Un chorro “imposible” en un cometa interestelar obliga a reescribir los modelos

Trajectory of 3I/ATLAS with positions of the planets on November 22, 2025. (Credit: NASA/JPL)

El cometa 3I/ATLAS muestra un jet periódico y oscilante nunca visto en un visitante de fuera del sistema solar

El descubrimiento del cometa interestelar 3I/ATLAS ya había sacudido a la comunidad científica por sí solo, pero las últimas observaciones lo han convertido en un auténtico laboratorio cósmico. Un equipo de investigadores con base en España ha detectado en este objeto un jet periódico y oscilante de gas y polvo, un fenómeno jamás observado en cometas procedentes de más allá de nuestro sistema solar.
El hallazgo, realizado con el Two-meter Twin Telescope (TTT), revela la existencia de un chorro localizado que se enciende y se apaga con una regularidad sorprendente, como un faro cósmico que pulsa en la oscuridad.
Este hecho revela algo incómodo para la astronomía clásica: los modelos que describían a los cometas interestelares como cuerpos más bien pasivos se quedan cortos. 3I/ATLAS parece albergar una dinámica interna mucho más rica, con procesos que podrían modificar tanto su entorno inmediato como su trayectoria.
La consecuencia es clara: el tercer visitante interestelar conocido ya no es solo una curiosidad astronómica, sino una pieza clave para entender cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios muy lejos del Sol.

Un cometa que rompe todos los esquemas

Hasta ahora, los cometas interestelares se habían observado como viajeros fugaces, difíciles de estudiar y, en el mejor de los casos, como instantáneas borrosas del exterior del sistema solar. 3I/ATLAS rompe esa lógica. Su paso ha coincidido con una época de telescopios más sensibles, mejores instrumentos y una comunidad científica preparada para explotar cada fotón que llega.

Los investigadores han detectado que el cometa no solo desarrolla una cola convencional al acercarse al Sol, sino que presenta patrones de actividad que se repiten con una periodicidad de varias horas. El comportamiento dista de ser una mera respuesta pasiva al calentamiento solar: el núcleo parece actuar como un sistema complejo, con zonas activas que se encienden de manera ordenada.

En términos prácticos, esto significa que 3I/ATLAS no encaja en la categoría de “cuerpo frío que se sublima al calentarse” y poco más. Es un objeto dinámico, con “ritmo propio”, capaz de sostener un patrón de expulsión de materia durante días, quizá semanas, mientras cruza el espacio interplanetario.
Para la ciencia, la pregunta pasa de ser “¿de dónde viene?” a “qué fenómenos ocurren dentro de ese núcleo que explican un comportamiento tan sofisticado”.

El jet periódico que nadie esperaba

El corazón del descubrimiento es el llamado jet periódico, un chorro de gas y polvo que brota de una región muy localizada del cometa y cuya intensidad oscila de manera regular. A diferencia de los jets observados en cometas del sistema solar, a menudo caóticos y difíciles de predecir, el de 3I/ATLAS muestra un patrón repetitivo que ha podido seguirse durante múltiples noches consecutivas.

Las mediciones apuntan a una periodicidad de unas pocas horas, compatible con la rotación del núcleo. A medida que esa zona activa gira, se orienta de forma distinta respecto al Sol y al observador, produciendo un ciclo de aumento y caída de brillo superior al 20% en determinados filtros. Esta modulación es la que ha permitido confirmar que no se trata de una simple variación estocástica, sino de un mecanismo ordenado.

“Lo que estamos viendo no tiene precedentes en cometas de fuera del sistema solar”, resumen fuentes del equipo. No es solo que el jet exista, sino que su estabilidad temporal obliga a replantear qué tipo de estructuras internas y de composición pueden sostener un fenómeno así en un objeto formado en otro sistema estelar. Para muchos, es el primer indicio de que la diversidad de “mundos helados” en la galaxia es mucho mayor de lo que sugerían los modelos más conservadores.

