Los gigantes alemanes buscan soluciones conjuntas ante la transición energética

Mercedes y BMW negocian un acuerdo histórico para compartir motores de combustión

Por primera vez en la historia de la automoción premium, Mercedes-Benz y BMW estudian unir fuerzas para compartir propulsores. Un movimiento impulsado por las exigencias regulatorias del Euro 7 y la necesidad de optimizar recursos en plena transformación hacia el coche eléctrico.
 

El sector automovilístico europeo se prepara para un anuncio inédito: Mercedes-Benz y BMW, rivales tradicionales en la gama premium, están ultimando un acuerdo para compartir motores de combustión. Según adelantan fuentes cercanas, las conversaciones se encuentran en fase avanzada y podrían cerrarse antes de que termine 2025.

El pacto contempla que Mercedes incorpore en algunos de sus modelos el motor de cuatro cilindros B48 de BMW, un propulsor que ya ha demostrado su fiabilidad en distintas gamas de la firma bávara. Sería la primera vez que ambas marcas comparten un motor de combustión, un paso que responde tanto a razones económicas como regulatorias.

La normativa Euro 7, que endurece los requisitos de emisiones, obliga a los fabricantes a buscar fórmulas que reduzcan costes de desarrollo. Este acuerdo les permitiría optimizar recursos en áreas estratégicas, reforzar la oferta de híbridos enchufables y mejorar los sistemas de autonomía extendida.

Para Mercedes, la alianza abre la puerta a liberar capital y destinarlo al desarrollo de software, baterías y plataformas eléctricas, pilares clave de su estrategia futura. En el caso de BMW, el beneficio está en ganar escala de producción, optimizar su planta en Austria y compartir los costes de futuras evoluciones de su motor.

El calendario que manejan ambas compañías apunta a un anuncio oficial en 2025, con la previsión de que los primeros modelos de Mercedes equipados con el motor B48 lleguen al mercado en 2027. Además, no se descarta que la colaboración se amplíe a transmisiones y otros componentes estratégicos, consolidando así una alianza que habría sido impensable hace apenas unos años.

El movimiento refleja cómo incluso los gigantes más competitivos del sector están obligados a replantear su estrategia. La lenta transición hacia el vehículo eléctrico, combinada con la presión regulatoria y las necesidades de rentabilidad, abre una nueva etapa de cooperación en la industria automotriz alemana.