El banco acelera la tijera en plena transformación digital

ABN AMRO recortará 5.200 empleos hasta 2028 y vende su negocio de préstamos Alfam a Rabobank

EPA/RICK NEDERSTIGT

ABN AMRO ha anunciado un recorte neto de 5.200 puestos de trabajo a tiempo completo hasta 2028 respecto a 2024, dentro de un plan de reorganización para ser “más eficiente y efectivo”. Más de 1.000 empleos ya se han eliminado en lo que va de 2025. La entidad fija como objetivos para 2028 superar los 10.000 millones de euros de ingresos y alcanzar una rentabilidad sobre recursos propios (ROE) de al menos el 12%, al tiempo que acuerda la venta de su negocio de préstamos al consumo Alfam a Rabobank.

Un ajuste profundo en la plantilla

El anuncio supone uno de los mayores recortes de plantilla recientes en la banca europea. ABN AMRO prevé una reducción neta de 5.200 FTE (empleos a tiempo completo) en el periodo 2024–2028, y ha confirmado que más de 1.000 puestos ya han desaparecido en 2025. El recorte se enmarca en un rediseño de su estructura operativa, con más peso de los canales digitales y menos necesidad de personal en funciones tradicionales de back-office y red física.

La entidad subraya que se trata de un proceso gradual, ligado a automatización, simplificación de procesos y racionalización de negocios considerados no estratégicos. Aun así, el impacto social es considerable y afecta a prácticamente todas las áreas del banco, con especial incidencia en funciones administrativas y soporte.

La hoja de ruta: más ingresos y un ROE de doble dígito

Junto al plan de ajuste, el banco holandés ha presentado sus metas financieras para 2028. Entre ellas, destacan dos cifras clave:

  • Ingresos superiores a 10.000 millones de euros.

  • Rentabilidad sobre recursos propios (ROE) de al menos el 12%.

El mensaje hacia el mercado es claro: la reducción de costes —incluida la partida de personal— es una pieza central para mejorar márgenes en un entorno de competencia creciente, presión regulatoria y necesidad de fuertes inversiones tecnológicas. El banco quiere convencer a los inversores de que el sacrificio inicial en forma de despidos se traducirá en una entidad más ligera, rentable y enfocada.

La visión de la CEO: “un capítulo valiente”

“Hoy presentamos una estrategia audaz para el próximo capítulo de ABN AMRO”, señaló la consejera delegada, Marguerite Berard. La directiva explicó que el plan pivota sobre cinco grandes ambiciones de largo plazo, que guiarán las decisiones de inversión y el reposicionamiento del banco en los próximos años.

Berard reconoció, no obstante, el lado humano del ajuste:

Los cambios en nuestra base de costes, especialmente la reducción de FTE, generan incertidumbre para nuestros compañeros. Estamos plenamente comprometidos a apoyar a todos los afectados con un robusto plan social, ofreciendo apoyo financiero y ayuda para encontrar nuevas oportunidades, subrayó.

Con este mensaje, la cúpula intenta equilibrar el discurso de eficiencia y rentabilidad con el de responsabilidad social, en un contexto en el que la banca europea está bajo la lupa por su gestión de los recortes.

Venta de Alfam a Rabobank: salir de negocios no estratégicos

Dentro del mismo anuncio, ABN AMRO confirmó que ha acordado la venta de su negocio de préstamos Alfam a Rabobank. Alfam, especializado en crédito al consumo, se considera un área donde el banco ve menos sinergias con su estrategia núcleo.

La desinversión persigue varios objetivos:

  • Liberar capital y recursos de gestión para líneas de negocio prioritarias.

  • Reducir complejidad regulatoria y operativa.

  • Acelerar el enfoque en segmentos donde ABN AMRO cree poder ganar escala y diferenciación, como banca de clientes de alto valor, pymes y banca corporativa con alto componente digital.

Un movimiento que se suma a la ola de recortes en la banca europea

El plan de ABN AMRO se enmarca en una tendencia más amplia del sector bancario europeo: recortes de plantilla, cierre de oficinas, venta de negocios periféricos y apuesta por plataformas digitales para preservar rentabilidad en un entorno de tipos y regulación exigente.

La gran incógnita es si la entidad conseguirá cumplir sus objetivos de ingresos y ROE sin erosionar su capacidad comercial y sin dañar su reputación interna y externa. De momento, el mensaje que lanza al mercado es inequívoco: menos estructura, más eficiencia y foco en la rentabilidad, incluso a costa de un ajuste profundo en términos de empleo.