España refuerza su voz progresista en escenarios globales

Sánchez expresa orgullo por los países que reconocen Palestina

Sánchez expresa orgullo por los países que reconocen Palestina EPA/TOLGA AKMEN

Desde Londres y frente al foro del Global Progressive Summit, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, aseguró sentirse «muy orgulloso» de formar parte de la familia política de gobiernos que han reconocido al Estado de Palestina. En su discurso, enlazó esta decisión con la coherencia en la defensa de los valores democráticos, trazando un vínculo directo entre ese reconocimiento y el respaldo a Ucrania, al tiempo que llamó a una actuación progresista frente a la crisis climática y los conflictos globales.

En un contexto marcado por una diplomacia cada vez más polarizada y por exigencias ciudadanas de mayor coherencia moral en las relaciones internacionales, Pedro Sánchez ha querido subrayar que reconocer Palestina no es solo un gesto simbólico, sino una expresión de principios. Durante su intervención en el Global Progressive Summit en Londres, vinculó ese reconocimiento con la responsabilidad progresista frente a los desafíos globales: justicia social, sostenibilidad y acción ante conflictos. Esa familia política de gobiernos que han reconocido Palestina, dijo, representa una apuesta por políticas consistentes que no se limitan al oportunismo diplomático.

El discurso de Sánchez llega en un momento en que España ya figura entre los países europeos que asumieron formalmente esta postura. En mayo de 2024, España —junto con Irlanda y Noruega— oficializó el reconocimiento del Estado palestino, bajo los parámetros de las fronteras de 1967. Ese paso generó tanto elogios como críticas, pero reforzó la identidad de Madrid como uno de los gobiernos más explícitamente comprometidos con el derecho internacional y la justicia histórica.

En su mensaje, Sánchez hizo además referencia a la crisis climática. Criticó a líderes que niegan el cambio climático frente a evidencias como el aumento del nivel del mar, y recordó que "la falta de empatía" que se manifiesta en esas negaciones constituye una contradicción moral intolerable para gobiernos progresistas. Esa reflexión se inscribe en una agenda que desde su propio gobierno España ha tratado de consolidar mediante la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (Ley 7/2021), normativa que apunta a una reducción de emisiones, prohibiciones de nuevas concesiones petrolíferas y cumplimiento de los compromisos del Acuerdo de París.

Sobre la cuestión palestina, Sánchez también aprovechó para afirmar que reconocer un Estado no puede ser un acto aislado, sino parte de un diseño más amplio: apoyar el derecho internacional, exigir responsabilidades, y tender puentes hacia la paz. En ese sentido pidió que Palestina acceda como miembro pleno a la ONU, lo que permitiría que participe en igualdad de condiciones con otros estados y no permanezca relegada bajo límite de estatus.

No obstante, el camino diplomático no es sencillo. La decisión de reconocer Palestina ha generado tensiones particularmente con Israel, que calificó la medida como una legitimación indirecta de Hamas, y que respondió con reproches diplomáticos. Por otro lado, la comunidad internacional vive una oleada de reconocimientos que acompañan el conflicto en Gaza: Francia, Reino Unido, Canadá, Australia, Bélgica, Luxemburgo y varios otros países han anunciado reconocimiento al Estado palestino. Sánchez celebró que ese movimiento se fortalezca, pero advirtió que solo será eficaz si va acompañado de políticas coherentes frente a la guerra, la cooperación humanitaria y la diplomacia firme.

Para España, posicionarse de esta manera implica riesgos y oportunidades. Por un lado, asume la posibilidad de desgaste diplomático con quienes consideran que ese paso debe depender de negociaciones previas. En el ámbito doméstico, la medida también ha sido objeto de debate político intenso: la oposición acusa al gobierno de adoptar una postura sesgada que puede afectar las relaciones con Israel y con aliados internacionales. Por otro lado, para electores y actores progresistas, este tipo de decisiones configuran una identidad clara: un liderazgo que articula defensa de derechos humanos, justicia global y coherencia política.

Para empresas, inversores y analistas, las palabras de Sánchez son una señal sobre el rumbo de la política exterior española. En el marco de un mundo donde se reclaman posicionamientos éticos, España parece apostar por una diplomacia con signo ideológico, capaz de generar alianzas en torno a valores compartidos, incluso cuando ello implique asumir costos estratégicos. En el tablero de la diplomacia actual, el reconocimiento de Palestina no es un hecho aislado, sino un componente más de una narrativa progresista que aspira a redefinir el lugar de España en el mundo.