Jordi Sevilla lanza una alternativa socialdemócrata frente a la 'podemización' del PSOE
El exministro prepara un manifiesto para enero con el que denuncia el “club de fans” en torno a Sánchez y reclama reconstruir una alternativa socialdemócrata clásica
Que en el PSOE se acumulan nubarrones no es nuevo, pero lo que sí resulta significativo es que un veterano como Jordi Sevilla haya decidido pasar de la queja privada al desafío público. El exministro y expresidente de Red Eléctrica acusa al partido de haberse “podemizado” bajo Pedro Sánchez hasta convertirse en un “club de fans” sin contrapesos internos. Frente a ello, ultima un manifiesto que verá la luz en enero y que pretende reagrupar a socialdemócratas de distintas generaciones.
No es un gesto menor ni una simple columna de opinión: se trata de una invitación a reabrir el debate de fondo sobre qué debe ser hoy la socialdemocracia española. Sevilla denuncia que la agenda del partido ha desplazado problemas estructurales como la pobreza infantil, mientras se adoptan políticas que, en su opinión, terminan beneficiando a las rentas del capital más que a las clases medias y trabajadoras.
La consecuencia es clara: el conflicto ya no es solo entre Gobierno y oposición, sino dentro del propio PSOE, con la vista puesta en unas elecciones autonómicas que pueden actuar como plebiscito silencioso sobre el rumbo tomado por Sánchez.
Un veterano que rompe el silencio
La figura de Jordi Sevilla tiene un peso simbólico evidente. No se trata de un crítico ocasional, sino de alguien que ha ocupado responsabilidades de primer nivel y que formó parte de la generación que acompañó la modernización económica de España en los años de gobiernos socialistas. Su decisión de dar un paso adelante en un momento de máxima tensión interna lanza una señal inequívoca: el malestar no es patrimonio exclusivo de los recién llegados.
Sevilla rompe así una dinámica que se ha consolidado en la última década: muchos cuadros históricos han optado por el silencio discreto o por la retirada a los despachos privados. Él, en cambio, coloca sobre la mesa un diagnóstico demoledor. A su juicio, el partido ha pasado en pocos años de ser una organización de debate interno estructurado a funcionar como un círculo estrecho en torno al liderazgo de Sánchez, donde la disciplina se impone a la deliberación.
Este hecho revela un miedo de fondo: si incluso figuras con trayectoria institucional perciben que el PSOE ha dejado de ser un espacio cómodo para la discrepancia, el riesgo es que una parte del talento político y técnico se limite a observar desde la grada o termine marchándose a otros proyectos.
Del partido de cuadros al “club de fans”
El concepto de “club de fans” que utiliza Sevilla no es casual. Resume la idea de un partido en el que las decisiones se toman en un núcleo reducido y se proyectan hacia abajo con escaso margen para la corrección. La crítica apunta directamente a los mecanismos de control y contrapesos internos, tradicionalmente uno de los rasgos distintivos del socialismo español frente a otras fuerzas más personalistas.
En su diagnóstico, el PSOE habría pasado de ser una organización de cuadros y militancia activa a un modelo donde pesa más la fidelidad al liderazgo que la elaboración colectiva de la línea política. Eso se traduce, según Sevilla, en una menor capacidad de autocorrección ante los errores y en una tendencia a cerrar filas incluso cuando una parte significativa de la base no comparte determinadas decisiones.
Para el exministro, el problema no es solo de formas, sino de fondo: un partido que deja de escuchar a sus sectores críticos corre el riesgo de perder contacto con las preocupaciones reales de su electorado tradicional. Y en la práctica, eso puede suponer la pérdida de entre 3 y 5 puntos de apoyo electoral en territorios clave, suficiente para alterar mayorías autonómicas y municipales.
La “podemización” y el giro en la agenda social
La expresión “podemización” del PSOE condensa varias críticas que Sevilla elabora desde hace tiempo. Por un lado, la adopción de un lenguaje y un estilo político más cercano a la lógica de bloques, con una polarización calculada frente a la derecha que refuerza identidades pero reduce los espacios de acuerdo. Por otro, la sensación de que el foco se ha desplazado hacia debates simbólicos, mientras empeoran indicadores sociales estructurales.
Sevilla subraya que la pobreza infantil, la desigualdad territorial o el acceso a la vivienda deberían ocupar el centro de la agenda, y denuncia que, pese al discurso, las políticas concretas han terminado beneficiando en muchas ocasiones a las rentas del capital. La combinación de ayudas puntuales, medidas de impacto mediático y reformas de calado limitado genera, a su juicio, una paradoja: se habla más que nunca de justicia social, pero las brechas se mantienen.
En este contexto, la “podemización” no sería tanto una cuestión de alianzas, sino de método: más gesto que estructura, más relato que evaluación. El contraste con la tradición socialdemócrata, basada en grandes reformas negociadas y pactos duraderos, es uno de los elementos centrales del choque que Sevilla quiere abrir.
Las autonómicas como termómetro del proyecto de Sevilla
Las próximas elecciones autonómicas se perfilan como un test decisivo para calibrar el alcance real de este movimiento. Sevilla es consciente de que la acogida de su manifiesto estará condicionada por lo que ocurra en las urnas: unos buenos resultados del PSOE reforzarían el liderazgo de Sánchez y harían más difícil que la crítica interna gane tracción; un retroceso significativo, en cambio, abriría la puerta a revisar estrategias, equipos y prioridades.
En ese sentido, el propio exministro ha señalado que la respuesta al texto dependerá en buena medida de cómo lo lean los responsables territoriales. Si barones y líderes regionales perciben que el manifiesto ofrece un marco útil para reinterpretar los resultados y exigir cambios sin ruptura, podría convertirse en una herramienta de presión interna relevante. Si no, corre el riesgo de quedar relegado a nichos de opinión sin capacidad de alterar el rumbo.
Lo que está claro es que, a partir de enero, el debate sobre la identidad socialdemócrata del PSOE dejará de ser un murmullo en los pasillos para convertirse en una discusión abierta. Y la figura de Jordi Sevilla, con su doble condición de veterano del partido y técnico respetado, se situará en el centro de un pulso que puede marcar el futuro inmediato del socialismo español.