Paracaidista atrapado a 4.500 metros tras engancharse en la cola de un avión en Australia
Lo que debía ser un salto rutinario de paracaidismo a 15.000 pies sobre Queensland (Australia) terminó convertido en una escena límite: el paracaidista Adrian Ferguson quedó colgado de la cola de la avioneta tras enredarse su paracaídas de reserva, y solo un pequeño cuchillo de emergencia le permitió salvar la vida. El incidente, ocurrido el 20 de septiembre y revelado ahora por la Oficina Australiana de Seguridad en el Transporte (ATSB), ha sido difundido con dramáticas imágenes.
Un salto de formación que casi acaba en tragedia
El vuelo despegó del aeródromo de Tully, en el estado de Queensland, con 17 paracaidistas a bordo de una Cessna Caravan. El plan era ejecutar una formación de 16 saltadores, mientras un 17º paracaidista grababa la maniobra desde la puerta abierta del avión.
Una vez alcanzados los 4.500 metros de altitud (15.000 pies), los deportistas comenzaron la secuencia de salida. Fue entonces cuando todo se torció: al abandonar el aparato, el cordón de apertura del paracaídas de reserva de Ferguson se enganchó en un flap del ala, según detalla el informe oficial.
El paracaídas de reserva se abrió antes de tiempo y lo propulsó violentamente hacia atrás, golpeando al cámara y lanzándolo al vacío en caída libre. Acto seguido, las piernas de Ferguson impactaron contra el estabilizador horizontal de la cola, y el paracaídas quedó enredado en esa zona, dejándolo literalmente colgado de la aeronave.
Un cuchillo y 11 cortes para recuperar el control
Mientras el avión seguía volando, Ferguson quedó suspendido en el aire, sujeto únicamente por las líneas de su paracaídas de reserva. En esa situación crítica recurrió a una herramienta que muchos paracaidistas llevan, pero que no es obligatoria: un hook knife, un pequeño cuchillo curvo diseñado para cortar cuerdas o líneas bajo tensión.
Según el informe, Ferguson consiguió cortar 11 líneas del paracaídas de reserva, lo que le permitió desprenderse finalmente de la cola del avión y caer al vacío con parte de la tela rasgada aún unida a su equipo.
En plena caída, liberó su paracaídas principal, que logró inflarse correctamente pese a enredarse parcialmente con los restos del paracaídas de reserva. Gracias a ello, pudo estabilizar la bajada y aterrizar con vida, sufriendo únicamente lesiones leves en las piernas.
El piloto, entre el mayday y la posibilidad de saltar
Mientras tanto, la situación dentro del avión tampoco era sencilla. La mayoría de los paracaidistas ya habían saltado, y el piloto se quedó solo con dos saltadores a bordo intentando controlar la aeronave, que seguía con parte del paracaídas enredado en la cola.
El comandante llegó a emitir una señal de mayday y se preparó incluso para abandonar el avión con un paracaídas de emergencia, ante el riesgo de pérdida de control.
Sin embargo, los controladores aéreos de Brisbane valoraron que el piloto conservaba suficiente autoridad sobre los mandos como para intentar un aterrizaje de emergencia. Finalmente, la Cessna pudo regresar y aterrizar sin incidentes en Tully, sin heridos entre el piloto ni el resto de los ocupantes.
Lección de seguridad: el valor de un simple “hook knife”
Tras publicar el vídeo del incidente junto con el informe, el jefe comisionado de la ATSB, Angus Mitchell, subrayó un mensaje muy claro: llevar un hook knife, aunque no sea obligatorio, “puede salvar la vida en caso de apertura prematura del paracaídas de reserva”.
El caso de Ferguson se ha convertido así en un ejemplo extremo de gestión de emergencia en paracaidismo, donde la combinación de equipo adecuado, entrenamiento y sangre fría evitó una tragedia tanto en el aire como a bordo del avión.