El General Marín Bello Crespo rechaza la intervención de EE.UU. en Venezuela y cuestiona el servicio militar voluntario en Europa

El general Marín Bello Crespo durante una entrevista en Negocios TV, analizando las tensiones internacionales y el futuro del servicio militar en Europa.

El general de brigada retirado Marín Bello Crespo analiza con contundencia el debate sobre el servicio militar en Europa y la posible intervención de Estados Unidos en Venezuela, subrayando su oposición tanto a modelos militares híbridos como a acciones unilaterales sin aval internacional.

La polémica del servicio militar: ¿voluntario o obligatorio?

Ante la propuesta francesa de implantar un servicio militar voluntario, en línea con los modelos que estudia Alemania, Bello Crespo fue categórico. Para él, esta fórmula carece de verdadera lógica militar y responde más a intereses políticos, sociales o simbólicos que a la existencia de una amenaza real y tangible.

«El servicio militar solo tiene sentido cuando es obligatorio», afirmó sin matices. En su visión, esta institución se fundamenta en el deber del ciudadano de defender su patria, y pierde su razón de ser cuando se convierte en una experiencia optativa, con un componente más formativo o cívico que defensivo. Un sistema basado en la voluntariedad —añadió— corre el riesgo de generar estructuras poco cohesionadas, con escasa preparación y sin la robustez necesaria para cumplir funciones estrictamente militares.

Bello Crespo comparó estos modelos voluntarios con lo que define como “acercamientos híbridos”, fórmulas que mezclan objetivos educativos, sociales y de integración con un barniz castrense, pero que, a su juicio, no responden a las exigencias reales de la defensa. En este sentido, dudó de que tales iniciativas puedan influir seriamente en países como España, donde la profesionalización de las Fuerzas Armadas se considera ya un logro consolidado.

España y el debate sobre el retorno de la mili

Con un toque de irreverencia, el general calificó los planes de adoptar modelos similares en España —ya sea en forma de servicio civil, campamentos de verano militarizados o programas de formación voluntaria— como una simple manera de “marear la perdiz”. Con esta expresión, quiso subrayar que, en su opinión, se trata más de debates teóricos o de gestos políticos de cara a la opinión pública que de proyectos estratégicos serios.

De hecho, descartó tajantemente que exista voluntad política o estratégica para reimplantar el servicio militar obligatorio en España en los próximos cinco o diez años. Recordó que la sociedad española ha interiorizado el modelo de Ejército profesional, y que un retorno a la mili exigiría no solo una reforma legal de gran calado, sino también un cambio profundo en la cultura social y en la percepción ciudadana sobre la defensa.

Para Bello Crespo, insistir periódicamente en este debate —sin recursos, planificación ni consenso real— solo contribuye a distraer la atención de otros desafíos de la seguridad: la modernización de capacidades, la guerra híbrida, la ciberdefensa o la cooperación en el seno de la OTAN y la Unión Europea.

Venezuela: la ilegalidad y la impracticabilidad de una invasión

En su intervención, el general también abordó la tensión en Venezuela y el papel de Estados Unidos bajo la administración Trump. Fue especialmente firme al analizar la hipótesis de una invasión terrestre estadounidense al país caribeño, una posibilidad que calificó de doblemente inviable: ilegal en términos jurídicos e impracticable en términos militares.

Basándose en el derecho internacional, recordó que ninguna potencia puede llevar a cabo acciones militares de ese calibre sin el respaldo explícito de la ONU. Actuar de forma unilateral supondría una violación abierta de la legalidad internacional y arrastraría consecuencias diplomáticas difíciles de controlar.

Al ser preguntado por el interés de Washington bajo el mandato de Trump, fue aún más directo: «Trump no tiene derecho. No es lícito intervenir en Venezuela por mucho que lo intente». Con esta frase, dejó claro que, a su juicio, el deseo político de influir en un país no legitima en ningún caso el uso de la fuerza.

Un país difícil de ocupar

Bello Crespo subrayó que Venezuela no es un pequeño territorio inofensivo como Mónaco. Insistió en que ocupar un país de dimensiones tan vastas, con una población numerosa y un tejido social resistente, supondría un auténtico desafío incluso para una potencia militar como Estados Unidos.

Explicó que una operación de este tipo requeriría enormes recursos humanos y materiales, una logística sostenida y la capacidad de mantener el control del territorio a medio y largo plazo. Más allá del desembarco inicial, el verdadero problema residiría en la ocupación y estabilización posterior, donde entrarían en juego la resistencia interna, el riesgo de guerrillas, la presión internacional y el desgaste político en el propio Estados Unidos.

Crítica a la “época de la cañonera”

El general no se anduvo con rodeos al criticar a las potencias que siguen actuando como si vivieran en la antigua “época de la cañonera”, cuando los conflictos se resolvían enviando buques de guerra o tropas al extranjero para imponer intereses económicos y políticos.

Según su análisis, estas intervenciones unilaterales están perdiendo legitimidad en la comunidad internacional, que cada vez las cuestiona con más fuerza. Hoy, los marcos normativos, las instituciones multilaterales y la opinión pública global hacen mucho más difícil justificar operaciones militares sin consenso.

Este panorama, concluyó, revela un mundo en el que las viejas tácticas de presión militar directa pierden terreno frente a la diplomacia, las sanciones, las alianzas regionales y el derecho internacional. Un escenario complejo que, sin duda, seguirá generando debate entre expertos y gobiernos sobre cómo garantizar la seguridad sin renunciar a la legalidad ni a la responsabilidad global.