Dow Jones

Dow Jones resiste en máximos; plata y oro rompen récords

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  • Las acciones repuntan hacia el cierre del año.

  • El oro y la plata alcanzan máximos históricos por las expectativas de recortes de tipos y por factores geopolíticos.

  • El dólar se debilita mientras los inversores evalúan la trayectoria de los tipos de interés.

  • El yen se suaviza (se debilita) y persisten las preocupaciones sobre una posible intervención.

Wall Street aguanta cerca de cotas históricas en un cierre de año sin volumen, mientras el mercado descuenta recortes de la Fed, un relevo incierto en el banco central y una geopolítica que vuelve a encarecer el miedo.

La plata ha marcado un récord histórico en 75,62 dólares por onza y el oro ha escalado hasta 4.544 dólares, impulsados por una mezcla explosiva: expectativas de bajadas de tipos en 2026, dólar más débil y tensiones internacionales. Al mismo tiempo, Wall Street se mantiene en la cresta: el S&P 500 sube un 0,07%, el Dow Jones un 0,03% y el Nasdaq un 0,03% en una sesión apagada por el efecto festivo.
El diagnóstico es inequívoco: el mercado no está eufórico, está cubriéndose. Y la cobertura, cuando se paga a precios récord, suele decir más sobre el riesgo que sobre la confianza.

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Wall Street en máximos… pero con el piloto automático puesto

La foto de este viernes tiene truco: los índices aguantan cerca de máximos, sí, pero lo hacen en un entorno de liquidez mínima tras Navidad. Con media Europa cerrada, sin Australia ni Hong Kong y con el mercado estadounidense funcionando a medio gas, el “aguantar” se vuelve más fácil que el “convencer”. Aun así, el hecho de que los tres grandes índices estén encaminados a ganancias anuales de doble dígito refuerza la idea de un cierre de ejercicio que llega con el ánimo intacto.

El motor ha sido el mismo que definió 2025: las megacaps tecnológicas. Pero el matiz relevante es otro: el rally se ha ido ensanchando hacia sectores cíclicos como financieras y materiales, una señal que el mercado interpreta como confirmación de ciclo, no como simple apuesta a la narrativa de la IA.

Lo más grave, sin embargo, no es el avance: es la complacencia que puede esconder. Cuando el mercado sube con poco volumen, el riesgo de giro brusco aumenta. Y en 2026 hay demasiadas variables abiertas como para confundir calma con estabilidad.

Metales preciosos disparados: cuando el miedo se compra al contado

La sesión la ganan el oro y, sobre todo, la plata. El metal blanco ha tocado 75,62 dólares y acumula un +161% en 2025, un movimiento que ya no se explica solo por refugio, sino por una combinación de déficit de oferta, demanda industrial y compras por inercia.

El oro, por su parte, sube un 1,45% hasta 4.544 dólares la onza, beneficiado por un dólar más flojo y por el clásico patrón de fin de año: carteras que quieren llegar al 1 de enero con cobertura, no con valentía.

Y hay un detalle que no es menor: parte del empuje de la plata se atribuye a su consideración como mineral crítico en Estados Unidos, un factor que añade narrativa política a una tendencia ya caliente.

“La racha podría continuar, apoyada por previsiones alcistas de grandes bancos, la fortaleza de la demanda física y la persistencia de la incertidumbre geopolítica y monetaria”, resumen analistas del mercado de materias primas.

El catalizador de fondo: recortes de la Fed y la sombra del relevo

El mercado está comprando una idea muy concreta: que la Reserva Federal recortará tipos en 2026 y que, además, podría hacerlo bajo un liderazgo distinto. Los operadores descuentan al menos dos bajadas a lo largo del año, aunque no esperan el primer movimiento antes de junio.

El problema es que la propia Fed proyecta solo un recorte y reconoce divisiones internas. Esa brecha entre lo que el mercado desea y lo que el banco central anticipa suele ser el origen de los sustos: si el crecimiento aguanta demasiado, los recortes se retrasan; si el crecimiento se rompe, llegan de golpe… pero con caídas de bolsa.

A esa tensión se suma una variable política: Donald Trump debe nominar a un nuevo presidente de la Fed para sustituir a Jerome Powell, cuyo mandato termina en mayo. Cualquier señal sobre el perfil del candidato puede alterar expectativas de tipos en cuestión de horas.

La consecuencia es clara: el “trade” de 2026 (tipos abajo) está comprándose antes de tiempo y con demasiada fe en una transición institucional que, por definición, será ruidosa.

Dólar en retroceso: el mercado ya juega contra Washington

La presión sobre el billete verde vuelve a escena justo cuando más importaría la estabilidad: final de año, posiciones concentradas y poca liquidez. El índice dólar (DXY) cae hasta 97,93, mientras euro, libra y franco suizo se fortalecen.

