Starbucks recorta 900 puestos y cerrará locales deficitarios
Starbucks ha anunciado una reestructuración de mil millones de dólares que implicará el cierre de cafés con bajo rendimiento y la eliminación de cerca de 900 posiciones no comerciales. Esta medida, que golpeará principalmente su operación en Norteamérica, forma parte de la estrategia “Back to Starbucks” para devolver al gigante del café su identidad de casa de café cuidada y rentable.
Desde sus inicios, Starbucks ha sido sinónimo de experiencia en torno al café: conversaciones pausadas, ambientes acogedores y baristas capacitados que personalizan cada bebida. Pero a medida que la presión sobre los costos, los cambios en los hábitos de consumo y la competencia se intensificaron, esa visión tradicional comenzó a diluirse. Ante ello, la firma ha decidido tomar medidas drásticas.
Este jueves, la compañía anunció un ambicioso plan de reestructuración valorado en aproximadamente 1 000 millones de dólares que contempla el cierre de locales que no cumplen con criterios operativos ni financieros y la supresión de unas 900 posiciones dentro del cuerpo de soporte no vinculadas a tienda.
De acuerdo con la presentación ante la SEC, la compañía abordará costos por separación a empleados por 150 millones de dólares, depreciaciones y deterioros de activos por 400 millones, y unos 450 millones asociados a obligaciones de arrendamientos por cierres anticipados. La gran mayoría de estas cargas recaerán sobre la operación norteamericana, donde Starbucks identificó que hasta el 90 % del impacto se concentrará.
El plan “Back to Starbucks”, impulsado bajo el liderazgo de su consejero delegado Brian Niccol (exdirector de Chipotle), busca precisamente reenfocar la cadena hacia su esencia: cafés íntimos, tiempos de servicio más ágiles y una oferta más depurada. En la práctica, esto ha significado ya la retirada de algunos productos menos vendidos, una meta de espera en mostrador por debajo de los cuatro minutos, y la reimplantación de elementos físicos clásicos como el autoservicio de condimentos o tazas de cerámica.
La compañía explica que, al analizar su red de locales, identificó aquellos que no tendrían un camino claro hacia la rentabilidad ni el estándar físico que define su marca, y que por tanto no calzan con la visión a futuro. Esos espacios serán clausurados. Aun así, Starbucks anticipa que la disminución neta de cafés será relativamente modesta: se estima que la red en Norteamérica se reducirá apenas un 1 % en tiendas durante el año fiscal, compensando con nuevas aperturas donde sea viable.
Este no es el primer ajuste radical bajo la nueva dirección. En febrero de 2025 la compañía ya había recortado alrededor de 1 100 puestos administrativos como parte del mismo esfuerzo de simplificación. Ha eliminado bebidas poco rentables (alrededor del 30 % del menú será descartado) para concentrarse en menos referencias con mayor rotación. En sus resultados más recientes, Starbucks mostró una caída comparativa de ventas del 4 % global (4 % en EE. UU., y 6 % en China), aunque ese descenso fue menor al esperado por los analistas.
Para los empleados afectados, la empresa ofrecerá paquetes de indemnización, y la transición incluirá acompañamiento. En paralelo, Starbucks afirma que mantendrá y reforzará sus inversiones en los locales remanentes, promoviendo internamente los roles de liderazgo (90 % de promociones locales a tres años luz) y duplicando permisos parentales.
Desde el punto de vista estratégico, este movimiento evidencia la presión en el sector del café premium: márgenes ajustados, costos crecientes (materias primas, mano de obra, logística) y consumidores más selectivos. Starbucks apuesta por reducir complejidad, eliminar aquello que distrae y volver a un modelo distintivo centrado en la experiencia. Si logra ejecutar bien este ajuste, podrá recuperar su brillo como referente del mundo del café; si le falla la ejecución o la comunicación, podría perder relevancia frente a competidores más ágiles.
Para las empresas y emprendedores que observan de cerca, esta encrucijada de Starbucks es una lección: reinventarse no es solo cuestión de estrategia, sino de valentía para sacrificar aquello que ya no aporta y refocalizar donde hay valor real. En tiempos de cambio, pocas organizaciones tienen el margen para conservar lo que no funciona.