China eleva la tensión... pero con la Unión Europea
China eleva la tensión con la Unión Europea en un nuevo capítulo de desacuerdos que impactan la política y la economía global descubriendo qué está detrás de este pulso inesperado
La tensión comercial entre China y la Unión Europea ha vuelto a escalar tras las recientes críticas de Bruselas sobre los controles de exportación chinos en el sector de las tierras raras. Este miércoles, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Lin Jian, rechazó las acusaciones de que las medidas sean “injustificadas” o generen una “preocupación crítica” en Europa, defendiendo que responden a criterios legales y a compromisos internacionales.
“Las medidas cumplen con las leyes y buscan salvaguardar la paz mundial”
Lin Jian afirmó que las restricciones establecidas por Pekín “están en línea con las leyes y regulaciones pertinentes” y que su objetivo no es perjudicar a terceros países, sino “proteger la paz mundial, la estabilidad regional y cumplir las obligaciones internacionales de no proliferación”.
El portavoz añadió que China está dispuesta a intensificar el diálogo con la Unión Europea para “garantizar la seguridad y estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales”, en un intento de rebajar la tensión comercial que amenaza sectores clave como la electrónica, la automoción o la energía verde.
Bruselas acusa a Pekín de “restricciones injustificadas”
La Unión Europea había manifestado recientemente su preocupación por las medidas de control a la exportación de tierras raras y minerales estratégicos, recursos fundamentales para la producción de semiconductores, baterías y vehículos eléctricos. Bruselas considera que las restricciones impuestas por China podrían afectar gravemente la seguridad industrial europea, y las calificó de “injustificadas”.
Sin embargo, el Gobierno chino insiste en que no busca bloquear el acceso a estos materiales, sino regular su salida para evitar el uso indebido de tecnologías sensibles y mantener un equilibrio sostenible en el mercado mundial.
Caso Nexperia: otro foco de tensión con Europa
Lin Jian también se refirió a la decisión del Gobierno de los Países Bajos de tomar el control de la empresa Nexperia, una compañía de semiconductores de propiedad china con sede en los Países Bajos. Pekín consideró la medida discriminatoria y políticamente motivada.
“China se opone firmemente a la ampliación indebida del concepto de seguridad nacional y a las prácticas discriminatorias dirigidas a países o empresas específicas”, subrayó Lin.
Las autoridades neerlandesas, por su parte, justificaron la intervención alegando que Nexperia presentaba “graves deficiencias administrativas” que “podrían amenazar la continuidad y la protección de conocimientos tecnológicos cruciales para Europa”.
La batalla por los recursos estratégicos
Las tierras raras —un conjunto de 17 elementos químicos esenciales para la fabricación de chips, imanes, paneles solares y motores eléctricos— se han convertido en un instrumento geopolítico clave. China controla más del 60% de la producción global y más del 85% de su procesamiento, lo que la coloca en una posición dominante frente a Occidente.
Bruselas ha impulsado recientemente su Ley de Materias Primas Críticas, con el objetivo de reducir la dependencia de China y garantizar el suministro estratégico dentro de la Unión Europea. Sin embargo, los expertos advierten que el desarrollo de una cadena de suministro alternativa llevará años y fuertes inversiones.
Una disputa con impacto global
El enfrentamiento entre China y la UE por los minerales estratégicos se produce en un contexto de creciente rivalidad tecnológica y comercial, en el que tanto Estados Unidos como Europa buscan diversificar sus fuentes de suministro y reforzar su soberanía industrial.
Pekín, mientras tanto, parece decidida a mantener el control sobre los recursos críticos y a responder firmemente a cualquier medida que perciba como discriminatoria.
En palabras del portavoz Lin Jian, China “seguirá defendiendo sus intereses legítimos” y, al mismo tiempo, “fomentará un diálogo constructivo para preservar la estabilidad de la economía global”.
La disputa por las tierras raras y los semiconductores deja claro que la competencia entre potencias tecnológicas ya no se libra solo en los laboratorios o los mercados, sino también en el terreno de los recursos naturales y las políticas industriales que definirán la economía mundial de las próximas décadas.