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Wall Street se desploma: Dow Jones cae y Nasdaq sufre su peor semana desde abril

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Dow Jones a la baja y Wall Street pierde 700.000 millones en un día: la tecnología se hunde y el Nasdaq firma su peor semana desde abril

Viernes que arranca a la baja tras el jueves negro volvió a sacudir los mercados estadounidenses: en apenas 24 horas, se evaporaron 700.000 millones de dólares en valor bursátil. El Nasdaq cayó un 1,95%, arrastrado por gigantes tecnológicos como Nvidia (-4,54%) y Broadcom (-4,52%), que registraron su mayor desplome en meses. El S&P 500 retrocedió un 0,69% y el Dow Jones un 0,30%, con el sentimiento inversor lastrado por el miedo a una corrección tras meses de euforia impulsada por la inteligencia artificial.

Los analistas coinciden en que el mercado atraviesa su peor semana desde marzo, con la tecnología firmando la caída más pronunciada desde abril. “El mercado se ha quedado sin catalizadores y los precios son insostenibles”, explicaba Sam Stovall, estratega jefe de CFRA Research. El índice de volatilidad VIX, conocido como el “indicador del miedo”, alcanzó su nivel más alto en más de dos semanas, reflejando la tensión y el desconcierto que reinan en Wall Street.

El optimismo en torno a la inteligencia artificial, que había llevado a los índices a máximos históricos, parece haberse desinflado. La dificultad para convertir la innovación en rentabilidad real y el temor a un exceso de gasto circular dentro del propio sector están enfriando el ánimo de los inversores. Los semiconductores, epicentro del rally tecnológico de 2025, viven ahora su peor momento en siete meses, y muchos temen que el ajuste apenas haya comenzado.

Entre los protagonistas del día destacó Tesla, cuyas acciones cayeron un 3,3%, afectadas por la caída general del mercado pese a que los accionistas aprobaron el mayor paquete salarial corporativo de la historia: un bono de un billón de dólares para Elon Musk. Un gesto de fe hacia el líder de la compañía, pero también una muestra del desequilibrio que domina la narrativa empresarial actual: mientras Musk asegura el mayor incentivo de la era moderna, el valor de la compañía se resiente en medio de la tormenta bursátil.

No todo fueron malas noticias: Expedia se disparó un 16% tras anunciar previsiones de crecimiento de ingresos anuales por encima de lo esperado y beneficios sólidos en el tercer trimestre. Pero casos como el de Take-Two Interactive, que cayó un 6,6% al retrasar el lanzamiento de GTA VI a 2026, o Block, que se desplomó un 10,5% por debajo de las previsiones de beneficio, reforzaron la percepción de que la temporada de resultados ya no basta para sostener la confianza.

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El trasfondo macroeconómico tampoco ayuda. El cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos —el más largo en la historia del país— ha creado una peligrosa “brecha de información” que impide al mercado interpretar correctamente los datos económicos. La Reserva Federal se encuentra dividida sobre los próximos pasos en política monetaria, y el propio asesor económico de la Casa Blanca, Kevin Hassett, reconoció que el impacto del shutdown “ha sido mucho peor de lo previsto”.

El Índice de Sentimiento del Consumidor de la Universidad de Michigan cayó hasta 50,3 puntos, por debajo de las previsiones de 53,2, una señal inequívoca de que la confianza del ciudadano estadounidense se debilita. Y cuando el consumidor duda, Wall Street tiembla. Como advertía Stovall: “No solo la Fed está volando a ciegas, también el consumidor y el inversor estadounidense”.

A nivel técnico, los datos del mercado mostraron una clara inclinación bajista: por cada acción que subió en el NYSE, 1,29 retrocedieron; en el Nasdaq, la relación fue de 1,99 a 1 a favor de las caídas. El S&P 500 marcó ocho nuevos máximos anuales y diez mínimos, mientras el Nasdaq registró 18 nuevos máximos frente a 211 mínimos, un indicador inequívoco del deterioro generalizado en el sentimiento inversor.

En los últimos meses, el mercado había confiado ciegamente en la narrativa de la inteligencia artificial como motor de crecimiento casi ilimitado. Pero ahora surgen dudas sobre la capacidad real de monetizar esa promesa y sobre si la inflación de valoraciones puede sostenerse en ausencia de resultados tangibles. Las tecnológicas, que habían sido el salvavidas del mercado, se convierten ahora en su mayor riesgo.

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El desplome del jueves refleja algo más profundo que una simple corrección técnica: un cambio de ánimo colectivo. El miedo, que había permanecido dormido bajo la euforia de los beneficios récord y las expectativas de crecimiento perpetuo, vuelve a instalarse en los parqués. Y con él, la sensación de que la montaña rusa tecnológica de los últimos meses podría estar llegando a su punto de inflexión.

En definitiva, Wall Street ha despertado del sueño de la IA para enfrentarse a una realidad más áspera: valoraciones que se dispararon demasiado rápido, una economía que empieza a dar señales de agotamiento y una confianza que se resquebraja. Si el Nasdaq sigue cayendo al ritmo actual, el ajuste podría prolongarse y afectar no solo al sector tecnológico, sino al conjunto de la economía estadounidense.

Mientras tanto, la pregunta flota en el aire: ¿es este un simple tropiezo antes del siguiente rally, o el principio de una corrección mayor? Por ahora, el dato es contundente y difícil de maquillar: 700.000 millones de dólares se esfumaron en un solo día, y Wall Street no ha logrado aún encontrar un suelo firme sobre el que reconstruir la confianza.