China perderá la carrera por la IA sin los chips de Nvidia
Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de EE. UU., afirmó que si China deja de importar los chips de Nvidia, quedará atrás en la carrera de la inteligencia artificial. Sus comentarios, vertidos en una entrevista reciente, reflejan la tensa pugna tecnológica entre Washington y Pekín, donde el acceso a semiconductores avanzados se ha convertido en eje estratégico y geoestratégico.
La competencia tecnológica entre Estados Unidos y China atraviesa una etapa crítica: ya no se trata sólo de patentes, normas o inversión, sino de la posesión de los engranajes esenciales del ecosistema de IA: los chips de alto rendimiento. En ese contexto, Kevin Hassett, al frente del National Economic Council (NEC), lanzó una previsión contundente: “China perderá la carrera de la IA si no tiene acceso a los chips de Nvidia”.
Durante una emisión en Fox Business, Hassett defendió que las sanciones tecnológicas pueden ser un arma de contención, pues limitan la capacidad ofensiva de un rival. También destacó la intensa comunicación diplomática entre EE. UU. y China, asegurando que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dialoga “prácticamente a diario” con sus homólogos chinos, en un proceso que ha permitido avances en otros ámbitos, aunque aún queda camino por recorrer.
En paralelo, Hassett mostró confianza en la marcha de la economía estadounidense: dijo que la inflación ha caído con fuerza y que el crecimiento sigue sólido. Asimismo, restó dramatismo al efecto de aranceles, calificándolos como un “ajuste puntual de precios” que no necesariamente desbordará la inflación, y consideró que podría detonarse un “boom por el lado de la oferta” si se liberan restricciones en ciertos sectores.
La apuesta de Washington es clara: mantener el control del eslabón semiconductor. Incluso se ha informado que EE. UU. desea capturar alrededor del 15 % de las ventas de Nvidia en China, como mecanismo para elevar costos al gigante asiático y homogeneizar ventajas competitivas.
Pero la realidad no es un tablero de ajedrez limpio. China ha respondido bloqueando la compra de ciertos chips Nvidia y promoviendo su propia industria. Por ejemplo, se ha reportado que autoridades chinas han instruido a empresas locales a suspender adquisiciones del modelo RTX Pro 6000D, diseñado para el mercado chino. Además, pese al control de exportaciones, EE. UU. ha aprobado envíos del chip H20 al mercado chino con licencia, según Hassett, con el propósito de impedir que Pekín desarrolle una ventaja dominante.
El problema es que esas exportaciones también pueden tener efectos no deseados: estimular la competitividad local o fomentar el desarrollo de circuitos alternativos. De hecho, el propio Jensen Huang, director general de Nvidia, ha declarado que las restricciones podrían haber acelerado el impulso chino hacia el diseño propio de chips.
Asimismo, algunos analistas apuntan que China apuesta no sólo por hardware: construye centros de datos masivos, optimiza redes de conexión y está reorganizando su arquitectura de IA —proyectos como el denominado “Stargate of China” apuntan en esa dirección.
Esta tensión entre control de insumos estratégicos y dinamismo tecnológico tiene implicaciones profundas: quién definirá los estándares de IA globales, cuáles países exportarán modelos y soluciones, y hasta qué punto las barreras comerciales pueden frenar la innovación.
Para China, perder el acceso a los chips más avanzados sí sería una losa, pero no una condena automática: su apuesta continúa siendo reducir la dependencia, fomentar la industria local y diversificar su base tecnológica. Pero ese camino exige millones de millones en investigación, nuevas fundiciones y tiempo. El desafío para EE. UU., en cambio, es mantener su supremacía sin ahogar el mercado global ni estimular reacciones agresivas.
En definitiva, el pronóstico de Hassett subraya una verdad incómoda: en la era de la inteligencia artificial, quien controla el hardware mejor no solo domina la tecnología, sino el destino de múltiples sectores (salud, defensa, comercio). Y en esa carrera, quedarse sin chips es más que perder una pieza de mercado: puede significar quedar afuera del juego.