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La NASA deslumbra con las mejores imágenes del cometa 3I/ATLAS, la “puerta al pasado” que llega desde otra estrella

Cometa 3I/ATLAS captada por la cámara HiRISE de la Mars Reconnaissance Orbiter.

La NASA ha vuelto a acaparar miradas. Esta vez, con un invitado que no pertenece a nuestro vecindario cósmico: el cometa interestelar 3I/ATLAS. Gracias a una campaña coordinada desde Marte, la agencia ha presentado imágenes tan nítidas como sugerentes de este viajero que no solo cruza nuestro sistema solar, sino que se perfila como una auténtica “puerta al pasado” para entender cómo se forman y evolucionan los sistemas planetarios mucho más allá del Sol.

3I/ATLAS es solo el tercer objeto confirmado que llega a nuestro sistema solar desde otra estrella, después de ‘Oumuamua y Borisov. Hablamos de un cuerpo que podría haberse formado miles de millones de años antes del nacimiento del Sol y que, tras un viaje de escala galáctica, ha pasado fugazmente por nuestro vecindario cósmico. Para la comunidad científica, es una cápsula de tiempo de otro sistema estelar; para el gran público, un recordatorio de lo poco que aún sabemos sobre lo que hay más allá de la nube de Oort.

Por esa rareza, cada fotón cuenta. Cualquier dato sobre brillo, composición química o cantidad de agua liberada al aproximarse al Sol sirve para compararlo con los cometas “domésticos” del sistema solar y responder a una pregunta clave: ¿se forman y evolucionan igual los cometas aquí que alrededor de otras estrellas?

A principios de octubre, tres misiones de la NASA en Marte tuvieron una posición privilegiada para observar a 3I/ATLAS: el orbitador Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), la sonda MAVEN y el rover Perseverance.

La cámara HiRISE de MRO, diseñada para obtener imágenes de altísima resolución de la superficie marciana, giró hacia el cielo para seguir el cometa. Desde unos 30 millones de kilómetros, lo captó como una pequeña bola de píxeles: el coma, la nube de polvo y hielo que rodea al núcleo, vista a una escala de decenas de kilómetros por píxel. Visualmente es solo una “mancha”, pero para los científicos es un conjunto de medidas que permite acotar el tamaño del núcleo y la estructura del material que lo rodea.

MAVEN, por su parte, observó el cometa en ultravioleta con su cámara IUVS. Esa información servirá para medir cuánta agua se evapora al calentarse el cometa y para estimar la relación entre diferentes formas de hidrógeno, una especie de huella química que ayuda a reconstruir su origen y su historia. Perseverance añadió una pieza simbólica: desde la superficie de Marte, su cámara Mastcam-Z logró captar a 3I/ATLAS como una mancha extremadamente tenue en imágenes de larga exposición, con las estrellas formando estelas y el cometa casi perdido en el ruido.

El resultado puede parecer poco espectacular para el ojo no entrenado, pero es justo lo contrario para la ciencia. Estas campañas coordinadas desde órbita y superficie ofrecen una combinación de geometrías y longitudes de onda difícil de repetir, y convierten a Marte en un observatorio perfecto de un visitante interestelar que no volverá.

La revolución silenciosa de la astrofotografía amateur

Mientras las misiones oficiales procesan sus datos con calma, la comunidad amateur se mueve mucho más deprisa. En foros y redes se ha viralizado el trabajo de un astrofotógrafo que, desde su propio telescopio y con procesados muy cuidadosos, asegura haber captado detalles del núcleo de 3I/ATLAS, incluso un patrón compatible con rotación.

La publicación que difunde su vídeo lo describe como “contenido de oro puro” y destaca que explica, paso a paso, cómo apila y trata las imágenes, de manera que cualquiera con cierto equipo pueda intentar replicar el resultado. No hay filtraciones ni documentos secretos: es el ejemplo perfecto de cómo un aficionado motivado puede exprimir datos públicos y privados para arañar información de un punto apenas visible en el cielo.

Lejos de enfrentarse, estas dos maneras de mirar el cometa se complementan. Las misiones de la NASA priorizan datos cuantitativos y calibrados, pensados para artículos científicos y no para impactar visualmente. Los amateurs juegan en el límite del ruido, buscando el máximo de detalle reconocible para el ojo humano. De ahí que a veces parezca que las agencias “se guardan” cosas cuando, en realidad, simplemente están comunicando con otro formato y otros tiempos.

Ciencia, especulación y narrativa en la era de los datos

Cada nuevo objeto interestelar alimenta teorías de todo tipo: desde explicaciones puramente físicas hasta hipótesis más arriesgadas sobre posibles tecnologías o artefactos creados por otras civilizaciones. 3I/ATLAS no ha sido una excepción. Algunas anomalías en su brillo o en la forma de su coma han bastado para que surjan relatos de “núcleos controlados” o comportamientos extraños, a menudo sin el contexto físico adecuado.

Aquí es donde el contraste entre trabajo profesional y amateur se vuelve clave. Las misiones de la NASA publican sus datos junto con modelos y márgenes de error; los astrofotógrafos responsables explican sus técnicas y limitaciones. El problema aparece cuando imágenes aisladas, arrancadas de ese contexto, se convierten en gasolina para narrativas que hablan de guardianes que ocultan información o de señales extraordinarias sin pruebas sólidas.