Elecciones en Moldavia cierran con 858 incidentes: entre amenazas de bomba y ciberataques masivos
Las elecciones en Moldavia cerraron con un total de 858 incidentes que incluyen desde amenazas de bomba hasta ciberataques masivos, afectando la jornada electoral y generando preocupación
Moldavia vivió este domingo una jornada electoral marcada tanto por la participación ciudadana como por los incidentes de seguridad que pusieron a prueba la resistencia de sus instituciones. A las 10:00 de la noche, hora local, se cerraron las urnas en las elecciones parlamentarias de 2025, con un 51,9% de participación, equivalente a 1,59 millones de votantes. El dato superó con holgura el mínimo legal del 33,3% exigido para validar los comicios, alcanzado ya a primera hora de la tarde. Con ello, quedó despejado el riesgo de unas elecciones fallidas, algo que habría supuesto un nuevo terremoto político para el país más pequeño y frágil de la región.
La Comisión Electoral Central anunció que los primeros resultados preliminares se conocerán en la madrugada, en torno a la 1:00 a.m. hora local (medianoche CET). La expectación es alta: Moldavia se encuentra en un momento decisivo, con fuerzas políticas enfrentadas sobre el rumbo que debe tomar el país, dividido entre la aspiración europea y las presiones rusas. En este contexto, la transparencia y la confianza en el proceso electoral se convierten en un factor tan importante como los propios resultados.
Una jornada bajo presión
Más allá de la afluencia a las urnas, lo que marcó el pulso del día fueron los incidentes. La misión de observación independiente Promo-LEX informó de que recibió un total de 858 reportes de irregularidades hasta las 6:40 de la tarde, de los cuales 314 fueron confirmados. Se trata de un número elevado que refleja las tensiones en torno al proceso electoral. Entre los problemas reportados hubo casos de propaganda electoral cerca de los colegios, fallos en las listas de votantes y dificultades en la accesibilidad de algunos centros.
Pero los episodios más alarmantes fueron las amenazas de bomba. Diversos colegios electorales en el extranjero recibieron llamadas de alerta en ciudades como Roma, Génova, Alicante, Bucarest e incluso Nashville, en Estados Unidos. Aunque ninguna de ellas se materializó, obligaron a reforzar la seguridad y a interrumpir momentáneamente el proceso en algunos lugares. Las autoridades lo calificaron como un intento de intimidación para desestabilizar la jornada.
A ello se sumaron los ciberataques. El sábado, apenas 24 horas antes de la apertura de las urnas, varias agencias gubernamentales moldavas informaron de más de 14 millones de intentos de hackeo contra sus páginas web oficiales. Aunque el gobierno aseguró que los sistemas resistieron, la magnitud del ataque revela la vulnerabilidad de Moldavia frente a campañas de injerencia digital. Se sospecha que estas acciones buscaban socavar la confianza de los ciudadanos en la integridad del proceso electoral.
Un voto que define el futuro
Estas elecciones se consideran cruciales para el rumbo geopolítico de Moldavia. El país, ubicado entre Rumanía y Ucrania, ha estado bajo una enorme presión desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022. Con la presencia rusa en Transnistria y las crecientes aspiraciones europeas del gobierno de Chisináu, cada elección adquiere un carácter estratégico.
El gobierno actual, de orientación proeuropea, espera consolidar su mayoría parlamentaria para acelerar las reformas que exige la Unión Europea en su proceso de adhesión. La oposición, en cambio, pide un giro hacia posiciones más cercanas a Moscú, argumentando que la neutralidad y el pragmatismo garantizarían una mayor estabilidad en el país. En este equilibrio delicado, la voz de los ciudadanos se convierte en un termómetro del verdadero deseo social: mirar hacia Bruselas o aceptar las condiciones de Rusia.
La encrucijada de la seguridad
El alto número de incidentes registrados plantea un reto adicional: cómo reforzar las instituciones democráticas en un entorno cada vez más hostil. Moldavia, con poco más de 2,6 millones de habitantes, carece de los recursos tecnológicos y de seguridad de sus vecinos europeos, pero se ha convertido en un campo de prueba para tácticas híbridas de desinformación, amenazas físicas y ataques digitales.
A pesar de ello, la participación ciudadana —que superó el 50%— envía un mensaje claro: la sociedad moldava quiere que su voz sea escuchada, aun en medio de presiones externas e internas. La forma en que se gestionen ahora los resultados y se respondan las denuncias de irregularidades será clave para mantener la confianza en el proceso democrático.
Un desenlace abierto
La madrugada traerá los primeros resultados preliminares, pero el verdadero desenlace se jugará en la capacidad del nuevo Parlamento para dar estabilidad a un país dividido. La comunidad internacional sigue de cerca el proceso, consciente de que Moldavia no es solo un pequeño país en Europa del Este, sino una pieza geopolítica clave en el tablero entre Rusia y Occidente.
Las urnas ya se cerraron, pero el escrutinio real —el de la solidez institucional, la resistencia ante las amenazas y la voluntad popular— apenas comienza.