Reclamo diplomático en clave simbólica

Netanyahu critica al Comité Nobel: “Trump merece el Premio de la Paz”

E P A / S A R A H Y E N E S E L
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reaccionó con dureza tras la elección del Nobel de la Paz 2025, afirmando en redes que el Comité prioriza discursos cuando Trump “hace que la paz ocurra”. Sus declaraciones amplifican la tensión mediática entre Jerusalén, Washington y Oslo, justo mientras la premiación recayó en la opositora venezolana María Corina Machado.

Benjamin Netanyahu salió al paso de la polémica decisión del Comité Noruego del Nobel al publicar un mensaje contundente en su cuenta oficial de X: “El Comité Nobel habla de paz. El presidente Donald Trump la hace realidad. Los hechos hablan por sí mismos. Trump merece el premio.”

Sus palabras no solo buscan respaldar a Trump, sino cuestionar el criterio del comité, marcando una diferencia entre lo que se dice y lo que se hace en materia diplomática. Netanyahu se suma así al coro de críticas que han emergido desde Washington y otras capitales tras el anuncio.

La decisión del Nobel premiar a María Corina Machado, líder opositora venezolana reconocida por su lucha por la democracia, acentuó el desencuentro: para muchos en Israel y EE. UU., la elección es vista como un gesto político hacia América Latina que eclipsa otras apuestas geopolíticas.

 

Netanyahu ya había apoyado públicamente la candidatura de Trump al Nobel antes del anuncio oficial, en una muestra de alianza simbólica. En su publicación, el premier israelí planteó que Trump no solo merece el reconocimiento, sino que los resultados de sus mediaciones hablan más que cualquier justificación técnica.

Desde Oslo, el Comité Nobel mantuvo su posición de independencia institucional: tras la elección, su presidente Jørgen Watne Frydnes defendió que la decisión se basa “solo en el trabajo y la voluntad de Alfred Nobel”, rechazando acusaciones de politización.

La tensión se inscribe en un momento complejo: Israel acaba de aprobar la primera fase del plan de paz promovido por Trump para Gaza —con alto el fuego y liberación de prisioneros como puntos centrales—, lo que refuerza la narrativa de Trump como mediador activo. Netanyahu puede interpretar el Nobel como un desaire estratégico frente a su aliado más estrecho en Medio Oriente.

 

Al criticar directamente al Comité Nobel, Netanyahu pone sobre la mesa una apuesta diplomática: consolidar al mandatario estadounidense como actor central del orden occidental. Pero el gesto también acarrea riesgos:

  • Perder neutralidad simbólica: al alinearse tan visiblemente con una candidatura nacional, Israel puede ser percibido como parcial en la disputa global por los premios de paz.

  • Confrontar una opinión pública internacional: numerosos analistas recuerdan que el Nobel tiende a premiar iniciativas de paz sostenibles, de largo plazo, no solo mediaciones inmediatas. 

  • Exacerbar la polarización regional: en Medio Oriente, donde múltiples actores tienen intereses en conflicto con EE. UU., este respaldo puede ser leído como parte de un juego de influencias simbólicas más amplio.

En la práctica, el efecto tangible del Nobel es más simbólico que operativo. Ningún premio detendrá realidades del conflicto o garantizará pasos diplomáticos concretos. Pero en el terreno de la legitimidad internacional, estas disputas sí definen narrativas.