El presidente sostiene que Washington ingresa «cientos de miles de millones de dólares» por los gravámenes y espera que el Tribunal Supremo despeje el camino para su agenda económica

Trump: los aranceles traerán una riqueza «sin precedentes» a Estados Unidos

E P A / W I L L O L I V E R

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró en un mensaje publicado en Truth Social que los beneficios de sus políticas arancelarias aún están por «calcularse» en su totalidad y que estos traerán una riqueza «como nunca antes se ha visto» al país. Según Trump, Estados Unidos ya estaría ganando «cientos de miles de millones de dólares» gracias a los gravámenes impuestos a otros países, pero el impacto completo aún no se reflejaría en las cifras oficiales. El republicano acusa además a sus oponentes de «servir a intereses extranjeros hostiles» y dice esperar con interés una decisión del Tribunal Supremo sobre un asunto que considera «urgente y sensible al tiempo» para poder continuar «de manera ininterrumpida» con su proyecto de «HACER A AMÉRICA GRANDE OTRA VEZ».

En su mensaje, Trump sostiene que una parte relevante del efecto de los aranceles se ha visto temporalmente atenuada por el comportamiento de los compradores internacionales, que habrían acumulado inventarios para retrasar el pago de los gravámenes. Sin embargo, afirma que ese margen se está «agotando» y que, una vez consumidas esas reservas, los aranceles «se pagarán por todo lo que se aplique», lo que, en su opinión, disparará los ingresos del Tesoro estadounidense.

Aranceles como motor de riqueza

Trump vuelve a situar los aranceles en el centro de su propuesta económica, presentándolos como una herramienta clave para reforzar las finanzas públicas y la posición de Estados Unidos en el comercio internacional. A su juicio, los gravámenes sobre las importaciones procedentes de otros países se traducen en una entrada directa de ingresos para el Estado, que describe en términos de «cientos de miles de millones de dólares».

El presidente insiste en que el efecto positivo de estas medidas todavía no se ha cuantificado plenamente. La razón, según explica, es que el comportamiento de los importadores habría distorsionado temporalmente los datos. En concreto, sostiene que muchos compradores decidieron adelantar compras y acumular inventario para esquivar, durante un tiempo, la aplicación efectiva de los nuevos aranceles.

El fin del margen para esquivar los gravámenes

En su mensaje, Trump asegura que esta estrategia de acumulación de existencias entra en una fase final. Señala que ese colchón de inventarios «se está agotando», lo que obligará a los compradores a realizar nuevas importaciones ya plenamente sujetas a los aranceles que defiende la Administración.

De acuerdo con su argumento, el resultado será un aumento notable de los pagos arancelarios a Estados Unidos, dado que «los aranceles pronto se pagarán por todo lo que se aplique». Para el presidente, este escenario implicará una intensificación de los flujos de ingresos derivados de su política comercial y consolidará su tesis de que el país está en camino de una «riqueza sin precedentes» gracias a estas medidas.

Esta visión se enmarca en la narrativa que Trump ha mantenido desde su llegada a la Casa Blanca, en la que los aranceles no se presentan como un coste para los consumidores, sino como una herramienta de presión y de recaudación frente a socios comerciales considerados desleales o perjudiciales para la industria estadounidense.

Críticas a sus oponentes y acusaciones de deslealtad

Junto a la defensa de su política arancelaria, Trump reserva una parte de su mensaje para cargar contra sus adversarios políticos. Los acusa de «servir a intereses extranjeros hostiles», en una formulación que sugiere que la oposición a los aranceles no responde únicamente a discrepancias económicas, sino a una supuesta alineación con potencias o competidores exteriores.

Este tipo de acusaciones encaja con la estrategia retórica habitual del presidente, que tiende a presentar la confrontación política interna como una pugna entre quienes, a su juicio, defienden los intereses nacionales y quienes, por acción u omisión, favorecerían a rivales de Estados Unidos. En este marco, la crítica a los aranceles se interpreta no solo como una objeción técnica, sino como un cuestionamiento del propio proyecto de «America First».

El papel del Tribunal Supremo en su agenda

Trump también alude en su mensaje a la Corte Suprema de Estados Unidos, a la que menciona como un actor clave para el futuro de su agenda económica y política. Dice esperar con interés la decisión del alto tribunal «sobre este asunto urgente y sensible al tiempo», sin detallar en el texto la naturaleza exacta de la cuestión, pero subrayando que el desenlace es determinante para poder avanzar «de manera ininterrumpida» en su proyecto de país.

El presidente enmarca esa decisión judicial en su lema «HACER A AMÉRICA GRANDE OTRA VEZ» («Make America Great Again»), conectando así la acción de los tribunales con la viabilidad de sus propuestas. Este vínculo refuerza la idea de que, en su relato, el terreno judicial y el político se encuentran estrechamente entrelazados y que las resoluciones del Supremo pueden actuar como habilitadoras o como frenos de su programa.

Un mensaje dirigido a su base

El contenido y el tono del mensaje publicado en Truth Social reflejan la prioridad de movilizar a su base de apoyo, reforzando conceptos que han sido centrales en su discurso desde 2016: aranceles como defensa de la economía nacional, desconfianza hacia sus adversarios políticos y apelación a una grandeza económica futura.

La referencia a una riqueza «como nunca antes se ha visto» busca proyectar una imagen de prosperidad asociada directamente a su liderazgo y a sus medidas, en contraposición con la supuesta debilidad de quienes cuestionan su estrategia. La promesa de beneficios aún «no calculados» funciona como un mensaje de expectativa: lo mejor, sugiere, estaría todavía por llegar si se mantiene el rumbo que él propone desde la Presidencia.

Debate abierto sobre el coste real de los aranceles

Aunque Trump presenta los aranceles como una fuente casi exclusiva de beneficio para Estados Unidos, el debate económico en torno a estas medidas sigue abierto. Críticos de esta política sostienen que, en la práctica, parte de los costes de los aranceles se trasladan a las empresas y consumidores en forma de precios más altos, y advierten del riesgo de represalias comerciales por parte de otros países.

Frente a esa visión, el presidente mantiene una lectura en la que los gravámenes se convierten en una herramienta de negociación y en un mecanismo de presión para corregir desequilibrios comerciales. Su último mensaje refuerza esa narrativa, al presentar los aranceles como una palanca de recaudación masiva y como pieza central de un proyecto económico que, según él, podría llevar a Estados Unidos a una etapa de riqueza sin precedentes si se le permite aplicarlo sin obstáculos.