La reunión de Trump y China salió bien: El comercio global respira tranquilo
El encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping en Busan, Corea del Sur, fue mucho más que una simple cita diplomática: fue un momento cargado de simbolismo en un tablero geopolítico que llevaba años al borde del colapso. Tras seis años sin verse cara a cara, los líderes de las dos mayores potencias del planeta volvieron a estrecharse la mano bajo la mirada del mundo, dispuestos a medir fuerzas, pero también a reconstruir puentes.
Trump salió del encuentro proclamando un “gran éxito”. Según el expresidente estadounidense, Washington y Pekín han alcanzado un acuerdo para resolver la disputa sobre el suministro de tierras raras, un punto crítico en la carrera tecnológica y militar global. Además, China reanudará la compra de soja estadounidense, mientras Estados Unidos reducirá parte de los aranceles que habían tensionado la relación comercial. El gesto vino acompañado de una nueva promesa: Xi se comprometió a “trabajar muy duro” para frenar la producción de fentanilo, el opioide que devasta comunidades en Norteamérica. A cambio, Trump bajará los aranceles relacionados con este producto del 20% al 10%.
Pero el mensaje más potente de Busan fue político. Xi, en declaraciones a los medios chinos, habló de “consenso” y de la necesidad de “mantener el rumbo correcto” y “ser socios y amigos”. Trump, siempre teatral, aseguró que ambos colaborarán para intentar avanzar en una solución a la guerra en Ucrania, un gesto inesperado que introduce un nuevo eje de cooperación entre Washington y Pekín. Taiwan, sin embargo, no fue mencionado. La omisión, deliberada, refleja la línea roja que ambos prefirieron no cruzar.
La escenografía del encuentro fue cuidadosamente diseñada: banderas, apretones de manos, sonrisas ensayadas. Trump bromeó sobre lo “duro” que es Xi como negociador, mientras lo palmeaba en la espalda. Aun así, la reunión duró apenas una hora y cuarenta minutos, la mitad del tiempo previsto, suficiente para marcar titulares, pero no necesariamente para cimentar una nueva era de entendimiento.
Lo cierto es que el aire en Busan olía a tregua más que a reconciliación. Tras meses de retórica incendiaria y amenazas arancelarias, ambos líderes parecieron reconocer que la confrontación abierta solo conduciría a un abismo económico con efectos globales. Las palabras de Xi sobre “resultados tangibles” y la voluntad de Trump de viajar a China en abril abren un respiro diplomático que el mundo necesitaba.
Sin embargo, los mercados reaccionaron con frialdad. El yuan retrocedió frente al dólar apenas horas después del encuentro, una señal de que los inversores aún no compran del todo la idea de una paz comercial duradera. En la práctica, el mundo sigue observando con cautela si este apretón de manos representa un punto de inflexión o solo una tregua temporal entre dos gigantes que, aunque sonrían frente a las cámaras, siguen compitiendo por el liderazgo del siglo XXI.
Las claves de la reunión:
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Trump señaló que ambos habían acordado trabajar juntos en el tema de Ucrania, explicando que la guerra "salió muy fuerte" como un asunto a tratar. "Hablamos de ello durante mucho tiempo, y ambos vamos a trabajar juntos para ver si podemos conseguir algo."
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Antes de la reunión en la base aérea de Gimhae en Busan, Corea del Sur – su primer encuentro cara a cara en seis años – Trump y Xi se dieron la mano frente a las banderas de sus países. Trump declaró: "Vamos a tener una reunión muy exitosa", y agregó: "Es un negociador duro, eso no es bueno", mientras le daba una palmada en la espalda al líder chino.
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Xi declaró que China y Estados Unidos deben "mantenerse en el rumbo correcto" y ser "socios y amigos", añadiendo que deben "trabajar juntos para lograr cosas grandes y concretas para el bien de nuestros dos países y del mundo entero".
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Trump también aclaró que el tema de Taiwán no fue discutido durante la reunión. Ambos líderes ignoraron una pregunta sobre la democracia autogobernada, lo que generó preocupación en Taipéi de que Trump pudiera estar dispuesto a hacer concesiones a Xi.
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Trump había sugerido antes del encuentro que la reunión podría durar tres o cuatro horas. Sin embargo, los dos líderes se separaron después de una hora y 40 minutos, mucho menos tiempo de lo previsto.
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Xi aseguró tras la reunión que él y Trump habían alcanzado un "consenso" sobre temas comerciales. Según la prensa estatal china, el presidente chino expresó que ambas partes deberían "finalizar lo antes posible el trabajo de seguimiento, mantener e implementar el consenso y ofrecer resultados tangibles que tranquilicen a las economías de China, Estados Unidos y el mundo."
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El optimismo generado en Busan contrastó con los intercambios previos de retórica agresiva sobre el comercio, que habían amenazado con llevar a Estados Unidos y China a un conflicto económico con consecuencias globales graves. A pesar de las expectativas cumplidas, el yuan chino retrocedió frente al dólar, lo que indica que los inversores siguen siendo cautelosos y encuentran pocas razones para el optimismo comercial.