Boom bursátil: la tensión entre Pekín y Washington dispara el valor de las tierras raras
El mercado de las tierras raras vive un auténtico boom bursátil mientras China y Estados Unidos se enfrentan por el control de estos minerales esenciales para la industria tecnológica, militar y energética. En medio de la creciente rivalidad geopolítica, las acciones del sector se disparan y los inversores ven una oportunidad histórica en el nuevo “oro del siglo XXI”.
La disputa entre Washington y Pekín por el dominio de las tierras raras —17 elementos químicos fundamentales para fabricar desde baterías de vehículos eléctricos hasta sistemas de defensa— está reconfigurando los mercados globales y desatando una fiebre inversora.
Durante las últimas 24 horas, las cotizaciones de las principales compañías del sector han experimentado una alta volatilidad, impulsadas por la expectativa de restricciones comerciales y por la urgencia de los países occidentales por reducir su dependencia de China, que concentra más del 70 % de la producción mundial.
El detonante del repunte fue la reunión entre el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro australiano, en la que ambos líderes abordaron la posibilidad de crear una alianza estratégica para la extracción y refinamiento de minerales críticos fuera de China. Fuentes cercanas a la Casa Blanca señalan que Washington estudia nuevos subsidios y créditos fiscales para las empresas que participen en la diversificación de la cadena de suministro.
Los resultados no tardaron en reflejarse en el parqué. USA Rare Earth subió más de un 13 %, mientras Cleveland Cliffs se disparó un 20 % tras anunciar un acuerdo preliminar con el Departamento de Energía para suministrar metales estratégicos a la industria aeroespacial. En contraste, Trilogy Metals cayó un 5 %, arrastrada por la presión de costes y las dudas sobre sus proyectos en Alaska.
El comportamiento desigual del sector evidencia la alta sensibilidad del mercado ante las tensiones geopolíticas. “Estamos en el inicio de una carrera global por los recursos tecnológicos que definirán las próximas décadas”, explicó a Bloomberg el analista Thomas Reynolds, de Bank of America. “Las tierras raras son la nueva frontera económica y militar; cada anuncio político mueve miles de millones en minutos.”
El trasfondo de esta guerra de recursos no solo tiene implicaciones económicas. Pekín respondió a las declaraciones de Trump advirtiendo que impondrá controles de exportación sobre elementos clave como el neodimio, el disprosio y el praseodimio, esenciales para la fabricación de chips, misiles guiados y turbinas eólicas. La medida, según el Ministerio de Comercio chino, busca “proteger la seguridad nacional y la estabilidad industrial del país”.
En Europa, la Unión Europea no se ha quedado al margen. Bruselas prepara un plan para crear un “Banco Financiero de Defensa”, que canalice inversiones hacia proyectos estratégicos de energía, tecnología y materias primas críticas. El objetivo: blindar la autonomía del continente ante una posible escasez global.
Los inversores, por su parte, se frotan las manos. El auge de la demanda de vehículos eléctricos, inteligencia artificial y defensa está empujando una megacorriente de capital hacia las materias primas tecnológicas. Fondos especializados en metales raros registran ya entradas récord, según datos de Morningstar.
Sin embargo, los expertos advierten del riesgo de una burbuja especulativa. “El mercado está actuando más por emoción que por fundamentos”, advierte Elaine Park, analista de Nomura Securities. “Aunque la transición energética es real, los precios actuales reflejan expectativas de décadas condensadas en semanas.”
La batalla por las tierras raras podría redefinir el equilibrio económico global. Si Washington y sus aliados logran diversificar la producción, China podría perder su monopolio de poder industrial, pero a corto plazo los analistas coinciden: la volatilidad será la norma y el beneficio, para los que sepan resistirla.