Avi Loeb y su controvertida hipótesis sobre el objeto interestelar 3I/ATLAS
El astrofísico Avi Loeb plantea que el objeto interestelar 3I/ATLAS podría estar activando propulsores, un argumento que desafía la explicación tradicional de cometa. La comunidad científica se muestra escéptica mientras se esperan nuevas imágenes de NASA.
El astrofísico de Harvard Avi Loeb ha vuelto a agitar el debate científico al proponer que el objeto interestelar 3I/ATLAS podría estar utilizando algún tipo de propulsión tecnológica. Su hipótesis se apoya en la presencia de chorros de gas extremadamente colimados, de dirección fija, y en una aparente maniobra no gravitacional que no encajaría con el comportamiento típico de un cometa. Mientras la NASA se prepara para publicar nuevas imágenes desde Marte, Loeb defiende que no debe descartarse que este visitante esté realizando ajustes activos en su trayectoria.
Aunque para la mayoría de la comunidad astronómica 3I/ATLAS sigue siendo un cometa con propiedades peculiares, Loeb sostiene que varios indicios —desde el patrón de los chorros hasta la posible dimensión de su núcleo, cercana a los 23 kilómetros de diámetro— obligan a mantener abiertas explicaciones más radicales. En paralelo, observaciones desde Canarias refuerzan la idea de un comportamiento poco habitual, alimentando un debate que combina prudencia científica y especulación sobre tecnología extraterrestre.
Un visitante atípico
3I/ATLAS se ha sumado al reducido grupo de objetos interestelares detectados atravesando el Sistema Solar, un catálogo en el que figuran cuerpos tan debatidos como ʻOumuamua. A diferencia de otros cometas, este objeto presenta una combinación de rasgos que, según Loeb, resulta difícil de encajar en los modelos convencionales. Para el astrofísico, no se trataría solo de un cometa más, sino de un caso que «desafía la física convencional».
El investigador subraya que la trayectoria de 3I/ATLAS no encaja del todo con lo que cabría esperar de un cuerpo gobernado únicamente por la gravedad solar y la actividad cometaria estándar. De ahí que haya sugerido, de forma explícita, la posibilidad de una intervención tecnológica detrás de su movimiento. Este tipo de interpretaciones, que Loeb ya ha planteado en otros casos, vuelve a situarle en el centro de la discusión sobre cómo interpretar los datos de estos visitantes interestelares.
Chorros y maniobras
El núcleo del debate está en los chorros de gas extremadamente estrechos observados en 3I/ATLAS. En cometas rotativos, lo habitual es que las emisiones de gas y polvo generen estructuras más difusas y variables, a medida que el núcleo gira y diferentes zonas quedan expuestas a la radiación solar. Sin embargo, en este caso se describen chorros colimados y de dirección fija, algo que Loeb considera difícil de reconciliar con una simple actividad natural.
Según su interpretación, esa precisión geométrica podría indicar un sistema de propulsión dirigido, capaz de orientar los chorros para modificar la trayectoria del objeto. Esa lectura le lleva a hablar de una «maniobra no gravitacional», en la que el cuerpo ganaría velocidad o ajustaría su ruta mediante un control activo de estas emisiones. Para el resto de la comunidad, en cambio, estos efectos podrían explicarse mediante procesos internos del núcleo sin necesidad de recurrir a tecnología avanzada.
El enigma del tamaño
Otro de los puntos que llama la atención en la propuesta de Loeb es el tamaño estimado de 3I/ATLAS. A partir de las pérdidas de masa observadas, el astrofísico plantea que el objeto podría alcanzar un diámetro cercano a los 23 kilómetros, una cifra elevada si se compara con cometas frágiles típicamente mucho más pequeños. Esta escala obligaría a reconsiderar su composición y su resistencia estructural.
Si el cálculo fuera correcto, el núcleo de 3I/ATLAS sería lo bastante robusto como para soportar una intensa actividad cerca del Sol sin fragmentarse, algo que encaja con la imagen de un cuerpo inusualmente sólido. Para Loeb, este dato refuerza la idea de que nos encontramos ante un objeto excepcional. Para otros investigadores, se trata de un parámetro todavía sujeto a incertidumbres y compatible con variantes extremas, pero naturales, de núcleos cometarios ya conocidos.
Estructuras poco comunes
Las observaciones realizadas desde Canarias añaden detalles que refuerzan la percepción de rareza en el comportamiento de 3I/ATLAS. Los astrónomos han detectado un núcleo aparentemente sólido, sin signos claros de fragmentación pese a su paso cercano al Sol, algo que no siempre ocurre con cometas de alta actividad. Además, se ha identificado una anticola apuntando hacia el Sol, una configuración menos frecuente que la clásica cola alejada de la estrella.
La cola principal del cometa alcanzaría cerca de un millón de kilómetros de longitud, y los patrones de emisión detectados sugieren que el objeto no estaría rotando de la misma manera que otros cometas conocidos. Loeb interpreta esta combinación de factores —núcleo intacto, anticola poco habitual y ausencia aparente de rotación estándar— como indicadores de un diseño o comportamiento no convencional. La visión mayoritaria, en cambio, insiste en que existen precedentes de cometas con colas complejas y dinámicas poco intuitivas.
Escepticismo académico
La postura de Loeb ha encontrado resistencia en buena parte de la comunidad científica. Numerosos especialistas sostienen que las características de 3I/ATLAS pueden explicarse mediante dinámicas internas del núcleo, presencia de partículas de gran tamaño y comportamientos ya observados en otros cometas, aunque de forma menos llamativa. En este marco, la prioridad es agotar primero las explicaciones conservadoras antes de recurrir a hipótesis extraordinarias.
El propio Loeb admite que sus propuestas deben someterse al mismo rigor y exigencia de evidencia que cualquier otra hipótesis. Sin embargo, insiste en que sería un error descartar de entrada escenarios más radicales, como el de una posible ingeniería interestelar, mientras existan datos que no encajan cómodamente en los modelos estándar. El debate, en consecuencia, no es solo sobre 3I/ATLAS, sino sobre los límites de lo que la ciencia está dispuesta a considerar como explicaciones plausibles.
Lo que viene
En este contexto, las próximas publicaciones de datos e imágenes por parte de la NASA adquieren un papel relevante. Aunque el foco de la agencia está puesto en nuevas imágenes obtenidas desde Marte, la información adicional sobre objetos interestelares y sobre fenómenos cometarios extremos podría contribuir a acotar las interpretaciones sobre 3I/ATLAS. Para Loeb, cualquier nuevo detalle sobre chorros, colas o dinámicas de estos cuerpos será clave para sostener o refutar su hipótesis.
Por ahora, el enigma de 3I/ATLAS sigue abierto y cada nueva observación parece añadir capas de complejidad. El objeto se ha convertido en un caso de estudio sobre cómo la astronomía aborda lo inesperado: entre la prudencia que reclaman las explicaciones conservadoras y la curiosidad que despiertan las ideas revolucionarias. Hasta que no se disponga de datos más precisos, el visitante interestelar seguirá siendo, para unos, un cometa singular y, para otros, un posible indicio de tecnología más allá de la Tierra.