Tensión geopolítica

El Kremlin advierte: Rusia responderá si EE. UU. entrega misiles Tomahawk a Ucrania

E P A / R A M I ​​L S I T D I K O V / P O O L
Moscú considera una “grave escalada” la posibilidad de que Washington envíe armamento de largo alcance a Kiev. Peskov asegura que la respuesta rusa será “adecuada” y alerta de un horizonte incierto para las negociaciones de paz.

La guerra en Ucrania vuelve a elevar la tensión diplomática entre Washington y Moscú. El secretario de prensa del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió este jueves que Rusia dará una “respuesta adecuada” si Estados Unidos suministra misiles Tomahawk a Kiev, un paso que considera una escalada peligrosa en el conflicto.

“Representantes del liderazgo estadounidense han hablado de la posibilidad de entregar estos misiles y de ataques en territorio ruso. Es un síntoma bastante peligroso, que no puede pasar desapercibido en Moscú”, señaló Peskov en declaraciones al periodista Pavel Zarubin, de la cadena Rossiya 1.

Los Tomahawk, misiles de crucero de largo alcance, han sido empleados por Estados Unidos en múltiples operaciones militares en Oriente Medio y se consideran una de las armas más avanzadas de su arsenal convencional. La posibilidad de que Ucrania los utilice ampliaría de forma significativa su capacidad de ataque más allá de las líneas del frente, lo que preocupa al Kremlin.

Según medios estadounidenses, la Administración de Joe Biden evalúa opciones para reforzar el arsenal ucraniano después de que el Congreso aprobara nuevos paquetes de ayuda militar. Aunque la decisión final no está confirmada, voces en Washington han defendido públicamente la entrega de armamento de mayor alcance como medida disuasoria frente a Rusia.

La advertencia de Moscú llega en un momento en el que el conflicto se ha estancado en varios frentes y la presión internacional para avanzar hacia negociaciones de paz no logra avances. Peskov reconoció que el horizonte para la continuación de los contactos “no está claro”, mientras Ucrania insiste en que no aceptará acuerdos que impliquen ceder territorio.

La OTAN, por su parte, ha reiterado que cada país miembro decide de manera soberana el tipo de ayuda que proporciona a Kiev, aunque insiste en que la Alianza no es parte beligerante en la guerra. El secretario general, Jens Stoltenberg, ha defendido en repetidas ocasiones que “cuanto más fuerte sea Ucrania en el campo de batalla, más sólidas serán las bases para una paz justa”.

Sin embargo, el debate sobre el suministro de armas de largo alcance divide a Occidente. Algunos aliados europeos temen que cruzar esta línea pueda provocar una respuesta directa de Rusia contra objetivos fuera de Ucrania, lo que ampliaría el conflicto. Otros consideran que no reforzar a Kiev con armamento avanzado solo prolongará la guerra y aumentará el coste humano.

El Kremlin ha insistido en que cualquier ataque con armas occidentales contra su territorio será respondido “conforme a la doctrina militar rusa”, lo que incluye un abanico de opciones desde represalias convencionales hasta la amenaza nuclear. Aunque la mayoría de expertos descartan una escalada inmediata hacia un enfrentamiento directo con la OTAN, el riesgo de incidentes crece a medida que aumenta el flujo de armamento hacia Ucrania.

En este contexto, la advertencia de Moscú sobre los Tomahawk se suma a otras tensiones recientes, como los ejercicios militares rusos en el Báltico y los incidentes aéreos en las fronteras de la OTAN. Todo ello refleja la fragilidad de la seguridad europea y el impacto global de una guerra que se acerca a su cuarto año sin una solución a la vista.

Para Estados Unidos, la decisión de enviar o no los misiles será una prueba de equilibrio entre apoyar a Ucrania y evitar una escalada directa con Rusia. Para Moscú, en cambio, es una línea roja más que, de cruzarse, marcaría un punto de no retorno en la dinámica del conflicto.