Geopolítica en juego

El Kremlin confía en que Trump intensifique su rol como mediador para poner fin a la guerra en Ucrania

El Kremlin espera que Trump siga dispuesto a poner fin a la guerra - E P A - E F E / M A X I M S H E M E T O V E P A - E F E / M A X I M S H E M E T O V

Tras la cumbre de agosto entre Vladímir Putin y Donald Trump, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reafirmó la expectativa de que el presidente de Estados Unidos mantenga su voluntad de promover una resolución pacífica del conflicto ucraniano. Aunque Moscú insiste en optimismo, también señala obstáculos crecientes —desde la falta de respuesta de Kiev hasta la “militarización” promovida por los aliados europeos.

El Kremlin renueva su apuesta por Trump como broker de paz

La reunión de agosto 2025 entre Putin y Trump, celebrada en Anchorage, despertó esperanzas diplomáticas. Moscú interpreta el encuentro como un punto de inflexión posible, y espera que Washington consolide ese impulso hacia un camino negociado. Según Dmitri Peskov, el Kremlin permanece “lleno de optimismo” respecto a que Trump “siga dispuesto a trabajar para poner fin a la guerra”.

Este posicionamiento contradice una visión más escéptica expresada poco antes por el viceministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov, quien advirtió que el ímpetu de paz tras la cumbre parecía agotarse. Pese a ello, Peskov subraya que Moscú está comprometido con una solución pacífica, aunque acusa a Kiev de frenar el diálogo al no responder a las propuestas rusas y a los socios europeos de insuflar a Ucrania una retórica beligerante y “difícil de explicar”.

El Kremlin ya había pedido que nadie entorpeciera el proceso que podrían abrir Putin y Trump, destacando la importancia de que ambos líderes no se vean obstaculizados en su búsqueda de un arreglo. Desde Moscú también se insiste en un enfoque escalonado: primero diálogo político, luego ceses de hostilidades.

Obstáculos en el tablero diplomático

A pesar del optimismo verbal, en el terreno las señales son ambiguas. Rusia acusa a Ucrania de inmovilismo, mientras que Kiev y sus aliados europeos sostienen que Moscú no ha demostrado voluntad real de cumplir compromisos. Además, frente a las recientes especulaciones sobre el posible envío de misiles de largo alcance —como los Tomahawk— por parte de EE. UU. a Ucrania —una medida que Moscú considera una línea roja—, Peskov ha dicho que “hay que esperar declaraciones más claras” de Washington. 

Rusia ha advertido que la entrega de estos misiles podría generar “daño irreparable” al proceso de negociación. A su vez, la ofensiva rusa de primavera de 2025 (con intensificación de ataques en varios frentes ucranianos) refuerza la percepción de que el Kremlin mantiene activos mecanismos militares incluso mientras habla de soluciones diplomáticas. 

Otro elemento de presión: la economía rusa entra en tensión. Aunque no ha colapsado, el gasto militar absorbe hasta un 40 % del presupuesto del Estado, mientras la inflación supera el 25 %. Este estrés estructural podría impulsar a Moscú a considerar concesiones si ve la presión diplomática suficiente.

¿Credibilidad o instrumento retórico?

La insistencia del Kremlin en el papel mediador de Trump puede leerse de dos formas: como una apuesta sincera por una salida negociada o como una estrategia para proyectar normalidad política y legitimidad diplomática. Comentadores internacionales señalan que Rusia busca posicionar a Trump como “el árbitro indispensable” del conflicto, intentando condicionar Ucrania y la OTAN a tener que dialogar bajo ese paraguas.

Para Trump, el escenario presenta oportunidades: fortalecer su perfil internacional como pacificador y generar terreno político para una futura reelección. Pero también implica riesgos: en caso de que el conflicto escale —por ejemplo, con entrega de armas a Kiev— podría encontrarse atrapado entre expectativas distintas de Rusia y Occidente.

En definitiva, el Kremlin mantiene viva su apuesta por Trump como actor decisivo en Ucrania, pero esa confianza camina sobre un terreno inestable. Entre ambiciones diplomáticas, contradicciones tácticas y urgencias estratégicas, la ruta hacia la paz sigue plagada de escollos.