Trump celebra crecimiento del 3,8 % y ataca a Powell: “superamos su incompetencia”
El reporte revisado del crecimiento económico estadounidense llegó justo en el momento oportuno para Donald Trump. El Departamento de Comercio elevó la cifra del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre de 2025 a un 3,8 %, frente al 3,3 % estimado previamente, gracias a un sólido desempeño del consumo y a menores importaciones. Si bien el cálculo de la economía incluye factores técnicos —la caída de importaciones reduce la resta en la fórmula del PIB—, el resultado le sirve a Trump como testimonio de que su administración “está teniendo éxito”.
En ese contexto, el expresidente no perdió la oportunidad de lanzar una ofensiva directa contra Jerome “Too Late” Powell, calificando sus decisiones de política monetaria como obstáculo para una recuperación plena. “Hoy se publicaron excelentes cifras… pero nuestras tasas de interés son demasiado altas. Si no fuera por Jerome 'Too Late' Powell, ahora mismo estaríamos en el 2% y en proceso de equilibrar nuestro presupuesto”, escribió Trump en Truth Social, agregando: “estamos superando su incompetencia y pronto, como país, estaremos mejor que nunca”.
Esta confrontación verbal se suma a un capítulo más amplio de tensiones entre la Casa Blanca y la Reserva Federal. En julio, Trump incluso presionó a Powell durante una visita al sistema de la Fed, instándole a recortar las tasas en hasta tres puntos porcentuales. La semana pasada, la Fed finalmente aprobó un recorte de 0,25 puntos básicos —su primer movimiento en 2025— pero el tono moderado de Powell y su advertencia de que recortar agresivamente podría dejar la inflación sin control han sido motivo de nuevas críticas.
Los analistas coinciden en que Trump busca capitalizar el dato del PIB como un arma política más que como un reflejo pleno de una recuperación sólida y sustentable. Aun con este repunte trimestral, el mercado laboral ha mostrado señales de debilidad: la creación de empleo ha disminuido frente a las cifras de años anteriores, lo que preocupa frente a una posible desaceleración futura. Por eso, muchos economistas interpretan el crecimiento del 3,8 % con cautela, destacando que parte de ese impulso proviene de ajustes técnicos vinculados con el comercio y no necesariamente de un despegue orgánico del consumo o la inversión privada.
El peligro al que advierten los críticos es que Trump intente usar este tipo de datos para minar la independencia de la Fed. Instituciones como el Center for American Progress han alertado que intervenir políticamente sobre el banco central arriesga elevar la inflación y desvirtuar las reglas del juego monetario. Además, la posibilidad de remover a miembros del directorio —como ya ha insinuado con figuras como Lisa Cook— ha generado preocupaciones serias entre economistas y anteriores presidentes de la Fed.
Para Trump, este triunfo numérico del PIB llega en un momento propicio en su estrategia electoral y comunicativa. Insistir en que Estados Unidos avanza “pese a la incompetencia interna” le permite proyectar una narrativa de resiliencia y liderazgo frente a un sistema que él percibe débil o desalineado con sus objetivos. Pero ese relato deberá sostenerse con continuidad: crecimiento persistente, mejoras en empleo, control de precios y credibilidad institucional frente a inversionistas domésticos y globales.
Quien observe desde fuera deberá distinguir entre el impacto simbólico de una cifra revisada y la realidad macroeconómica más compleja. Trump ha vuelto al centro del escenario económico, pero el verdadero desafío será transformar esos titulares en resultados estructurales para el país.