Tensión tecnológica: Pekín dialoga sobre estabilidad global tras restricciones a Nvidia y acuerdo parcial sobre TikTok
Frente a noticias que apuntan a que China prohibió a grandes tecnológicas adquirir chips de inteligencia artificial de Nvidia, Beijing ha salido a calmar las aguas. El gobierno chino declara que está dispuesto a colaborar con la comunidad internacional para garantizar la estabilidad de las cadenas de producción y suministro, al tiempo que se negocia un marco para transferir el control de TikTok en EE.UU., buscando equilibrar seguridad, comercio y soberanía tecnológica.
China atraviesa uno de esos momentos críticos en su relación con Estados Unidos que ponen en jaque no solo la diplomacia, sino el pulso tecnológico que impulsa la economía global. Según varios medios, la Administración del Ciberespacio de China (CAC) habría ordenado a gigantes como ByteDance o Alibaba que suspendan pedidos existentes y se abstengan de comprar el modelo RTX Pro 6000D de Nvidia. Aunque Pekín no lo reconoció formalmente como una “prohibición”, las señales de ese tipo han bastado para generar preocupación en los mercados y suscitar un fuerte interés mediático.
La respuesta china no se limitó al silencio ni a la negación tajante: Lin Jian, portavoz del Ministerio de Exteriores, aseguró desde su cuenta oficial que China está dispuesto a cooperar con otros países para “mantener la estabilidad de la producción global y de las cadenas de suministro”. Al mismo tiempo, volvió a reprochar las prácticas que considera discriminatorias por motivos comerciales, tecnológicos o económicos.
Este episodio no surge en el vacío. Es parte de un escenario más amplio en el que China acelera esfuerzos para reducir su dependencia de suministros tecnológicos externos. Proyectos estatales nacionales y locales apuntan a que centros de datos chinos cubran hasta el 70 % de sus necesidades de chips para inteligencia artificial con productos domésticos, como los que fabrican Huawei, Cambricon o Biren. Pero estos productores enfrentan cuellos de botella significativos, principalmente en la adquisición de herramientas avanzadas que han sido restringidas por EE.UU.
Mientras tanto, del otro lado del conflicto diplomático-tecnológico, hay avances en otra área que también ha generado polémica: TikTok. Durante las recientes negociaciones comerciales entre EE.UU. y China celebradas en Madrid, las partes acordaron un marco preliminar para que la aplicación sea controlada por inversores estadounidenses, con la intención de garantizar la seguridad en el manejo de datos y las operaciones en el país norteamericano. Beijing ha calificado este arreglo como un “win-win” y afirma que revisará los requisitos de transferencia tecnológica e intelectual bajo sus leyes de exportación correspondientes.
Estos dos frentes —la tensión con Nvidia y el acuerdo en torno a TikTok— son facetas de una estrategia china cada vez más clara: afirmarse como actor tecnológico autónomo, minimizar riesgos externos y responder con firmeza a presiones internacionales que consideran desiguales. Pero también implican costes e incertidumbres: para empresas tecnológicas globales, para quienes dependen de fuentes de hardware sensibles, y para los consumidores en un mercado en el que la innovación va tan rápido como las regulaciones geopolíticas.
El impacto podría sentirse ya: retrasos en entregas de GPU para quienes operan en China o con dependencias de Nvidia, pérdida de ciertos contratos, y también una oportunidad para que la industria local acelere su capacidad. Además, en el plano diplomático, el equilibrio entre seguridad nacional, comercio exterior y libre competencia se vuelve cada vez más delicado. Como ha dicho el CEO de Nvidia, Jensen Huang, la empresa está “decepcionada” pero consciente de que estas decisiones obedecen agendas mayores entre estados.