NASA’s Hubble Space Telescope reobserved interstellar comet 3I/ATLAS Nov. 30, with its Wide Field Camera 3 instrument. NASA, ESA, STScI, D. Jewitt (UCLA), M.-T. Hui (Shanghai Astronomical Observatory). Image Processing: J. DePasquale (STScI)

El papel clave del Two-meter Twin Telescope

Nada de esto habría sido posible sin el Two-meter Twin Telescope (TTT), un instrumento de dos metros de diámetro que opera desde España y que ha demostrado que la alta ciencia no es patrimonio exclusivo de los grandes observatorios de 8 o 10 metros. Su configuración gemela y su capacidad para realizar observaciones continuadas han sido determinantes para seguir la evolución del jet en escalas de tiempo de horas y días.

El TTT ha permitido no solo obtener imágenes de alta resolución angular, sino también medir propiedades físico-químicas del chorro: velocidad de expansión, tamaño característico de las partículas de polvo, variaciones en la composición del gas e incluso indicios de estructuras en capas dentro del propio jet. El nivel de detalle alcanzado en un objeto tan remoto habría sido impensable hace apenas una década.

Lo más relevante es la metodología: campañas de observación prolongadas, modelos de análisis que combinan fotometría y dinámica y una coordinación precisa entre distintos turnos de observación. Este enfoque demuestra que, con instrumentos de tamaño medio y una planificación rigurosa, se pueden conseguir resultados de frontera en la astronomía de objetos interestelares, un campo que apenas empieza a desplegarse.

Qué nos dice el chorro sobre el interior de 3I/ATLAS

El jet periódico es mucho más que un elemento estético en las imágenes del cometa: es una ventana directa al interior de 3I/ATLAS. La existencia de una región tan activa sugiere que el núcleo contiene reservas de volátiles (hielos de agua, CO, CO₂ u otros compuestos) dispuestos de forma muy heterogénea. Cuando esa zona recibe la radiación adecuada, el material se sublima y escapa al espacio en forma de chorro colimado.

La regularidad del fenómeno apunta a un núcleo con una rotación relativamente estable, quizá de entre 6 y 12 horas, y con ejes de inercia bien definidos. Lejos de tratarse de un bloque caótico de hielo y roca, 3I/ATLAS se comporta como un cuerpo sólido con estructuras internas diferenciadas, capaz de sostener ciclos de actividad sin desintegrarse.

El diagnóstico es inequívoco: los cometas interestelares pueden ser mucho más activos, complejos y “vivos” de lo que se había asumido. La hipótesis de una especie de actividad “volcánica fría”, con episodios periódicos de descarga de energía almacenada en forma de volátiles, gana fuerza. Y con ella, la idea de que estos objetos son archivos dinámicos de las condiciones físicas y químicas de otros sistemas planetarios, no simples fósiles inertes.

Ciencia global: colaboración y carrera tecnológica

El descubrimiento del jet de 3I/ATLAS subraya, además, el valor de la colaboración internacional. Aunque el Two-meter Twin Telescope se opera desde España, el análisis de los datos y la interpretación de los resultados involucrarán a equipos de múltiples países y agencias. La astronomía de objetos interestelares es demasiado exigente como para abordarla en solitario.

La carrera no es solo científica, también tecnológica. Países y consorcios que lideren este campo podrán marcar la agenda de futuras misiones, orientar el desarrollo de nuevos telescopios —tanto en tierra como en órbita— y captar una parte creciente del flujo de recursos que se mueve alrededor de la exploración del espacio profundo. La frontera entre investigación básica y aplicaciones estratégicas se difumina cuando se habla de sensores, algoritmos de detección temprana o sistemas de navegación autónoma pensados para interceptar objetos rápidos y lejanos.

En ese contexto, el éxito del TTT y de los equipos implicados envía un mensaje nítido: las infraestructuras científicas de tamaño medio, bien gestionadas y conectadas en redes globales, pueden producir resultados de primer nivel y situar a sus países en el mapa de la ciencia que viene.