Tras 3I/ATLAS, tormentas geomagnéticas de Navidad

Vista del brillo auroral en el cielo nocturno, fenómeno provocado por las tormentas geomagnéticas próximas a impactar la Tierra.

Entre el 22 y 25 de diciembre de 2025, la Tierra estará expuesta a fuertes tormentas geomagnéticas derivadas de una potente eyección de masa coronal. Especialistas advierten posibles alteraciones en sistemas GPS, comunicaciones y redes eléctricas, además de una inusual visibilidad de auroras boreales en latitudes medias.

En un momento en el que el clima espacial rara vez ocupa titulares, el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la NOAA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han encendido las alertas: entre el 22 y el 25 de diciembre de 2025 se espera una serie de tormentas geomagnéticas que podrían ir más allá del “simple” espectáculo de auroras en el cielo. Los modelos apuntan a varios episodios de actividad de nivel bajo a moderado (escala G1, con posibilidad de impulsos más intensos), en plena fase activa del ciclo solar 25, que sigue generando eyecciones de masa coronal de consideración.

La eyección de masa coronal que dispara el índice Kp

El origen del episodio es una potente eyección de masa coronal (CME) detectada el fin de semana previo: una burbuja de plasma y campos magnéticos expulsada desde la corona solar a gran velocidad. Este tipo de eventos, habituales cerca del máximo solar, ya provocaron una tormenta fuerte (G3) en noviembre, que puso a prueba los sistemas de monitorización europeos y estadounidenses.

En términos prácticos, lo que se vigila estos días es cómo esa CME interactúa con la magnetosfera terrestre. Si el campo magnético de la eyección llega bien orientado para “acoplarse” al de la Tierra, el índice Kp —que mide la perturbación geomagnética en una escala de 0 a 9— puede escalar desde valores típicos de tormenta menor (G1) hacia niveles más serios (G2–G3). Es ahí donde empiezan los problemas para las infraestructuras tecnológicas.

GPS, comunicaciones y redes eléctricas: dónde puede notarse

¿Qué puede notar realmente la sociedad de estas tormentas? Los expertos manejan un abanico de impactos posibles:

• Sistemas GPS: errores puntuales de posicionamiento y pérdida intermitente de señal, con impacto potencial en aviación, navegación marítima, logística y hasta en aplicaciones cotidianas que dependen de la geolocalización de alta precisión.

• Comunicaciones por radio HF: degradación o cortes en las comunicaciones de alta frecuencia, esenciales para ciertas rutas aéreas de largo radio, operaciones militares y sistemas de emergencia en zonas remotas.

• Redes eléctricas: en latitudes medias y altas, las corrientes inducidas por la tormenta geomagnética pueden provocar fluctuaciones de voltaje e incrementar el riesgo de disparos de protección en transformadores y líneas de alta tensión, especialmente en redes muy cargadas o con poca redundancia.

Nada de esto implica, por sí solo, un “apagón global” garantizado, pero sí obliga a operadores e ingenieros a trabajar en modo de máxima atención durante la ventana del evento.

Satélites y aviación: protocolos ya activados

Varias operadoras de satélites comerciales y agencias espaciales han activado protocolos de precaución: se revisan órbitas por posible aumento de fricción atmosférica en órbita baja, se ajustan modos de operación para reducir riesgos en electrónica sensible y se incrementa la vigilancia ante posibles problemas en sensores y comunicaciones.

En el sector aéreo, las compañías siguen de cerca los avisos de NOAA y de los servicios regionales para valorar desvíos de rutas polares —más expuestas a perturbaciones de radio HF— y posibles ajustes en altitudes de crucero. Aunque el pasajero medio quizá solo note algún retraso aislado, detrás hay toda una maquinaria coordinada de meteorología espacial, control aéreo y planificación operativa.

Auroras en latitudes inusuales y una lección de vulnerabilidad

La cara más vistosa de estas tormentas será, probablemente, el cielo. Las previsiones apuntan a que las auroras podrían verse durante estos días más al sur de lo habitual, con opciones en el norte de Estados Unidos y en partes de Europa central si las condiciones de nubosidad lo permiten, algo ya observado en episodios anteriores de este mismo ciclo solar.

Pero más allá de la postal, el mensaje de fondo es otro: en una economía hiperconectada y cada vez más dependiente de satélites, navegación y redes eléctricas complejas, fenómenos que se originan a millones de kilómetros pueden afectar directamente a nuestra vida diaria. La anticipación —alertas tempranas, planes de contingencia, diseño robusto de infraestructuras— es hoy la mejor defensa frente a un tipo de riesgo que no podemos evitar, solo gestionar.

Este episodio de tormentas geomagnéticas, entre el 22 y el 25 de diciembre, funciona así como un recordatorio práctico de que la Tierra no vive aislada, sino inmersa en un entorno espacial dinámico, a veces imprevisible, que obliga a ciencia, industria y gobiernos a pensar más allá del pronóstico del tiempo “clásico”.

Vista del brillo auroral en el cielo nocturno, fenómeno provocado por las tormentas geomagnéticas próximas a impactar la Tierra.