Choque político en la elaboración del presupuesto francés

Socialistas rechazan el proyecto de presupuesto de Lecornu

Socialistas rechazan de plano el proyecto de presupuesto de Lecornu - EPA/YOAN VALAT

El Partido Socialista francés, liderado por Olivier Faure, ha rechazado públicamente el borrador presupuestario presentado por el primer ministro Sébastien Lecornu, acusándolo de insuficiente y falto de equidad fiscal. En una Francia convulsa por el elevado gasto público, la fragmentación parlamentaria y el descontento social, la negativa socialista añade una nueva capa de dificultad al delicado proceso de aprobación presupuestaria para 2026.

El desencuentro entre el Ejecutivo y el ala progresista del Parlamento llega en un momento político sumamente tenso en Francia. Tras el nombramiento reciente de Sébastien Lecornu como primer ministro, encargado de diseñar un presupuesto viable para 2026, los socialistas han endurecido su postura frente al plan presentado: Olivier Faure, al término de su reunión con Lecornu, calificó el borrador como “muy inadecuado” y denunció que reproduce esquemas rechazados en anteriores legislaturas. Entre sus críticas principales destaca la ausencia de impuestos justos sobre los más ricos y la falta de medidas estructurales que alteren el perfil impositivo actual.

Faure insistió en que el proyecto no cambia lo esencial: mientras se reducen ciertos impuestos, se crean otros, pero no hay un esfuerzo real por que la carga recaiga sobre aquellos con mayor capacidad contributiva. “Lo que los ultra ricos no paguen, lo pagará el resto de los franceses”, advirtió, señalando un grave riesgo de carga desproporcionada sobre las clases medias y populares. Su grupo parlamentario —el tercero en tamaño en la Asamblea Nacional— reclama un plan donde no sólo se recorte, sino que haya justicia fiscal, especialmente en un contexto de déficit elevado.

Por su parte, Lecornu ha intentado descartar el uso del controvertido artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar leyes sin votación parlamentaria, argumentando que opta por la negociación con los grupos políticos en lugar de imponer medidas. Sin embargo, esa voluntad no basta para los socialistas, que exigen compromisos firmes: derogar parcialmente las reformas previsionales impopulares, imponer un impuesto sobre la riqueza —la llamada “tasa Zucman” del 2 % sobre grandes fortunas— y reducir los recortes previstos por el gobierno anterior de François Bayrou.

El rechazo socialista se inserta en un escenario político fracturado: el Parlamento resultante de las elecciones de 2024 carece de mayoría clara, lo que obliga a Lecornu a buscar alianzas incómodas con la derecha moderada o incluso el partido de Marine Le Pen, el Rassemblement National, si desea evitar un fracaso institucional. La presión social se ha manifestado en huelgas masivas y protestas en las calles, muchas organizadas por centrales obreras unidas para denunciar recortes, la pérdida del poder adquisitivo y la ausencia de progresividad fiscal.

Una de las grandes incógnitas gira en torno a la estabilidad del gobierno. Los socialistas ya han sugerido la posibilidad de presentar una moción de censura si Lecornu no atiende sus exigencias, pudiendo precipitar una crisis institucional o elecciones anticipadas. Algunos analistas opinan que Lecornu, para sobrevivir políticamente, deberá mover piezas diplomáticas: ajustar recortes, incorporar medidas redistributivas moderadas y mantener un diálogo estrecho con los socialistas sin alienar a su base centrista ni perder el apoyo del ala conservadora.

La clave estará en los próximos días: Lecornu debe enviar su proyecto formal del presupuesto al Parlamento antes del 7 de octubre (o con algún margen hasta el 13), lo que activará el calendario legislativo. Si no consigue acuerdos suficientes, podría verse obligado a usar el 49.3, con el consiguiente estallido de conflictos políticos y sociales.

En definitiva, el rechazo socialista no es solo una cuestión de tácticas partidarias, sino la expresión de una disputa de fondo sobre el modelo fiscal y social que Francia quiere abrazar en medio de una crisis económica mundial, alta deuda pública (por encima del 114 % del PIB) y una ciudadanía que demanda más equidad. Si Lecornu logra encontrar un punto de equilibrio entre recortes, consenso y justicia, podría consolidar una gobernabilidad frágil pero viable. Si no, su gobierno podría naufragar más rápido de lo que aún puede anticiparse.