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Dow Jones bajando 400 puntos: el encarecimiento de la memoria golpea a Dell y HP y presiona a todo el índice

FR TORO DE WALL STREET
El Dow Jones se tambalea: el encarecimiento de la memoria golpea a Dell y HP y presiona a todo el índice

El tirón de la inteligencia artificial vuelve a pasar factura, esta vez a los fabricantes de hardware tradicional y al propio Dow Jones. En una sesión en la que los índices estadounidenses se movieron prácticamente planos, las acciones de Dell y HP sufrieron fuertes caídas tras una advertencia de Morgan Stanley sobre el impacto del encarecimiento de los chips de memoria en sus márgenes. El Dow se resintió entre dudas, mientras el mercado intenta digerir un nuevo foco de presión en plena “manía de la IA”.

El origen del problema está en un auténtico rally de precios en los chips de memoria DRAM y NAND, dos componentes esenciales para ordenadores, servidores y buena parte de la electrónica de consumo. En los últimos meses, estos componentes han subido entre un 50% y un 300%, impulsados por la demanda de los centros de datos que dan servicio a la inteligencia artificial generativa y por años de inversión insuficiente en capacidad de producción de NAND. El desequilibrio es tal que los analistas hablan de tasas de cumplimiento de pedidos que podrían caer hasta el 40% en los próximos dos trimestres, muy lejos de lo que necesitan los fabricantes para operar con normalidad.

Para compañías como Dell y HP, este encarecimiento no es un detalle menor. La memoria puede suponer desde el 10% hasta el 70% del coste total de materiales de un equipo, según configuración y segmento. Morgan Stanley estima que cada subida del 10% en el coste de memoria puede recortar el margen bruto hasta 150 puntos básicos y, si no se compensa de alguna forma, provocar un impacto mediano de alrededor del 15% en el beneficio por acción. Incluso en un escenario con medidas de mitigación —como subidas de precios, ajustes de costes o cambios en el mix de productos— las ganancias podrían situarse más de un 10% por debajo de las previsiones de consenso en 2026.

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No todas las empresas se encuentran en el mismo punto de partida. Dell y HP aparecen como las más presionadas por su elevada exposición a productos intensivos en DRAM, tanto en PC como en servidores, y por trabajar con márgenes más ajustados. En Asia, actores como Acer y Asustek presentan un perfil de riesgo similar, mientras que Lenovo y Giga-Byte se benefician de una mayor escala y de una capacidad de negociación superior frente a los suministradores de componentes. En el extremo más defensivo, compañías como Pure Storage o Apple están relativamente mejor posicionadas gracias a un control más estricto de costes y a su capacidad de introducir subidas de precios “encubiertas” mediante configuraciones y propuestas de valor que justifican pagar más por dispositivo.

El ciclo actual recuerda claramente al vivido entre 2016 y 2018, cuando otra ola de escasez y encarecimiento de memoria puso en jaque a muchos fabricantes. Sin embargo, esta vez el ritmo es aún más agresivo: los precios spot de DRAM se han disparado más de un 200% en apenas dos meses, una velocidad muy superior a la del último gran ciclo alcista. Y, a diferencia de entonces, los presupuestos de hardware empresarial apenas se prevé que crezcan en torno a un 1,5% en 2026. Traducido: muchos departamentos de TI se verán obligados a comprar menos unidades, asumir configuraciones más modestas o retrasar renovaciones de sus parques tecnológicos.

Todo esto se produce en un contexto dominado por la fiebre inversora en IA. Grandes bancos señalan que la inteligencia artificial es la tecnología más transformadora desde el nacimiento de la informática moderna y proyectan que el gasto de capital de los grandes proveedores de cloud podría superar holgadamente los niveles de 2023. Esa avalancha de inversión en centros de datos, chips especializados y capacidad de cómputo alimenta directamente la escalada de precios en memoria, que beneficia a la cadena de valor de los semiconductores, pero estrangula los márgenes de los fabricantes de PC y servidores que cotizan en índices como el Dow Jones y el S&P 500.

En paralelo, el mercado aguarda una cita clave: los resultados de Nvidia. La publicación de sus cuentas se ha convertido en un auténtico test de estrés para la narrativa de la IA. El mercado de opciones descuenta movimientos significativos en la acción, y muchos inversores temen que cualquier señal de moderación en la demanda de chips para IA impacte no solo en Nvidia, sino en todo el complejo tecnológico, incluidos aquellos fabricantes que ya sufren el encarecimiento de la memoria. El comportamiento del Dow Jones, con caídas moderadas pero sensibles en valores como Dell y HP, refleja esa mezcla de miedo a los costes y dependencia de la historia de crecimiento de la IA.

Para los fabricantes de electrónica de consumo y hardware empresarial, el reto es doble. Por un lado, asegurar suministro suficiente de memoria en un contexto de escasez, renegociando contratos y explorando acuerdos a largo plazo con los fabricantes de chips. Por otro, trasladar parte de ese incremento de costes al cliente final sin destruir la demanda: ajustar configuraciones de RAM, impulsar gamas “premium” con mayor valor añadido o recurrir a modelos de suscripción y servicios que compensen el estrechamiento de márgenes en el hardware puro.

Para los inversores, el mensaje es claro: la memoria, tradicionalmente vista como una commodity, se ha convertido en un cuello de botella estratégico que puede explicar movimientos bruscos en el Dow Jones y en otros índices de referencia. En el corto plazo, la presión se notará en las cuentas de fabricantes como Dell y HP. En el largo plazo, los grandes ganadores pueden ser aquellos que controlen la infraestructura crítica de la IA —desde los chips hasta los centros de datos—, mientras que los ensambladores tradicionales tendrán que reinventar su propuesta de valor si quieren proteger beneficios en un mundo donde la memoria ya no es barata ni abundante.