Negociaciones en Gaza toman un giro decisivo

Israel se compromete a retirarse de Gaza: ¿realidad o espejismo de paz?

EP A / N A B I L M O U N Z E R

En una declaración intempestiva, un alto cargo de Hamás asegura que las tropas israelíes abandonarán todas las ciudades de la Franja de Gaza, incluidas Ciudad de Gaza, Khan Younis y Rafah, este viernes. El anuncio –que supuestamente forma parte de un acuerdo bilateral– desata expectativas, pero también dudas legítimas sobre su viabilidad y cumplimiento.

El portavoz de Hamás, Osama Hamdan, comunicó al canal qatarí Al-Araby que Israel tiene previsto retirarse de las zonas densamente pobladas de Gaza este viernes, como parte de un pacto en vigor que ya habría sido aceptado por ambas partes. Según esa versión, el repliegue se vincula al proceso de liberación de rehenes y al desplazamiento seguro de los mediadores en los territorios afectados. También adelantó que 400 camiones diarios de ayuda humanitaria podrán entrar al enclave desde el domingo siguiente.

Este anuncio coincide además con una ofensiva diplomática orquestada por Estados Unidos: Donald Trump declaró que Israel y Hamás habrían firmado la “primera fase” de un plan de paz, que incluye la retirada militar parcial, un intercambio de prisioneros y un cese al fuego inicial. En paralelo, Hamás ha urgido a las potencias mediadoras a garantizar el cumplimiento efectivo del pacto, destacando que la mera firma no basta.

Sin embargo, informes de Reuters ponen en evidencia que las negociaciones siguen siendo tensas. Las dudas se centran en el grado y el ritmo de la retirada israelí, y en la exigencia de Israel de mantener una “línea de repliegue” (o “línea amarilla”) dentro de Gaza como zona de seguridad.  Fuentes israelíes, por su parte, admiten que cualquier retirada depende de que Hamás libere rehenes según cronograma y abandone posiciones armadas. 

Este no sería el primer intento de tregua. En enero de 2025, Israel y Hamás firmaron un alto el fuego en tres fases, que contemplaba la liberación escalonada de rehenes a cambio de mil prisioneros palestinos y un repliegue parcial de las fuerzas israelíes. Pero el pacto se deterioró ante constantes acusaciones mutuas de violaciones.  El anuncio actual sugiere que las partes —o al menos quienes lideran las conversaciones— buscan reactivar ese esquema, esta vez con el respaldo explícito de EE. UU. 

Factores que pueden torpedear el retiro

1. División en el Ejecutivo israelí

Dentro del gobierno de Netanyahu hay voces duras que rechazan un repliegue completo sin garantías de seguridad ni desarme de Hamás. El gabinete aún debe aprobar oficialmente el acuerdo. Esa discrepancia interna podría demorar o bloquear la retirada.

2. Confianza frágil y cumplimiento escalonado

Hamás insiste en que la medida entrará en vigor solo con la liberación garantizada de rehenes y la confirmación pública de los acuerdos. Pero Israel condiciona su retirada a un control preciso de los movimientos de Hamás y exige mantener fuerzas de seguridad en zonas fronterizas estratégicas. 

3. Desarme y futura gobernanza de Gaza

Ninguna de las versiones del acuerdo traza con claridad cómo se gestionará la desmilitarización de Hamás ni quién administrará Gaza tras el repliegue. Ese vacío político-lógico es quizás su mayor vulnerabilidad. 

4. Urgencia humanitaria vs. condiciones técnicas

El acceso masivo de ayuda humanitaria —presentado como un componente clave del acuerdo— puede tropezar con problemas logísticos y con obstrucciones intencionales por razones de seguridad o control territorial. 

La retirada planeada —si se efectúa— podría marcar un punto de inflexión en el conflicto Israel-Gaza. Para Hamás sería una victoria simbólica que legitimaría su rol político en el enclave. Para Israel, el repliegue parcial podría aliviar la presión internacional pero dejaría abierta la posibilidad de reintervenir si considera que los términos han sido violados.

Las potencias mediadoras (EE. UU., Catar, Egipto, Turquía) ganan protagonismo como garantes del cumplimiento. Pero su capacidad de monitoreo en terreno es limitada, lo que obliga a confiar en mecanismos de verificación externos. 

Para Europa y la comunidad internacional, el éxito del acuerdo puede ser un alivio diplomático. Pero también una nueva fuente de riesgo: el repliegue no implicará el cese de todo conflicto ni la paz asegurada si Hamás sigue armada, si Gaza permanece sin reconstrucción ni administración coherente, o si las facciones internas palestinas rivalizan por el control territorial.


El anuncio de retirada israelí de Gaza este viernes refleja un esfuerzo por relanzar una mesa de paz estancada. Pero su concreción depende de múltiples factores —políticos, de seguridad y diplomáticos— que aún no están resueltos. Quienes observan desde fuera deben juzgar más lo que se haga, que lo que se firma. En los próximos días sabremos si el repliegue es una realidad estratégica o una maniobra simbólica en el tablero de Oriente Medio.