El fin de Zelenski La caída de Yermak marca un viraje decisivo en la crisis política ucraniana
La dimisión de Andriy Yermak, mano derecha de Zelenski, impulsada por investigaciones anticorrupción, agita la escena política ucraniana y abre un nuevo capítulo en las tensas negociaciones internacionales con Rusia y Estados Unidos.
El inesperado declive de Andriy Yermak, hasta ahora mano derecha del presidente Volodímir Zelenski, ha puesto bajo una nueva luz la intrincada partida política que se juega en Kiev, justo cuando las conversaciones de paz parecen más frágiles que nunca.
Un registro domiciliario de corte anticorrupción llevado a cabo por la NABU ha precipitado la dimisión de quien era considerado el segundo hombre más influyente en el Ejecutivo ucraniano, abriendo un abanico de especulaciones con claras derivadas internacionales y marcando un punto de inflexión en el equilibrio interno de poder.
El declive de Yermak y su impacto político
Andriy Yermak, figura clave en la arquitectura de decisiones de Zelenski, se desploma en medio de un escándalo de corrupción que no solo pone en cuestión su credibilidad, sino que también desata una lucha interna a puertas cerradas en Kiev.
Analistas consultados consideran que la caída de Yermak puede convertirse en el símbolo de una reconfiguración radical del aparato de poder ucraniano. En esta lectura, el sistema se vería sometido a presiones crecientes no solo desde dentro del país, sino también desde actores externos como Estados Unidos y Rusia, interesados en influir en el desenlace político en plena guerra.
La estrategia estadounidense y la crisis interna
El analista Marcelo Ramírez interpreta la activación de los mecanismos anticorrupción como parte de una maniobra más amplia destinada a erosionar el liderazgo actual y facilitar un cambio político que abra la puerta a un posible acuerdo con Rusia, ya sea por la vía negociada o acompañado de un nuevo despliegue militar sobre el terreno.
En este marco, no deja de resultar llamativo que los golpes más contundentes contra la corrupción se produzcan en paralelo a la renegociación del futuro de Ucrania. La secuencia alimenta la sospecha de que las prioridades judiciales y políticas estarían alineadas con intereses que trascienden las fronteras ucranianas, y que buscan recomponer el liderazgo del país para hacer viable una salida al conflicto.
Presión desde Moscú y escenarios futuros
Por su parte, el experto Juan Antonio Aguilar vincula la crisis de Kiev con el endurecimiento de la postura rusa, que no tendría intención de aceptar acuerdos con un gobierno que percibe como desacreditado y debilitado. Desde esta perspectiva, el escándalo que rodea a Yermak no solo complica la posición de Zelenski, sino que puede ser utilizado por Moscú como argumento para cuestionar la legitimidad de sus interlocutores.
La posible corrupción no se limitaría al ámbito ucraniano: las sospechas apuntan a conexiones que podrían alcanzar capitales europeas como Bruselas o Londres, lo que incrementa la urgencia de sellar un acuerdo antes de que salgan a la luz vínculos incómodos con figuras políticas o financieras del entorno internacional.
Zelenski entre el desgaste y el riesgo de perder el control
Los analistas manejan varios escenarios. En uno de ellos, Zelenski quedaría profundamente debilitado, reducido a una figura casi ornamental, mientras el poder real se desplaza hacia otras estructuras del Estado o hacia nuevos liderazgos emergentes. En otro, la presión interna y externa podría desembocar en una aceleración de elecciones anticipadas, con el objetivo de reconfigurar el mapa político a gran velocidad.
En cualquier caso, la crisis abre la puerta a un cambio sustancial en el equilibrio de poderes: Kiev podría ver cómo las riendas efectivas del país pasan progresivamente del presidente al parlamento, justo en el momento en que se negocia la arquitectura de un eventual fin del conflicto.
Un tablero ucraniano en plena reconfiguración
Lo que por ahora parece claro es que la dimisión de Andriy Yermak va mucho más allá de la caída de un estrecho colaborador presidencial. Es el síntoma visible de un reacomodo profundo del poder en Ucrania, influido por dinámicas internas, por la presión de sus aliados occidentales y por la estrategia de Moscú.
En un contexto en el que cada movimiento político se analiza también desde Washington, Bruselas y Moscú, el futuro de Zelenski, la solidez de las instituciones ucranianas y la viabilidad de un acuerdo de paz quedan más entrelazados que nunca.