La Unión Africana exige corregir la distorsión histórica del mapa mundi
Tras más de cuatro siglos viendo el mundo bajo la proyección de Mercator, África reclama un cambio profundo: ajustar el tamaño real de los continentes en los mapas. La campaña internacional Correct The Map busca terminar con una representación que, más allá de lo geográfico, ha influido en la percepción del poder global.
Durante generaciones, el mapa que aprendimos en la escuela ha sido prácticamente incuestionable. Colgado en aulas, oficinas y hogares, el planisferio de Mercator, creado en el siglo XVI, marcó la forma en que entendemos el mundo. Sin embargo, lo que parecía un recurso neutro y universal es hoy objeto de un debate global liderado por África.
La Unión Africana ha alzado la voz esta semana sumándose a la campaña internacional Correct The Map, que busca poner fin a lo que califican como un error histórico: la distorsión de las dimensiones reales de los continentes. La proyección de Mercator, ideada por Gerardus Mercator en 1569, amplifica de manera desproporcionada el tamaño de las regiones cercanas a los polos, como Europa y Norteamérica, mientras reduce África y Sudamérica a escalas mucho menores de las que realmente tienen.
El resultado no es trivial. En los mapas que hemos visto toda la vida, Groenlandia aparece tan grande como África, cuando en realidad el continente africano es 14 veces mayor. Brasil, por su parte, se muestra con un tamaño similar al de Alaska, pese a que lo supera hasta cinco veces. Una representación que, además de errores geográficos, ha impactado en la percepción cultural y política del poder mundial.
La alternativa que se impulsa es la proyección Equal Earth, diseñada para mostrar con mayor precisión las dimensiones reales de cada región. De prosperar este cambio, la forma en la que niños y adultos aprendan geografía se transformaría, afectando incluso la forma en que entendemos la distribución de recursos, poblaciones e influencia global.
“Durante más de 450 años hemos mirado el mundo de una manera distorsionada”, apuntan los impulsores de la campaña. Ahora, África lidera una iniciativa que no solo busca justicia cartográfica, sino también simbólica: reposicionar al continente en el lugar que le corresponde dentro del mapa mundial y, por extensión, en la narrativa del poder global.
La noticia abre un debate que no es menor. Lo que parecía una simple herramienta educativa ha marcado imaginarios y ha condicionado la visión de generaciones enteras. Si los mapas influyen en cómo entendemos la política, la economía y hasta la identidad de las naciones, la demanda africana puede suponer un punto de inflexión. La pregunta ya no es solo cómo representamos el mundo, sino quién tiene el poder de definirlo.