Contagios masivos

La peste porcina africana irrumpe en Collserola y pone en jaque al sector porcino español

Sierra de Collserola, el epicentro del brote de peste porcina africana detectado en Cataluña.

España activa la alerta máxima tras detectar 14 jabalíes muertos, dos de ellos positivos en peste porcina africana, en plena sierra de Collserola, tras más de 30 años sin casos

La inesperada aparición de la peste porcina africana en la sierra de Collserola ha roto de golpe la sensación de seguridad del sector porcino español. Tras localizarse 14 jabalíes muertos, de los cuales dos han sido confirmados como portadores del virus, las autoridades han activado un operativo de emergencia para contener un posible brote con consecuencias económicas y sanitarias de enorme alcance. Aunque el virus no afecta a los humanos, su alta letalidad en cerdos y la facilidad de propagación en fauna silvestre y explotaciones ganaderas lo convierten en una de las amenazas más serias para la potencia porcina española y europea.

La detección en un entorno tan cercano y simbólico como Collserola, junto al área metropolitana de Barcelona, subraya la dimensión del riesgo: no se trata solo de un problema de fauna salvaje, sino de un potencial impacto directo sobre uno de los sectores agroalimentarios estratégicos del país.

Alerta sanitaria en la sierra de Collserola

El hallazgo de los jabalíes muertos en Collserola ha encendido todas las alarmas. Tras las primeras necropsias, dos de los animales dieron positivo en peste porcina africana, lo que confirmó el peor de los escenarios posibles para las autoridades veterinarias.

La zona, tradicionalmente frecuentada por senderistas y próxima a núcleos urbanos densamente poblados, se ha convertido en un punto crítico de vigilancia. Los protocolos incluyen perímetros de seguridad, restricción de accesos en áreas concretas y un seguimiento exhaustivo de la fauna silvestre para detectar nuevos posibles casos cuanto antes.

Un virus letal para los cerdos, no para las personas

La peste porcina africana es una enfermedad vírica altamente letal para cerdos y jabalíes, capaz de provocar una mortalidad masiva en poco tiempo. El virus ataca con violencia los tejidos internos y la piel de los animales, causando hemorragias, fiebre alta y, en la mayoría de los casos, la muerte.

Aunque no supone un riesgo para la salud humana, su presencia tiene efectos devastadores en la cadena de producción porcina. El contagio se produce tanto por contacto directo con fluidos infectados como a través de vectores como ciertas garrapatas, que actúan como transmisores silenciosos. Esta combinación de factores hace que, una vez instalado en una zona, el virus sea muy difícil de erradicar.

El jabalí, eslabón crítico en la expansión del brote

El jabalí se ha convertido en el gran protagonista indeseado de este episodio. Su comportamiento y hábitos alimenticios lo convierten en un amplificador natural del virus. Estos animales no solo se desplazan largas distancias, sino que además pueden alimentarse de cadáveres de otros jabalíes o cerdos, facilitando así la recirculación y persistencia del patógeno en el medio.

En términos epidemiológicos, los jabalíes actúan como superspreaders: un eslabón de la cadena que, si no se controla, puede conectar la fauna silvestre con explotaciones domésticas. De ahí la preocupación de las autoridades por limitar sus movimientos y vigilar los desplazamientos en zonas donde la densidad de esta especie es elevada.

Un golpe potencial al corazón del sector porcino

El sector porcino español es uno de los pilares de la agroindustria nacional y un actor clave en el mercado europeo y global. España se ha consolidado como uno de los principales exportadores de carne y productos derivados, lo que hace que cualquier amenaza sanitaria tenga una dimensión inmediata en términos de comercio internacional.

Un brote descontrolado de peste porcina africana podría implicar restricciones comerciales severas, cierres de fronteras a productos porcinos y un deterioro significativo de la imagen sanitaria del país. El impacto no se limitaría a grandes compañías: miles de explotaciones rurales, cooperativas y empleos directos e indirectos dependen de la estabilidad de este sector.

Europa mira a Cataluña con preocupación

Las miradas no se concentran únicamente en Collserola. Bruselas y los principales socios europeos observan con atención la evolución del foco, conscientes de que la peste porcina africana no entiende de fronteras administrativas.

España juega un papel relevante en el suministro de porcino a numerosos mercados comunitarios y extracomunitarios. Un descontrol del brote podría suponer no solo un problema nacional, sino un riesgo sistémico para el abastecimiento europeo y para la estabilidad de precios en un contexto ya marcado por tensiones inflacionarias y logísticas.

La respuesta de las autoridades: rapidez y contención

Ante la gravedad del escenario, la reacción ha sido inmediata. La Unidad Militar de Emergencias (UME) se ha desplegado en la sierra de Collserola para apoyar las labores de control, vigilancia y desinfección. Su presencia permite reforzar el cordón sanitario, asegurar accesos y apoyar a los equipos veterinarios y técnicos sobre el terreno.

Las medidas incluyen la retirada segura de cadáveres, el establecimiento de zonas de exclusión y campañas de concienciación dirigidas tanto a la población local como a los profesionales del sector. El objetivo es cortar las posibles vías de transmisión antes de que el foco pueda llegar a explotaciones porcinas comerciales.

Próximos pasos y riesgos latentes

Pese a la contundencia de las primeras medidas, el escenario sigue siendo delicado. La clave estará en los próximos días y semanas, cuando se evalúe si aparecen nuevos casos en fauna silvestre o si el virus ha logrado dar el salto a granjas.

Para el sector porcino, este episodio supone una llamada de atención: reforzar la bioseguridad en explotaciones, revisar protocolos de entrada y salida de vehículos, personal y piensos, y extremar la coordinación con los servicios veterinarios oficiales.

Al final, el mensaje es claro: España se enfrenta a una prueba crítica para demostrar su capacidad de respuesta ante una de las enfermedades animales más temidas. De la eficacia en Collserola dependerá no solo la contención del foco, sino también la preservación de un sector que es estratégico para la economía nacional y para la seguridad alimentaria europea.