Pekín amplía las restricciones a la exportación de minerales estratégicos y de la tecnología para procesarlos, obligando a las empresas extranjeras a obtener licencias especiales y vetando su uso con fines militares.

China endurece su control sobre las tierras raras y sacude al mercado tecnológico mundial

China endurece su control sobre las tierras raras y sacude al mercado tecnológico mundial

El Gobierno chino ha anunciado un nuevo paquete de restricciones sobre la exportación de tierras raras, materiales esenciales para la producción de semiconductores, vehículos eléctricos y armamento de alta tecnología. Las medidas incluyen el control de las tecnologías utilizadas en la extracción y el procesamiento de estos minerales, así como la prohibición de colaborar con empresas extranjeras sin autorización estatal. La decisión, justificada por motivos de “seguridad nacional”, reconfigura las tensiones geoeconómicas entre China y Occidente.

China, el mayor productor y exportador de tierras raras del mundo, ha dado un paso más en su estrategia de control sobre los recursos que sustentan la economía tecnológica global. El Ministerio de Comercio anunció este jueves la ampliación de las restricciones sobre la exportación de estos minerales y de la tecnología necesaria para su explotación, procesamiento y fabricación de imanes, una pieza clave en sectores como la automoción, la energía verde, la electrónica y la defensa.

Las nuevas reglas establecen que cualquier empresa que desee exportar tecnología vinculada al procesamiento o uso de tierras raras deberá solicitar permiso explícito al Gobierno. Las compañías chinas también tienen prohibido cooperar con firmas extranjeras en proyectos relacionados con estos materiales sin autorización oficial. Además, los fabricantes extranjeros que utilicen tierras raras extraídas o procesadas en China deberán tramitar una licencia de exportación ante el Ministerio de Comercio, que podrá denegarla si el destino final tiene usos militares o se considera “sensible” para la seguridad nacional.

Pekín subrayó que la decisión busca “proteger los intereses estratégicos del país y evitar el uso indebido de las tierras raras en sectores militares o de alta sensibilidad”. Sin embargo, la medida tiene profundas implicaciones económicas y geopolíticas. Las tierras raras —un grupo de 17 elementos químicos— son indispensables para fabricar desde chips avanzados y turbinas eólicas hasta misiles guiados, lo que convierte su control en una poderosa herramienta de influencia global.

El anuncio llega en un momento de creciente rivalidad tecnológica entre China y Estados Unidos. Washington ha impuesto restricciones a la exportación de semiconductores y equipos de inteligencia artificial hacia empresas chinas, mientras impulsa la relocalización de la producción de componentes críticos en suelo estadounidense. La respuesta de Pekín, con estas nuevas medidas, eleva la tensión en un mercado que ya mostraba signos de vulnerabilidad ante posibles interrupciones del suministro.

De acuerdo con analistas consultados por Bloomberg y Reuters, esta expansión de los controles podría generar un efecto dominó en la cadena de suministro global, especialmente en industrias como la automoción eléctrica y la producción de dispositivos electrónicos, altamente dependientes de los minerales chinos. En 2023, China concentró cerca del 70% de la producción mundial de tierras raras, según datos del US Geological Survey, lo que le otorga una posición dominante difícil de sustituir a corto plazo.

Las restricciones también incluyen nuevas normas sobre mantenimiento, ajuste y modernización de los equipos de producción, lo que limita el acceso de compañías extranjeras a la tecnología necesaria para procesar estos materiales. En paralelo, el Ministerio de Comercio ha advertido que las licencias destinadas a usuarios de defensa serán rechazadas de forma automática, mientras que las relacionadas con la industria de semiconductores se evaluarán caso por caso.

Estas medidas forman parte de una tendencia más amplia de autodefensa económica por parte de China, que en los últimos meses ha reforzado su legislación sobre seguridad nacional y control de exportaciones en respuesta a las sanciones occidentales. Con este movimiento, Pekín envía un mensaje claro: está dispuesta a utilizar sus recursos estratégicos como palanca de poder en el tablero global.