Geopolítica en tensión

Tusk y Orban se enfrentan por Ucrania en X

E P A / V I R G I N I A M A Y O / P O O L
El primer ministro polaco acusó a su homólogo húngaro de relativizar la invasión rusa, mientras Orbán insiste en que Hungría no entrará en la guerra. El enfrentamiento expone la división interna de Europa en torno al conflicto.

El conflicto en Ucrania no solo enfrenta a Kiev y Moscú: también reabre grietas dentro de la propia Unión Europea. El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, lanzó este jueves un mensaje contundente en la red social X dirigido a su homólogo húngaro, Viktor Orbán. “Rusia inició la guerra contra Ucrania. En momentos como estos, la única pregunta es de qué lado estás”, escribió el líder polaco, en alusión directa a la postura ambigua de Budapest.

La respuesta de Orbán no tardó en llegar. “Rusia está en guerra. Ucrania está en guerra. Hungría no”, replicó el dirigente magiar, enfatizando que su prioridad es “poner fin al conflicto, salvar vidas y brindar seguridad a su pueblo”. Orbán insistió en que Tusk defiende abiertamente la causa de Kiev, mientras que él busca “asegurar que la paz prevalezca”.

Este intercambio se produce un día después de que Orbán advirtiera que la eventual adhesión de Ucrania a la Unión Europea supondría “traer la guerra a Europa”. Sus declaraciones generaron malestar en Bruselas y en varias capitales comunitarias, donde se considera que la posición húngara erosiona la cohesión de la política exterior europea.

Tusk, que regresó al poder en Varsovia a finales de 2023 con un discurso proeuropeo y firme frente a Rusia, ha convertido el apoyo a Kiev en un eje central de su mandato. Polonia, junto con los países bálticos, es uno de los aliados más activos de Ucrania dentro de la UE y de la OTAN, proporcionando armamento, asistencia humanitaria y presión diplomática contra Moscú.

Orbán, en cambio, mantiene desde hace años una relación ambivalente con el Kremlin. Aunque su Gobierno ha aprobado en Bruselas varias rondas de sanciones contra Rusia, también ha bloqueado otras iniciativas y ha cultivado una retórica que, según críticos, blanquea las acciones de Vladímir Putin. Hungría depende en gran medida del gas y el petróleo rusos, un factor que condiciona sus decisiones estratégicas.

La disputa entre Varsovia y Budapest ilustra la fractura interna en la UE respecto al conflicto. Mientras países como Alemania y Francia tratan de mantener un equilibrio entre apoyo a Ucrania y búsqueda de salidas diplomáticas, los Estados del Este reclaman una postura de firmeza frente a Moscú. En ese contexto, Orbán aparece cada vez más aislado, aunque su influencia como miembro con derecho a veto en el Consejo Europeo le permite frenar iniciativas clave.

El intercambio entre Tusk y Orbán ha tenido eco en las principales capitales. Desde Bruselas se recuerda que la unidad europea es esencial para sostener la ayuda a Ucrania y para enviar un mensaje claro al Kremlin. Sin embargo, las discrepancias estratégicas amenazan con debilitar esa unidad en un momento en que la guerra se prolonga y los costes económicos y sociales se hacen cada vez más visibles en la región.

Más allá de la pugna personal entre los dos primeros ministros, lo que se juega es el futuro de la política exterior de la Unión. Ucrania espera iniciar en 2025 negociaciones formales para su adhesión, un proceso que podría extenderse durante años pero que ya divide a los Veintisiete. El pulso entre Varsovia y Budapest anticipa que la cuestión ucraniana seguirá siendo uno de los grandes puntos de fricción dentro del bloque.