Un visitante interestelar bajo la lupa de Júpiter

La verdad oculta tras el cambio de trayectoria del cometa 3I/ATLAS: un enigma interestelar que desafía a la ciencia

La verdad oculta tras el cambio de trayectoria del cometa 3I/ATLAS: un enigma interestelar que desafía a la ciencia

El cometa interestelar 3I/ATLAS (C/2025 N1) atraviesa el Sistema Solar a una velocidad de vértigo —unos 58 km/s de velocidad hiperbólica, el visitante más rápido jamás registrado— y se dirige a un encuentro muy cercano con Júpiter en marzo de 2026. Su trayectoria hiperbólica, alineada casi a la perfección con el plano de los planetas y alterada por la gravedad del gigante gaseoso, ha encendido el debate científico: desde modelos que explican el fenómeno con pura dinámica gravitatoria hasta hipótesis mucho más atrevidas sobre anomalías y posibles maniobras “no naturales”. Lo que está en juego no son las leyes de la física, que siguen intactas, sino nuestra comprensión de cómo viajan y se forman estos mensajeros interestelares.

El cosmos no deja de sorprendernos. A medida que el cometa 3I/ATLAS, conocido también como C/2025 N1, se adentra en nuestro sistema solar, los científicos están más intrigados que nunca. ¿Qué nos esconde este visitante interestelar? Su trayectoria no parece sencilla, ni nada menos que algo que hayamos visto hasta ahora, y eso pone en jaque las leyes que creíamos absolutas.

Un cometa interestelar con pasado y futuro abiertos

El 3I/ATLAS, también catalogado como C/2025 N1 (ATLAS), es el tercer objeto interestelar confirmado que visita nuestro Sistema Solar, después de 1I/ʻOumuamua y 2I/Borisov. Descubierto el 1 de julio de 2025 por el sistema ATLAS en Chile, sus primeras observaciones ya apuntaban a una órbita claramente hiperbólica, es decir, no ligada al Sol: llega desde fuera y, cuando termine su breve paso, no volverá.

Lo que hace a 3I/ATLAS especialmente intrigante es su velocidad. Su exceso hiperbólico es de unos 58 km/s (más de 200.000 km/h), lo que lo convierte en el visitante más rápido observado en el entorno solar. Cerca del perihelio ha alcanzado cifras del orden de 130.000 millas por hora, según estimaciones de NASA y otros observatorios. Esta “bala cósmica” ha pasado ya entre las órbitas de la Tierra y Marte y se encamina hacia la periferia del sistema, pero con una parada muy interesante en el camino: su encuentro con Júpiter.

La cita con Júpiter: cuándo y por qué cambiará su trayectoria

Las efemérides orbitales indican que 3I/ATLAS se acercará a Júpiter el 16 de marzo de 2026, a una distancia mínima de unas 0,36 unidades astronómicas (unos 53 millones de kilómetros, a escala cósmica, un “rozamiento” relativamente estrecho). Aunque no hay ningún riesgo de impacto, la enorme masa del planeta actuará como una lente gravitatoria capaz de desviar la trayectoria del cometa.

Conviene aclararlo: no se trata de que el cometa “viole” las leyes de la física, sino justo lo contrario. El cambio de rumbo es una consecuencia directa de la gravedad de Júpiter. Los modelos dinámicos muestran que, tras pasar por la llamada esfera de Hill del planeta —la zona donde su gravedad domina sobre la del Sol—, 3I/ATLAS continuará en una órbita hiperbólica, pero con una dirección y velocidad ligeramente modificadas. Es el mismo mecanismo por el que utilizamos a Júpiter para hacer asistencias gravitatorias con sondas espaciales.

De dónde viene 3I/ATLAS y qué nos puede contar

Los cálculos de su trayectoria apuntan a que 3I/ATLAS llega desde la dirección de la constelación de Sagitario, probablemente desde alguna región del disco de la Vía Láctea donde abundan estrellas y nubes moleculares. No hay indicios de que proceda de “civilizaciones estelares”, pero sí de que podría ser un fragmento expulsado de un antiguo sistema planetario, un bloque de hielo y roca que ha vagado durante miles de millones de años antes de cruzarse con nosotros.

Su composición, rica en hielos volátiles y polvo, parece comparable a la de algunos cometas del Sistema Solar, pero su historia térmica y dinámica es completamente distinta. Estudiar su coma, su núcleo y sus emisiones de gas nos permite analizar directamente material formado alrededor de otra estrella, algo que hasta hace muy poco era ciencia ficción.

¿Anomalía física o simple mecánica celeste extrema?

Alrededor de 3I/ATLAS han surgido también interpretaciones mucho más audaces. El astrofísico Avi Loeb ha sugerido que ciertas anomalías en su trayectoria y en su aceleración no gravitatoria podrían, en principio, ser compatibles con maniobras de origen artificial, e incluso ha llegado a plantear —como hipótesis de muy baja probabilidad— que el cometa pudiera depositar sondas en las cercanías de Júpiter para aprovechar su campo gravitatorio como “baliza” cósmica.

La inmensa mayoría de la comunidad científica, sin embargo, considera que los datos se explican mejor con procesos cometarios normales pero extremos: chorros asimétricos de gas que actúan como pequeños propulsores naturales, una rotación compleja del núcleo y una órbita muy inclinada y excéntrica que amplifica cualquier pequeño empujón. Por ahora, no se ha detectado ninguna “tecnofirma” clara —señales, emisiones o estructuras— que obligue a invocar tecnología extraterrestre.

Qué podemos esperar del seguimiento de 3I/ATLAS

En los próximos meses, telescopios en Tierra y en el espacio seguirán monitorizando a 3I/ATLAS, especialmente a medida que se acerque a su encuentro con Júpiter. Misiones y estudios en marcha exploran incluso la viabilidad de sondas rápidas que puedan sobrevolarlo o aprovechar su paso para recoger datos de primera mano sobre su superficie y su entorno.

Más allá de titulares sobre “misterios” o “verdades ocultas”, lo realmente revolucionario es esto: gracias a 3I/ATLAS, estamos aprendiendo a leer fragmentos físicos de otros sistemas estelares. Su cambio de trayectoria tras pasar por Júpiter no es una violación de la ciencia, sino una oportunidad única para la ciencia: comprobar hasta qué punto entendemos la danza gravitatoria entre un cometa que viene de otra estrella y el mayor planeta de nuestro vecindario.

Si algo deja claro 3I/ATLAS es que el universo todavía guarda sorpresas. Pero, de momento, esas sorpresas se están escribiendo con la tinta de la física conocida, no con la de conspiraciones cósmicas.