La lógica es sencilla: si el mercado cree que la Fed recortará más de lo que dice, el dólar pierde atractivo relativo. Y si encima entra en juego la incertidumbre sobre el próximo presidente del banco central, el dólar pasa de activo “de certeza” a activo “de pregunta”.

Aquí hay un punto incómodo: el dólar débil suele impulsar commodities y emergentes, pero también puede alimentar la inflación importada si se combina con energía cara o shocks geopolíticos. En otras palabras, lo que hoy ayuda al oro mañana puede incomodar a la Fed.

El diagnóstico es inequívoco: el mercado está empujando al dólar hacia abajo para forzar el relato de “tipos a la baja”. Si el dato macro contradice esa película, la corrección puede ser rápida y violenta.

Japón y el yen: intervención en el aire pese a tipos al alza

El yen vuelve a vivir su paradoja: se debilita incluso con el Banco de Japón endureciendo política. En una sesión de volúmenes finos, el mercado permanece en guardia por un posible movimiento oficial para frenar la caída.

La clave está en que el BOJ ya ha elevado tipos a niveles que no se veían desde hace décadas y, aun así, el yen no termina de encontrar suelo. Mientras, la inflación subyacente en Tokio se modera, pero se mantiene por encima del objetivo del 2%, alimentando la expectativa de nuevas subidas.

En este contexto, la intervención vuelve a ser un arma psicológica. El año termina y los mercados son más vulnerables a golpes tácticos: un gesto de Japón en una sesión ilíquida puede mover la cotización en minutos. La consecuencia regional es clara: si el yen se mueve con violencia, Asia entera ajusta carteras… y el dólar, de rebote, también.

Geopolítica como gasolina: Nigeria y el regreso del “refugio por susto”

A la ecuación monetaria se añade una chispa geopolítica inmediata: el día anterior, Estados Unidos ejecutó ataques aéreos contra milicianos del Estado Islámico en el noroeste de Nigeria, un episodio que reforzó el atractivo del refugio.

El patrón se repite: cada foco de tensión no solo sube la prima de riesgo, también acorta el horizonte de los inversores. En sesiones como esta, el mercado no busca rentabilidad, busca seguridad psicológica. Y ahí el oro gana por definición: no necesita beneficios trimestrales, no necesita guidance, no necesita promesas.

Lo más grave es el efecto de acumulación. Un ataque aislado no define un año, pero sí puede actuar como excusa perfecta para activar compras que ya estaban preparadas por motivos monetarios. Es decir: la geopolítica no explica el rally del metal; lo acelera.

La consecuencia es clara: cuando el refugio marca máximos, el miedo ya está dentro del precio. Lo siguiente suele ser más volatilidad, no más tranquilidad.

2026: el año en que todo depende de una palabra

Si 2025 fue el año de los récords, 2026 será el año de la validación. Wall Street llega fuerte, pero con una dependencia evidente: que el aterrizaje económico sea suave y que la Fed confirme recortes sin admitir pánico.

A eso se suma otra capa: la narrativa de la IA. La presión sobre valores de inteligencia artificial por valoraciones exigentes y gasto de capital ha disminuido, pero no ha desaparecido. Si el dinero rota a cíclicas, la subida se ensancha y se vuelve más sana. Si regresa el miedo a márgenes y “capex”, el mercado puede girar hacia defensivos y, otra vez, hacia metales.

La variable crítica será el mensaje. Una frase del futuro presidente de la Fed, una insinuación sobre junio, un dato de inflación que no cuadre, o una sorpresa geopolítica pueden mover el tablero con rapidez. En mercados finos, una palabra pesa como un dato.

Qué puede pasar ahora: tres escenarios para bolsa, dólar y metales

Primer escenario: recortes graduales y crecimiento resistente. El mercado acierta: la Fed baja dos veces, el dólar sigue flojo y los metales aguantan altos, pero sin euforia. Wall Street mantiene máximos con rotación sectorial.

Segundo escenario: la Fed decepciona. La inflación o la actividad obligan a esperar más de la cuenta. El dólar rebota, el oro corrige y la plata —por su componente especulativo— sufre más. Sería el escenario del “latigazo” de enero.

Tercer escenario: shock externo. Un repunte geopolítico o un evento financiero acelera la búsqueda de refugio. En ese caso, los récords de hoy dejan de parecer extremos y pasan a ser escalón. Pero el coste es alto: más volatilidad y menos confianza.

El diagnóstico final es incómodo: el mercado ha comprado un 2026 benigno. Y cuando la benignidad se paga por adelantado, cualquier error se cobra con intereses.