Máxima alerta por 3I/Atlas: el calor del Sol dispara la inquietud mundial

cometa 3I/ATLAS

La fragmentación del objeto interestelar y sus aceleraciones “no gravitacionales” reabren la discusión científica mientras Avi Loeb apunta hasta quince anomalías en su comportamiento

El misterioso objeto interestelar 3I/Atlas ha vuelto a dinamitar los manuales. Tras su reciente paso por el perihelio, el calor extremo del Sol habría comenzado a desintegrar su núcleo en decenas de fragmentos, generando una nube de escombros tan densa como desconcertante. Las grandes agencias espaciales, incluida la NASA, insisten en que no existe una amenaza inmediata para la Tierra, pero admiten que la dinámica del objeto no encaja del todo con las leyes gravitacionales clásicas.
En paralelo, el astrofísico de Harvard Avi Loeb asegura haber identificado hasta quince anomalías en la trayectoria, composición y emisión de gases de 3I/Atlas. Entre ellas, una composición inusualmente rica en metales industriales y una órbita que parece “demasiado ordenada” dentro del plano de los planetas.
Loeb va más lejos y se atreve a plantear que podríamos estar ante un “dispositivo tecnológico interestelar”, capaz incluso de haber usado la gravedad de Júpiter en marzo de 2026 para maniobrar de forma intencional. La mayoría de la comunidad científica responde con escepticismo, pero nadie aparta la mirada del objeto.
El resultado es un cóctel explosivo de ciencia, misterio y especulación controlada, con una pregunta de fondo que nos interpela: ¿estamos ante un visitante natural mal entendido o ante algo que desafía de verdad nuestra tecnología y nuestra física?

Un cometa que se deshace al calor del perihelio

El perihelio —el punto de máxima aproximación al Sol— ha sido letal para 3I/Atlas. Los modelos térmicos estiman que el objeto ha soportado temperaturas superiores a los 800 grados Celsius en su superficie, suficientes para hacer saltar por los aires cualquier estructura frágil o con fuertes tensiones internas acumuladas.
A diferencia de un cometa típico del Sistema Solar, cuya actividad se limita a la sublimación de hielos y la formación de una cola más o menos estable, 3I/Atlas ha entrado en una fase de fragmentación progresiva del núcleo. Las imágenes de alta resolución apuntan a una treintena de bloques mayores de 50 metros rodeados por una nube fina de polvo y fragmentos menores.

Este hecho revela un comportamiento más cercano a una desintegración catastrófica que a la “simple” activación cometaria. Algunos equipos plantean que 3I/Atlas pudo sufrir impactos previos antes de entrar en nuestro sistema, quedando “cuarteado” y especialmente vulnerable al estrés térmico. Otros sugieren una estructura interna muy porosa, más parecida a un conglomerado de escombros que a un cuerpo monolítico.

En cualquier caso, la imagen de un objeto interestelar que se deshace ante nuestros ojos ilustra hasta qué punto seguimos trabajando con hipótesis muy preliminares cuando se trata de visitantes que vienen “del más allá” de nuestra vecindad astronómica.

Aceleraciones que no encajan con la gravedad clásica

Si la fragmentación ya sería suficiente para justificar la atención global, hay otro elemento que preocupa a los dinámicos orbitales: las aceleraciones anómalas de 3I/Atlas. Los datos fotométricos y astrométricos muestran pequeñas desviaciones respecto a la trayectoria que predeciría la pura interacción gravitatoria entre el objeto, el Sol y los planetas.

En teoría, este tipo de discrepancias podría explicarse por la expulsión de gas y polvo, que genera una especie de “micropropulsión” natural. Pero en el caso de 3I/Atlas, el patrón resulta extrañamente coherente: la aceleración se repite con una periodicidad casi constante, ligada a episodios de emisión que algunos telescopios han identificado como jets localizados en la superficie del objeto.

La NASA y otras agencias insisten en que, por ahora, estos efectos encajan “dentro del margen de lo plausible” para un cuerpo extremadamente activo en condiciones extremas. Sin embargo, reconocen que el modelo estándar requiere ajustes finos para reproducir todos los datos. No hay peligro de impacto, pero sí la sensación incómoda de estar frente a un fenómeno que no termina de cuadrar en los esquemas de siempre.

Lo más grave, desde un punto de vista metodológico, es que estos datos llegan cuando aún se debate cómo interpretar las aceleraciones de otros objetos interestelares, como sucedió con ‘Oumuamua. 3I/Atlas añade una pieza más a un puzle que se complica.

Una imagen térmicamente realzada de 3I/ATLAS revela bandas de calor concéntricas en capas, un halo exterior inclinado que se resiste a los vectores solar y de velocidad, y rasgos estructurales que desafían el comportamiento natural de un cometa. usaherald

Las quince anomalías según Avi Loeb

En este contexto irrumpe la voz, tan mediática como polémica, de Avi Loeb. El astrofísico asegura haber identificado quince anomalías en el comportamiento de 3I/Atlas, algunas de ellas especialmente llamativas. Entre ellas, destaca:

  • Una densidad media aparente más alta de lo esperado para un cometa, compatible con materiales metálicos.

  • Una reflectividad que sugiere superficies parcialmente pulidas o de composición no habitual.

  • Una órbita muy alineada con el plano eclíptico, más típica de objetos “domesticados” por un sistema planetario que de restos expulsados de forma caótica.

En una de sus intervenciones, Loeb llegó a afirmar que “es razonable considerar la hipótesis de una tecnología interestelar hasta que los datos demuestren lo contrario”. Para él, 3I/Atlas podría ser una estructura artificial, degradada por el tiempo, que estaría aprovechando la gravedad de cuerpos como Júpiter para maniobrar y modificar su trayectoria.

La mayoría de sus colegas se muestran mucho más cautos. Recuerdan que la estadística de objetos interestelares observados sigue siendo ínfima —apenas tres catalogados en menos de una década— y que extrapolar conclusiones fuertes con tan poca muestra es arriesgado. Pero el simple hecho de que un científico de su peso ponga sobre la mesa la palabra “tecnología” basta para disparar la atención mediática.

Atlas del objeto interestelar y la posición relativa del orbitador Tianqing-1 Mars