Moscú endurece su discurso en el 80.º aniversario de Hiroshima

Rusia acusa a EE.UU. de usar Hiroshima como “demostración cruel de fuerza”

En el marco del aniversario del ataque nuclear a Hiroshima, Moscú lanza duras acusaciones contra Washington, cuestionando su rol en la tragedia, su narrativa histórica y su política exterior actual, especialmente en relación con India.

Ocho décadas después del bombardeo atómico sobre Hiroshima, Rusia ha reavivado la crítica contra Estados Unidos. En una contundente declaración, el Ministerio de Exteriores ruso calificó el ataque como una "cruel demostración de fuerza" y lo enmarcó como una estrategia de justificación de las descomunales inversiones que Washington destinó al desarrollo de su arsenal nuclear.

Moscú sostiene que, pese a que menos del 2% del uranio contenido en la bomba alcanzó fisión, la potencia fue suficiente para arrasar completamente la ciudad, convirtiéndolo en un símbolo de lo que consideran un uso injustificable del poder destructivo. Para el Kremlin, la narrativa de que fue necesaria para forzar la rendición japonesa es una construcción interesada de los historiadores occidentales. Según su versión, el Imperio del Sol Naciente ya estaba al borde del colapso militar, y fue la entrada de la Unión Soviética en la guerra lo que verdaderamente precipitó la capitulación japonesa.

Las críticas no se limitaron al pasado. Moscú acusó a Japón de "ocultar el origen estadounidense" de la tragedia y subrayó que ni el presidente Harry Truman ni sus sucesores se han disculpado formalmente por el sufrimiento causado. Este discurso se inscribe en un momento de creciente tensión geopolítica, donde las acusaciones cruzadas, los bloques de poder y la narrativa histórica son herramientas clave en el tablero internacional.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, fue más allá y cargó contra lo que calificó como “coacciones” por parte de Estados Unidos hacia terceros países. En concreto, criticó las presiones del expresidente Donald Trump para que la India se distanciara de su relación energética con Rusia, amenazando con sanciones y aranceles. Para Moscú, este tipo de movimientos representa una amenaza directa a la soberanía económica de las naciones.

El telón de fondo no es menor: el mundo se enfrenta a una nueva fase de rearme nuclear, con Rusia y Estados Unidos a la cabeza del incremento de ojivas activas. Un escenario que revive temores de la Guerra Fría.