Dow Jones no, pero Bitcoin se queda fuera del rally navideño de Wall Street
El tradicional rally de fin de año ha llegado con fuerza a Wall Street y a los metales preciosos, pero no a todos los activos por igual. Mientras el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq encadenan máximos históricos y el oro y la plata pulverizan récords de precio, Bitcoin se desinfla en silencio, atrapado por vencimientos masivos de derivados y ventas persistentes de sus grandes tenedores.
Este viernes, la criptomoneda más famosa del mundo cotizaba en torno a los 87.200 dólares, cerca de un 6,5% por debajo de su nivel de inicio de 2025, pese a haber tocado máximos históricos por encima de los 126.000 dólares en octubre.
La fotografía es elocuente: mientras los inversores abrazan el riesgo en bolsa y buscan refugio en el oro y la plata, Bitcoin se queda en tierra de nadie, sin narrativa dominante y con un flujo de salida desde los ETF al contado que supera los 4.300 millones de dólares en los dos últimos meses del año.
La consecuencia es clara: el activo que durante años se vendió como “oro digital” no está participando del gran movimiento de fin de año… y las preguntas sobre su papel en las carteras institucionales reaparecen con fuerza.
El gran ausente del rally de Santa Claus
El llamado rally de Santa Claus, ese impulso estadísticamente frecuente en las últimas sesiones del año y las primeras de enero, se está dejando notar en casi todo… salvo en Bitcoin.
Según los datos de mercado, la criptomoneda:
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Ha pasado de un máximo histórico superior a 126.000 dólares en octubre a moverse en torno a los 87.000-90.000 dólares.
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Se sitúa un 6,5% por debajo de su precio de apertura de 2025 (cerca de 93.000 dólares).
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Lleva semanas incapaz de consolidar cierres por encima de los 90.000 dólares, con volatilidad decreciente y volumen menguante.
“El tono sigue siendo claramente defensivo”, apuntaba esta semana Timothy Misir, jefe de research en BRN. Los intentos de rebote se quedan sin gasolina y cualquier subida encuentra rápidamente órdenes de venta, en un contexto de baja liquidez navideña que amplifica los movimientos.
Este hecho revela una ruptura llamativa con los años anteriores, cuando Bitcoin solía acompañar —o incluso liderar— las fases de apetito por el riesgo. Esta vez, el dinero fresco ha preferido tradicionalmente acciones y metales, dejando a la criptomoneda en una especie de limbo técnico y narrativo.
El peso del mayor vencimiento de opciones de la historia
En el corto plazo, los analistas señalan un factor muy concreto: el vencimiento récord de 28.000 millones de dólares en opciones de criptomonedas este viernes. En un mercado donde los derivados tienen ya un peso central, este tipo de fechas actúa como auténtico “evento gravitacional” para el precio.
Con la liquidez reducida por el parón de fin de año, ajustes en carteras de derivados por parte de fondos cuantitativos y mesas de trading pueden generar:
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Movimientos bruscos intradía sin tendencia clara.
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Coberturas agresivas cerca de los niveles de strike más negociados.
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Presión vendedora añadida si una parte relevante del interés abierto se cerraba en beneficio de los bajistas.
El resultado no ha sido un desplome, pero sí una incapacidad sistemática de volver sobre los 90.000 dólares. Bitcoin ha optado, de facto, por “sentarse a un lado” y dejar que el rally se concentre en otros activos mientras se digiere el vencimiento.
La paradoja es evidente: mientras la volatilidad implícita en opciones captura la expectativa de movimientos grandes, el precio spot se ha quedado atrapado en un rango relativamente estrecho, alimentando la sensación de fatiga entre los inversores minoristas.
Salida silenciosa de los ETF y ajuste del ciclo cripto
A diferencia de anteriores ciclos, buena parte del flujo sobre Bitcoin pasa ya por ETF al contado y vehículos regulados. Los datos de las últimas semanas apuntan a:
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Alrededor de 500 millones de dólares de salidas netas de ETF de Bitcoin sólo en esta semana.
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Más de 4.300 millones de dólares retirados en los dos últimos meses del año.
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Una contracción superior a 1,2 billones de dólares en el valor total del mercado cripto en el mismo periodo.
Este hecho revela un cambio cualitativo: no se trata sólo de pequeños traders abandonando posiciones, sino de gestores institucionales reduciendo exposición a un activo que ha dado excelentes retornos en los últimos años, pero que ahora compite con otros refugios y con una renta variable en máximos.
