos cualificados.
No es el único revés reciente en el sector farmacéutico británico. Otra gran inversión, esta vez de 450 millones de libras en Liverpool, también fue suspendida el pasado enero. Y la estadounidense Merck ha cancelado una inversión de 1.000 millones de libras, en su caso, alegando falta de apoyo público. Todo ello se produce en un contexto internacional donde países como Estados Unidos —especialmente bajo el mandato de Donald Trump— presionan a las farmacéuticas para aumentar su inversión en territorio nacional.
España observa con cautela
En España, la noticia no ha pasado desapercibida. Aunque no existe ningún plan concreto ni conversación formal en marcha, algunas voces dentro del Gobierno —de forma muy tímida y extraoficial— han sugerido que esta podría ser una oportunidad para tantear a AstraZeneca y explorar si existe la posibilidad de redirigir parte de esa inversión hacia territorio español. Por ahora, no hay ninguna propuesta, contacto ni iniciativa real, pero la idea ha empezado a circular en ciertos entornos políticos y técnicos del área económica.
España ha fortalecido su imagen internacional en el campo biomédico durante y después de la pandemia, y algunas regiones como Cataluña, Madrid o Andalucía han consolidado ecosistemas científicos y farmacéuticos muy potentes. Además, la compañía ya tiene presencia en el país, lo que podría allanar el camino si hubiera interés mutuo.
De emblema en la pandemia a la cautela inversora
AstraZeneca, que se convirtió en uno de los referentes durante la pandemia por su colaboración con la Universidad de Oxford en el desarrollo de una de las primeras vacunas contra el coronavirus, enfrenta ahora un contexto internacional más volátil. La retirada de inversiones responde, entre otros factores, a la falta de garantías públicas, la incertidumbre regulatoria y el encarecimiento de costes en Reino Unido.
La decisión de frenar el centro de Cambridge ha sido especialmente simbólica, ya que iba a suponer uno de los proyectos de I+D farmacéutica más relevantes del país en los últimos años. La retirada no solo deja sin efecto los 1.000 empleos previstos, sino que lanza un mensaje preocupante sobre la capacidad del Reino Unido para retener inversión estratégica en este sector clave.
Una oportunidad, aún lejana
Aunque por ahora no hay movimiento tangible por parte del Ejecutivo español, la sola posibilidad de que AstraZeneca pudiera redirigir parte de su inversión ha despertado cierto interés, aún muy incipiente. La pregunta es si España —con su red de centros tecnológicos, su talento científico y su voluntad de atraer inversión extranjera— podría posicionarse como un destino viable si la compañía busca alternativas en Europa.
De momento, todo se queda en conjeturas y comentarios informales. Pero la situación pone de manifiesto la necesidad de estar alerta ante posibles oportunidades estratégicas, especialmente en un sector como el farmacéutico, donde la competencia entre países es cada vez más feroz.
El tiempo dirá si esta cancelación se traduce en una puerta abierta para España o si simplemente se trata de otra inversión global que, por ahora, no cruzará los Pirineos.