Claves del inminente acercamiento comercial entre EE.UU. y China

Trump: Un “acuerdo fantástico” con China antes de su encuentro con Xi Jinping

Trump: Creo que saldremos adelante con un acuerdo con China - E P A / V I N C E N T H I A N / PISCINA​​​​
El presidente Donald J. Trump aseguró este lunes a bordo del Air Force One que confía en alcanzar un acuerdo comercial con la República Popular China tras la reunión que tiene prevista esta semana con su homólogo Xi Jinping. Estas declaraciones se producen después de que, desde Pekín, se anunciase la existencia de un consenso preliminar en torno a cuestiones clave del comercio bilateral.

El anuncio del presidente Donald J. Trump revela un posible cambio de rumbo en la relación comercial entre Estados Unidos y Xi Jinping que podría tener amplias repercusiones económicas y geopolíticas. Hablando a bordo del Air Force One, Trump reafirmó su confianza en “salir adelante” con un acuerdo con China tras la reunión programada esta semana con Xi, tras la cual está prevista una visita suya a Pekín a comienzos de 2026 y un desplazamiento del líder chino a EE.UU., ya sea a la Casa Blanca o a Mar-a-Lago. Los avances previos a ese encuentro han generado, por primera vez en mucho tiempo, un optimismo mesurado.

En la cumbre del ASEAN celebrada en Kuala Lumpur, los equipos negociadores de ambos países han alcanzado un marco de entendimiento que, entre otros puntos, evitaría que el Gobierno estadounidense imponga aranceles del 100 % sobre las importaciones chinas a partir del 1 de noviembre. Las conversaciones también han abordado las restricciones chinas a la exportación de tierras raras —minerales clave para la industria tecnológica— y una reactivación de las compras agrícolas estadounidenses, en particular de soja. 

El propio Trump subrayó que mantiene una “muy buena relación” con Xi y que le tiene “gran respeto”, lo que refleja una estrategia discursiva orientada a rebajar tensiones y mostrar una disposición negociadora. Pero este mensaje no elimina los retos: China ha dejado claro que los resultados alcanzados son “hard-won” (duramente conseguidos) y que espera salvaguardas para su ejecución efectiva. 

¿Qué está realmente en juego?

En primer lugar, las tierras raras. China domina más del 90 % del suministro mundial procesado de estos minerales, vitales para sectores como automoción, semiconductores o defensa. Washington exige que Pekín retrase su régimen de licencias de exportación, y en las conversaciones la respuesta china ha sido aceptar un aplazamiento de un año para revisión de su normativa. 

Segundo, la agricultura estadounidense. Los productores de soja han sido víctimas colaterales de la guerra comercial. Según la delegación estadounidense, China aceptó realizar “compras sustanciales” de soja de EE.UU., un elemento que puede apaciguar el factor interno de presión política para Trump. 

Tercero, la suspensión de nuevas alzas arancelarias. La amenaza de imponer tarifas del 100 % dejó de estar sobre la mesa tras el acuerdo marco, lo que reduce considerablemente el riesgo de escalada inmediata. 

¿Por qué importa a las empresas y mercados?

Este giro tiene tres efectos diferenciales para las empresas y los mercados:

  • Cadena de suministro global: Si las restricciones de tierras raras se alivian, la producción de dispositivos eléctricos, semiconductores o incluso militares podría estabilizarse.

  • Aranceles e inversión: La reducción del riesgo tarifario crea un clima más predecible para la inversión e importaciones/exportaciones entre ambas potencias económicas.

  • Narrativa de cooperación: Un acuerdo entre EE.UU. y China envía señales positivas al mercado global, reduciendo la prima de riesgo geopolítico que pesa sobre sectores como tecnología avanzada, energía y materias primas.

Aunque se celebre un acuerdo, la puerta a la disrupción sigue abierta. La implementación operativa será clave: ambos países deberán definir mecanismos de supervisión, plazos, sanciones por incumplimiento y compromisos vinculantes. Hasta ahora, hemos visto marcos generales, no compromisos detallados. Además, hay factores externos: la política estadounidense, la presión de los lobbies agrícolas y tecnológicos, y en China la necesidad de proteger sus “intereses fundamentales”. 

Finalmente, aunque el entorno actual muestra optimismo, el punto de partida es todavía frágil: no se trata de regresar al status pre-guerra comercial, sino de gestionar las diferencias y encontrar pequeñas mejoras que sostengan la relación.

El optimismo expresado por Trump podría materializarse en un hito diplomático-económico: un acuerdo que marque un paso hacia la estabilidad entre las dos mayores economías mundiales. Pero el verdadero reto no radica en el anuncio, sino en la ejecución. Para las empresas y los mercados que siguen la arena global de negocios, la prioridad ahora es vigilar cómo se traduce este marco en cláusulas, plazos y hechos. Si se cumplen, el impacto podrá ser significativo; si no, el ciclo de tensión volverá a activarse con rapidez.