El enigmático cometa interestelar 3I/ATLAS desafía las leyes naturales con su inusual comportamiento
El cometa interestelar 3I/ATLAS, descubierto en 2025 por el sistema ATLAS en Chile, desconcierta a los astrónomos con un “latido” luminoso regular y una trayectoria no del todo explicable por la gravedad clásica, alimentando un intenso debate entre partidarios de una explicación natural y defensores de hipótesis más arriesgadas.
Desde su descubrimiento en 2025 por el sistema ATLAS en Chile, el cometa interestelar 3I/ATLAS se ha convertido en uno de los objetos más intrigantes del firmamento reciente. Sus fluctuaciones de luz cada 16 horas y una trayectoria que parece no obedecer solo a la gravedad han abierto una discusión que va desde la física cometaria más ortodoxa hasta hipótesis sobre un posible origen artificial. Mientras la mayoría de la comunidad científica se inclina por una explicación basada en jets de gas y polvo y efectos no gravitatorios conocidos, voces como la del astrónomo Avi Loeb han reavivado la pregunta de si podríamos estar observando algo más que un simple cometa natural.
Un visitante interestelar atípico
El sistema ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System) detectó a 3I/ATLAS desde el hemisferio sur, en Chile, marcando un nuevo hito en la observación de objetos interestelares. A diferencia de otros cometas, este visitante llegó acompañado de un patrón luminoso llamativamente regular y cambiante en lapsos muy cortos, algo que llamó de inmediato la atención de los especialistas.
Lo que inicialmente parecía un cometa más en el catálogo de objetos que cruzan el Sistema Solar desde el espacio interestelar pronto mostró características que no encajaban del todo con la imagen típica de un cuerpo helado en trayectoria de paso. De ahí que, desde sus primeras observaciones, 3I/ATLAS haya pasado a ocupar un lugar prioritario en la agenda de observatorios profesionales y redes de astrónomos aficionados.
El “latido” luminoso cada 16 horas
Uno de los rasgos más llamativos de 3I/ATLAS es su variación de brillo extremadamente regular. Los datos muestran que la luz del cometa se intensifica y se atenúa aproximadamente cada 16 horas, un ciclo que se repite con notable precisión. Este comportamiento ha sido descrito por Avi Loeb como el “latido” del cometa, una metáfora que evoca casi una dinámica orgánica para un cuerpo esencialmente rocoso y helado.
La explicación dominante entre los investigadores apunta a jets periódicos de gas y polvo que emanan del núcleo. A medida que el cometa rota, determinadas zonas de su superficie quedan expuestas a la radiación solar, activando chorros que modifican su brillo de forma rítmica. El resultado es un patrón que, aunque sorprendente, podría seguir encajando en los procesos físicos conocidos en la cometología moderna.
Una trayectoria que desafía las expectativas
Más allá del brillo, otro aspecto que inquieta a los expertos es la trayectoria de 3I/ATLAS. Sobre el papel, un cometa interestelar debería moverse siguiendo una órbita esencialmente gobernada por las fuerzas gravitacionales del Sistema Solar. Sin embargo, las mediciones apuntan a que este objeto experimenta aceleraciones adicionales, difíciles de encajar de forma simple en las leyes de Newton aplicadas a un cuerpo pasivo.
Esta desviación ha abierto la puerta a múltiples interpretaciones. Algunas apuntan a posibles fuerzas externas, otras a efectos internos poco habituales. La lectura más prudente, respaldada por buena parte de la comunidad, es que estas anomalías podrían explicarse por emisiones de material que, al ser expulsado, ejercen una pequeña pero perceptible presión de reacción sobre el núcleo, alterando su movimiento de manera sutil.
Hipótesis audaces sobre su origen
En paralelo a las interpretaciones conservadoras, no faltan quienes miran a 3I/ATLAS como un posible candidato a algo más que un cometa. El astrónomo Avi Loeb, conocido por sus planteamientos heterodoxos, ha sugerido que no puede descartarse por completo una procedencia artificial, llegando a plantear la posibilidad de que se trate de una sonda o artefacto manufacturado fuera de nuestro Sistema Solar.
Estas hipótesis, aunque llamativas, están lejos de ser mayoritarias. La mayor parte de los investigadores se inclina por escenarios naturales: desde mecanismos complejos de jets de gas hasta composiciones peculiares del objeto que podrían amplificar los efectos no gravitatorios. Aun así, el debate sirve para recordar que el cosmos sigue ofreciendo fenómenos que ponen a prueba nuestros modelos y obligan a revisar, matizar o reforzar teorías establecidas.
Observación continua y próximos pasos científicos
El consenso entre los equipos que siguen a 3I/ATLAS es claro: la observación continuada será determinante para desentrañar su naturaleza. Telescopios terrestres y sistemas automatizados monitorizan con detalle sus variaciones de brillo y sus cambios de trayectoria, generando una base de datos que crece día a día. Cada nueva medición puede aportar una pieza adicional al rompecabezas.
En la práctica, este seguimiento permitirá refinar los modelos sobre la rotación del núcleo, la actividad de los jets, la composición del material expulsado y el efecto de todo ello sobre la órbita. A medida que se acumulen observaciones independientes desde diferentes observatorios, la capacidad de descartar o reforzar determinadas hipótesis aumentará de forma significativa.
Ciencia, especulación y fascinación pública
Como ocurre con otros objetos interestelares, 3I/ATLAS no solo despierta el interés de los científicos, sino también el de un público cada vez más atento a las noticias sobre el cosmos. La combinación de comportamiento inusual, hipótesis arriesgadas y un relato que apela al misterio ha convertido a este cometa en un fenómeno mediático.
El reto para la comunidad científica y divulgadora será mantener el equilibrio entre la legítima fascinación por lo desconocido y la necesidad de rigor. Separar la frontera entre lo que sabemos, lo que sospechamos y lo que, por ahora, solo podemos imaginar será clave para que casos como el de 3I/ATLAS contribuyan a mejorar la comprensión colectiva del universo y no a alimentar malentendidos.
Al final, este cometa —captado inicialmente por el sistema ATLAS con su brillo variable y trayectoria inusual— podría convertirse en un laboratorio natural excepcional. Ya sea que confirme los modelos actuales o los obligue a cambiar, su paso dejará tras de sí algo más que una estela de polvo: dejará nuevas preguntas y, con suerte, mejores respuestas sobre cómo funciona el cosmos.