La variante K de la gripe H3N2 dispara la presión hospitalaria en pleno invierno
La nueva subvariante A(H3N2) subclado K se expande con rapidez y pone bajo estrés a los sistemas sanitarios de Reino Unido, España y Estados Unidos en plena temporada de virus respiratorios.
En cuestión de semanas, la variante llamada subclado K del virus de la gripe A(H3N2) ha pasado de ser un término técnico en informes epidemiológicos a ocupar un lugar central en los comités de crisis de varios gobiernos. Su combinación de alta transmisibilidad, inicio temprano de la temporada y baja inmunidad previa está provocando una fuerte presión hospitalaria en países como Reino Unido, España y Estados Unidos, justo en el pico del invierno. Aunque los organismos internacionales insisten en que, por ahora, no hay pruebas claras de que cause una enfermedad intrínsecamente más grave que otras variantes de H3N2, el volumen de contagios y la saturación de urgencias están activando todas las alarmas.
Qué es la variante K de H3N2 y por qué preocupa
La subvariante A(H3N2) subclado K (antes J.2.4.1) es una rama recientemente dominante dentro de los virus de gripe A(H3N2) que circulan este año. Su aparición se produjo tras la selección de las cepas que componen la vacuna estacional 2025-2026, lo que ha generado un cierto “desajuste” (mismatch) entre el virus dominante y el preparado vacunal diseñado meses antes.
Los análisis genéticos muestran que este subclado presenta mutaciones acumuladas respecto a las variantes previas, suficientes para escapar parcialmente a la inmunidad generada por infecciones pasadas y, en menor medida, por la vacuna. Sin embargo, los estudios preliminares apuntan a que no se trata de un “nuevo virus”, sino de una evolución esperada del mismo H3N2 que circula desde finales de los años 60.
Los datos disponibles hasta ahora indican:
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Mayor circulación de H3N2/K respecto a otros tipos de gripe en el hemisferio norte.
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Incremento temprano de la actividad gripal esta temporada, varias semanas antes de lo habitual.
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Efectividad vacunal reducida frente al contagio, pero aún moderada frente a hospitalización, especialmente en niños y adolescentes.
Reino Unido, España y EEUU: hospitales bajo fuerte presión
El impacto visible de la variante K se mide en urgencias llenas, UCIs tensionadas y picos de hospitalizaciones.
En países como Reino Unido, la tasa de positividad en pruebas de gripe se ha triplicado respecto al año pasado y las hospitalizaciones por influenza A(H3N2) han aumentado en torno a un 50 % frente a temporadas recientes, llevando a varios hospitales a declarar situaciones de “incidente crítico”.
En España y otros países del entorno europeo, los informes de vigilancia apuntan a un incremento inusualmente temprano de los casos, con H3N2 subclado K como cepa dominante en buena parte de las muestras analizadas. Este repunte se combina con una inmunidad poblacional más baja tras temporadas de gripe relativamente suaves, lo que favorece cadenas de contagio más intensas.
En Estados Unidos, la actividad gripal venía siendo moderada hasta mediados de noviembre, pero la expansión del subclado K ha empezado a empujar al alza los ingresos, con advertencias explícitas sobre una posible reducción en la eficacia de la vacuna frente a esta variante.
El resultado no es tanto un aumento probado de la letalidad individual del virus, sino una combinación de más contagios, más hospitalizaciones y sistemas sanitarios ya sobrecargados por otros virus respiratorios y listas de espera acumuladas.
Un invierno difícil: impacto sanitario y económico
El efecto inmediato se siente en los hospitales, pero las consecuencias van más allá de los indicadores epidemiológicos. La circulación masiva de la variante K implica:
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Más bajas laborales por cuadros gripales de varios días de duración.
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Tensiones en sectores clave —sanidad, transporte, educación— por ausencias simultáneas de personal.
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Un repunte del absentismo escolar, especialmente entre menores de 5 años y adolescentes, considerados importantes “super-propagadores”.
En el plano económico, la combinación de picos de contagio y precaución social (cambios en el consumo, cancelaciones de viajes y eventos) puede traducirse en un frenazo puntual de la actividad, especialmente en servicios presenciales y comercio minorista.
Qué recomiendan las autoridades sanitarias
Pese al ruido mediático, los organismos internacionales insisten en un mensaje clave: la vacuna sigue siendo la principal herramienta de defensa, incluso cuando el virus dominante presenta cambios genéticos respecto a la cepa incluida en el preparado. Aunque la protección frente al contagio puede ser menor, los datos preliminares muestran una reducción significativa del riesgo de hospitalización, sobre todo en niños, mayores y grupos de riesgo.
Entre las recomendaciones más repetidas destacan:
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Vacunarse contra la gripe en cuanto sea posible, especialmente a partir de los 6 meses de edad y en personas vulnerables.
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Extremar la higiene respiratoria: lavado frecuente de manos, cubrirse al toser o estornudar y ventilar espacios cerrados.
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Evitar acudir al trabajo, al colegio o a eventos multitudinarios en caso de presentar síntomas compatibles con gripe (fiebre, malestar intenso, tos, dolor de garganta).
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Considerar el uso de mascarilla en entornos cerrados muy concurridos durante los picos de transmisión, según indiquen las autoridades locales.
Las medidas no buscan volver a un escenario de restricciones generalizadas, sino reducir la presión sobre los hospitales y proteger a quienes tienen más probabilidades de desarrollar complicaciones graves.
Vigilancia, nuevas variantes y lecciones para el futuro
La aparición y rápida expansión de A(H3N2) subclado K es un recordatorio de que los virus de la gripe evolucionan de forma constante. El desajuste entre la vacuna y la cepa dominante esta temporada ha reabierto el debate sobre:
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La agilidad de los sistemas de vigilancia para detectar mutaciones relevantes.
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La necesidad de vacunas más flexibles o actualizaciones más rápidas.
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El papel de tecnologías emergentes en el diseño de vacunas de amplio espectro.
Por ahora, la prioridad es doble: gestionar el pico de la temporada 2025-2026 y extraer lecciones para próximas campañas. La gran incógnita es si la combinación de vacunación acelerada, medidas de prevención básicas y la propia dinámica del virus permitirá contener esta ola sin que derive en una crisis prolongada.