Bill Gates revoluciona a los "negacionistas" con su nueva opinión sobre el cambio climático
En vísperas de la COP30, el cofundador de Microsoft, Bill Gates, ha publicado una carta que ha desatado una oleada de interpretaciones —y también de desinformación— sobre su postura frente al cambio climático. Titulada “Tres duras verdades sobre el clima”, el texto busca, según sus palabras, “una nueva manera de mirar el problema”, proponiendo priorizar la adaptación frente a la mitigación, es decir, prepararse para los efectos del calentamiento global más que centrarse únicamente en reducir emisiones.
Sin embargo, lo que Gates presenta como una reorientación pragmática ha sido interpretado por algunos medios y usuarios en redes sociales como una “rectificación” o incluso un reconocimiento de que “engañó al mundo” con su visión sobre la crisis climática. En realidad, su mensaje dista de negar la existencia o gravedad del fenómeno: Gates insiste en que “el cambio climático es un problema grave, pero no será el fin de la civilización”, una frase que muchos han tomado como una crítica al alarmismo climático.
“Hay una visión apocalíptica que distrae del verdadero objetivo”
En su carta, Gates sostiene que la “visión apocalíptica” del cambio climático está empujando a gobiernos y organizaciones a centrarse en objetivos de emisiones a corto plazo, desviando recursos de iniciativas que podrían mejorar realmente la vida de las personas en países vulnerables. Según el magnate, la prioridad debe ser ayudar a las comunidades a adaptarse al mundo que viene —por ejemplo, con infraestructuras resistentes al calor, sistemas agrícolas más sostenibles o innovación en agua y energía—.
Cita como ejemplo el caso de Sri Lanka, donde una política que prohibió fertilizantes sintéticos para reducir emisiones derivó en una grave crisis alimentaria. Gates lo presenta como un caso de cómo las políticas climáticas mal diseñadas pueden tener efectos devastadores si no se equilibran con las necesidades humanas básicas.
No niega la ciencia, pero rechaza el catastrofismo
Gates aclara que el cambio climático “no es el fin del planeta” ni convertirá los países templados en lugares inhabitables —una frase que, aunque real, proviene de una entrevista de 2023 y no de esta carta—. A su juicio, las innovaciones tecnológicas ya han permitido reducir el 40% de las emisiones proyectadas a futuro, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. Por eso, defiende que el foco debe ser la resiliencia y la adaptación, más que el pánico.
Pese a este giro de enfoque, Gates no propone abandonar la mitigación. De hecho, reivindica su trabajo para reducir las llamadas “primas verdes”, es decir, la diferencia entre el costo de fabricar productos con y sin emisiones. En su visión, las energías limpias solo se adoptarán de forma masiva cuando sean más baratas que las fósiles.
Las teorías que circulan: entre la crítica y la conspiración
En redes sociales se han viralizado mensajes que aseguran que Gates “recula” o “admite que el cambio climático fue una mentira”, incluso que escribió su carta “desde uno de sus jets privados”. Ninguna de esas afirmaciones tiene base.
La carta está publicada en su blog oficial y no hay evidencia alguna sobre dónde fue redactada. Aunque algunos medios confirman que Gates dispone de varios aviones privados, sus portavoces aseguran que usa combustibles sostenibles y compensa sus emisiones mediante proyectos de captura de carbono.
Un giro oportuno antes de la COP30
El momento de la publicación también ha alimentado las especulaciones. El texto se difundió días antes de la COP30, en un contexto donde el debate sobre la inversión en adaptación climática gana fuerza y las grandes petroleras presionan para reabrir explotaciones en África y el Caribe. Algunos analistas ven en el discurso de Gates un intento de acercarse a la línea pragmática de Donald Trump y los intereses energéticos estadounidenses, aunque el filántropo no ha hecho declaraciones políticas en ese sentido.
Una visión más realista o un mensaje político encubierto
En definitiva, Bill Gates no ha negado el cambio climático ni ha dicho que “todo fue una mentira”. Lo que plantea es un cambio de prioridades: pasar del discurso del miedo al de la preparación.
Pero su nueva narrativa —más matizada y menos alarmista— llega en un momento donde la lucha contra el cambio climático también se juega en el terreno político y económico. Y en esa batalla, cada palabra cuenta.