La rotación parece tener dos motivaciones principales:
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Toma de beneficios tras el nuevo máximo histórico de octubre, aprovechando el cierre de ejercicio.
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Rebalanceo hacia activos con mejor comportamiento relativo reciente, como los grandes índices estadounidenses y los metales preciosos.
Bitcoin sigue en positivo en horizontes de tres a cinco años, pero el comportamiento de 2025 contrasta con la euforia de otros ejercicios y alimenta la idea de un cambio de fase en el ciclo cripto.
Oro y plata, los claros ganadores del miedo
Mientras Bitcoin se queda al margen, los metales preciosos viven un año histórico. El oro ha superado los 4.580 dólares por onza, mientras que la plata ha superado ya la cota de 75 dólares, con revalorizaciones aproximadas del 70% y el 160% en lo que va de año, respectivamente.
Los catalizadores son claros:
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Tensiones geopolíticas crecientes (Ucrania, Oriente Medio, pulso EEUU–Venezuela).
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Debilidad del dólar, que abarata los metales para inversores no estadounidenses.
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Expectativas de nuevos recortes de tipos de la Fed en 2026, que reducen el coste de oportunidad de tener activos sin rentabilidad corriente.
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Compras sostenidas de bancos centrales y fuertes entradas en ETF respaldados por metal físico.
La plata, en particular, ha registrado un movimiento casi parabólico, impulsada por:
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Especulación tras el “short squeeze” de octubre, que dejó a varios vendedores en corto contra las cuerdas.
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Problemas de oferta y cuellos de botella en el suministro físico.
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Su doble perfil como activo refugio y metal industrial crítico para renovables, electrónica y baterías.
La consecuencia es demoledora para el relato cripto: mientras el “oro real” y sus “primos” marcan récord tras récord, el supuesto “oro digital” cotiza por debajo del nivel con el que empezó el año.
Wall Street, en máximos y con el riesgo de complacencia
En paralelo, la renta variable estadounidense ofrece una imagen de manual de euforia controlada. El S&P 500 y el Dow Jones cerraron la sesión reducida de Nochebuena en máximos históricos, y el Nasdaq suma más de un 20% de revalorización en el año, con el S&P rondando el +18%.
Varias fuerzas se combinan en este rally:
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Beneficios empresariales mejor de lo esperado, especialmente en tecnología y consumo.
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Narrativa de “aterrizaje suave” de la economía estadounidense, con crecimiento sólido y desinflación gradual.
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Expectativa de al menos dos recortes de tipos a lo largo de 2026, según descuenta el mercado de futuros.
En este contexto, muchos gestores han preferido reforzar su exposición a acciones de calidad y sectores cíclicos antes que aumentar riesgo en cripto. El resultado es una cierta “descorrelación emocional”: mientras los titulares celebran máximos en índices y metales, Bitcoin queda relegado a los gráficos especializados.
El contraste recuerda, no obstante, que la complacencia puede ser peligrosa: un giro inesperado de la Fed, un shock geopolítico mayor o un tropiezo de beneficios pueden devolver la volatilidad al centro del escenario… y reactivar el interés por activos no tradicionales.
¿Debilidad estructural o simple pausa en el ciclo de Bitcoin?
La gran cuestión para inversores y analistas es si este final de año marca un cambio estructural en el papel de Bitcoin o sólo una pausa táctica en un ciclo todavía alcista en el largo plazo.
Los argumentos a favor de la pausa señalan:
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Un comportamiento similar en ciclos anteriores, con fases de consolidación larga tras nuevos máximos.
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La importancia de eventos puntuales como el vencimiento masivo de opciones y el cierre de ejercicio.
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El hecho de que, pese al retroceso desde octubre, Bitcoin sigue muy por encima de los mínimos de ciclos previos.
Los argumentos más escépticos apuntan a:
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La pérdida de momentum relativo frente a otros activos refugio.
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La presión regulatoria y la normalización de vehículos de inversión, que pueden reducir su volatilidad… y su atractivo especulativo.
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La salida sostenida de capital institucional desde los ETF al contado, que podría reflejar un rebalanceo de largo plazo.
En el corto plazo, el nivel psicológico de los 90.000 dólares se convierte en frontera simbólica. Recuperarlo con volumen sería la primera señal de que Bitcoin quiere participar del rally general. Mantenerse por debajo de forma prolongada reforzaría la idea de un activo en fase de digestión, mientras el resto del mercado celebra una Navidad de máximos históricos.