General ruso lidera misión militar en Venezuela en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos

General ruso lidera misión militar en Venezuela en un contexto de creciente tensión con Estados Unidos

La presencia del general ruso Oleg Makarevich al frente de una misión militar en Venezuela añade una nueva capa a un tablero regional ya cargado de tensión. Según fuentes de inteligencia ucranianas citadas en medios internacionales, Makarevich lidera la “Equator Task Force”, un contingente de más de 120 efectivos destinado a adiestrar a las fuerzas de Nicolás Maduro en tácticas avanzadas: uso de drones, operaciones de fuerzas especiales y defensa aérea. El despliegue llega mientras Estados Unidos incrementa su presencia naval y aérea en el Caribe, con un portaaviones en la zona y una advertencia formal a la aviación civil sobre el deterioro de la seguridad en el espacio aéreo venezolano. El resultado es un pulso geopolítico donde cada movimiento tiene lectura estratégica.

Quién es Makarevich y qué hace en Venezuela

Makarevich no es un asesor menor. Su rango —coronel general— y el hecho de que encabece una misión específica subrayan que Moscú quiere visibilidad y control directo de la cooperación militar con Caracas. La Equator Task Force (ETF), según la información conocida, sería una unidad rotatoria de asesoramiento con unos 120 militares rusos desplegados para elevar la capacidad táctica venezolana.

El entrenamiento estaría centrado en tres áreas que hoy definen los conflictos modernos: drones de reconocimiento y ataque, operaciones de fuerzas especiales y sistemas integrados de defensa aérea. No es solo “formación”: es adaptar doctrina, procedimientos y tecnología para un escenario regional donde el factor disuasión cuenta tanto como el armamento.

El contexto: Washington aprieta el Caribe

Este despliegue ruso se produce en paralelo a un movimiento de gran calado por parte de Estados Unidos. La administración Trump ha enviado al Caribe el grupo de ataque del portaaviones USS Gerald R. Ford y otras unidades navales, elevando su presencia a niveles no vistos en años. El Pentágono argumenta que se trata de operaciones antidroga, pero la magnitud del dispositivo y su proximidad a Venezuela son leídas en la región como presión estratégica sobre el régimen de Maduro.

Además, la FAA estadounidense ha emitido un aviso (NOTAM) para que las aerolíneas extremen la cautela al operar en el espacio aéreo venezolano, citando mayor actividad militar y deterioro de la seguridad “a todas las altitudes”. Este tipo de alertas suele aparecer cuando el riesgo operativo aumenta de forma tangible, aunque no implique una amenaza inmediata.

En otras palabras: Estados Unidos coloca piezas pesadas en el tablero y, casi al mismo tiempo, Rusia aterriza un general para preparar a su aliado. La sincronía no es inocente.

Qué busca Rusia con esta misión

Moscú persigue varios objetivos. Primero, blindar a Maduro con capacidad militar más moderna, especialmente en defensa aérea y guerra con drones, ámbitos donde la asimetría puede ser decisiva frente a fuerzas superiores. Segundo, enviar un mensaje a Washington: Venezuela no está sola y una presión excesiva tiene coste político y tecnológico.

Hay también un tercer factor: Rusia necesita demostrar que mantiene influencia global pese a la guerra en Ucrania. América Latina es un escenario simbólico y operativo, y Venezuela es su socio más constante. Una misión visible, con un mando de alto nivel, refuerza esa imagen.

Cómo lo ve Venezuela

Para Caracas, la llegada de instructores rusos cumple dos funciones complementarias. Por un lado, mejora capacidades reales en áreas críticas. Por otro, alimenta la narrativa interna de resistencia contra una injerencia estadounidense, algo que Maduro ha activado con fuerza desde que Washington reforzó su despliegue en el Caribe.

En un país con fuertes tensiones económicas y políticas, la cohesión militar y el discurso de soberanía son herramientas de supervivencia del régimen.

Riesgos: el peligro de un choque por cálculo erróneo

El problema de estos pulsos es que no necesitan un plan de guerra para generar incidentes. Basta una intercepción aérea, una maniobra naval mal interpretada o un ejercicio que se acerque demasiado a una zona sensible. Con fuerzas estadounidense y rusa operando —directa o indirectamente— en un mismo entorno, el margen de error se reduce.

Por eso, analistas internacionales señalan que el objetivo de ambos actores no es tanto luchar, como disuadir sin cruzar el umbral del choque abierto. Pero esa línea es fina.

Lectura final

La presencia del general Makarevich en Venezuela no es un hecho aislado: es una jugada dentro de una partida mayor. Estados Unidos presiona desde el mar y el aire; Rusia responde fortaleciendo al socio sobre el terreno. La clave será si este intercambio se queda en disuasión o escala hacia una dinámica de confrontación indirecta en el Caribe.

De momento, el tablero está claro: más entrenamiento ruso, más músculo estadounidense y más nervios regionales. Y cuando se juntan esas tres cosas, lo prudente es vigilar cada movimiento con lupa.