Dow Jones, Nasdaq y SP500 se atascan en Wall Street a un paso de sus máximos históricos

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Los índices frenan tras cinco sesiones al alza, pero mantienen un rally de doble dígito y alimentan la esperanza de un potente ‘Santa Claus rally’ hacia 2026

Wall Street encaró la primera sesión posterior a Navidad con el freno de mano echado. Tras cinco jornadas consecutivas de subidas, los tres grandes índices estadounidenses cerraron el viernes con descensos simbólicos: el Dow Jones cedió un 0,04% hasta los 48.710,97 puntos, el S&P 500 retrocedió un 0,03% hasta 6.929,94 y el Nasdaq bajó un 0,09% hasta 23.593,10. Cifras mínimas si se miran en el día, pero reveladoras en el contexto de un año volátil que se encamina a saldarse con ganancias de doble dígito.
En la trastienda, los operadores hablan de simple pausa técnica en plena temporada del llamado Santa Claus rally, ese patrón estacional que cubre los últimos cinco días del año y los dos primeros de enero. La sensación es que el mercado “toma aire” más que girar de tendencia.
Sin embargo, bajo esta aparente calma navideña laten los mismos factores que han marcado 2025: tensiones comerciales, conflictos geopolíticos y la explosión de las grandes tecnológicas ligadas a la inteligencia artificial. Y la pregunta sigue en el aire: ¿está Wall Street construyendo una base sólida para 2026 o simplemente apurando las últimas copas del ciclo antes de la resaca?

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Un rally que se toma un respiro

Lo de este viernes fue, en palabras de un estratega de mercado, poco más que un “respiro después de la carrera”. Venía de fondo una racha de cinco sesiones consecutivas al alza, suficientes para llevar al S&P 500 y al Dow Jones a cerrar en máximos históricos en la víspera navideña. Con esta inercia, lo normal era ver cierta toma de beneficios, y así ha sido.

El volumen fue revelador: apenas 10.220 millones de acciones negociadas, frente a una media de 15.980 millones en las últimas 20 sesiones completas. Un mercado medio vacío en el que los movimientos tienen menos convicción y cualquier orden algo más grande puede sesgar los precios.

Pese al suave tropiezo diario, los tres índices encadenan ganancias semanales y mantienen un tono claramente positivo en el acumulado anual. El S&P 500 sube en torno a un 18% en 2025, mientras que el Nasdaq supera el 20%, impulsado por las grandes tecnológicas de crecimiento. La frase de cabecera que se repite en los parqués es el recordatorio de siempre: “la volatilidad es el peaje a pagar por los retornos”.

Por ahora, el mercado parece decidido a pagar ese peaje, confiando en que los sobresaltos de 2025 sean el preludio de otro año fuerte… siempre que la macro y los bancos centrales acompañen.

El ‘Santa Claus rally’ y las expectativas para 2026

La sesión del viernes fue solo el segundo día del periodo oficial del Santa Claus rally, que abarca los últimos cinco días hábiles del año y los dos primeros de enero, hasta el 5. La estadística no es superstición: históricamente, cuando ese tramo termina en positivo, suele anticipar un comportamiento razonablemente favorable para el conjunto del año siguiente.

Los gestores miran ese patrón con una mezcla de cautela y esperanza. Por un lado, señalan que 2025 ha estado marcado por “sustos de aranceles, sobresaltos geopolíticos y exuberancia en las acciones vinculadas a la IA”, una combinación que invita a no dar nada por hecho. Por otro, reconocen que llegar al tramo final con índices en zona de máximos, sin cracks visibles y con ganancias de doble dígito, no es precisamente un mal punto de partida para 2026.

La clave estará en si la Reserva Federal finalmente ejecuta los recortes de tipos que el mercado descuenta para el segundo semestre. Una relajación monetaria gradual, acompañada de beneficios empresariales sólidos, daría combustible extra a los índices. Pero cualquier giro brusco —ya sea un repunte de la inflación o un frenazo del crecimiento— podría pinchar el entusiasmo actual con la misma rapidez con la que se ha inflado.

Por ahora, el relato dominante es que 2026 no será un año sin titulares negativos, pero sí podría ser un ejercicio de retorno positivo si el inversor aprende a convivir con la montaña rusa.

Materiales al frente, consumo a la cola

La foto sectorial de la sesión muestra que, incluso en días planos, el dinero se mueve. Entre los 11 grandes sectores del S&P 500, fueron los materiales los que registraron el mayor avance porcentual, mientras que el consumo discrecional se quedó como el farolillo rojo del día.

El interés por los materiales no es casual. El rally de los metales preciosos, con el oro y la plata encadenando máximos históricos, y la expectativa de nuevas inversiones en infraestructuras y transición energética han devuelto atractivo a compañías ligadas a materias primas y producción industrial. Es el tipo de rotación que gusta a los estrategas, porque sugiere un mercado menos dependiente de un puñado de valores tecnológicos.

En el lado perdedor, el consumo discrecional acusa el desgaste de un año en el que el ciudadano medio ha convivido con precios elevados, tipos de interés relativamente altos y una confianza del consumidor oscilante. Las compañías con exposición a ventas no esenciales notan que el margen para seguir subiendo precios se estrecha, justo cuando los inversores comienzan a exigir resultados acordes a las valoraciones.

El contraste con la foto anual es llamativo: en el conjunto de 2025, comunicación, tecnología e industriales son los sectores que mejor se han comportado, mientras que inmobiliario (real estate) aparece como el único con saldo negativo. Un recordatorio de que el coste del dinero sigue pesando en los activos más apalancados.

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Nvidia, Target y los movimientos bajo la superficie

Aunque los índices se movieron poco, varias historias individuales captaron la atención. Nvidia subió en torno a un 1% después de conocerse que el gigante de chips de IA licenciará tecnología a la startup Groq y fichará a su consejero delegado. El mensaje para el mercado es inequívoco: lejos de relajarse, Nvidia sigue comprando talento y asegurándose el control de la cadena de valor de la inteligencia artificial.

En el segmento de retail, Target repuntó un 3,1% tras informaciones que apuntan a la entrada de Toms Capital Investment Management, un ‘hedge fund’ activista, en su accionariado con una participación significativa. La lectura es doble: por un lado, el mercado apuesta a que la presión del activismo puede desbloquear valor; por otro, se reconoce que la distribución tradicional necesita reajustar su modelo en pleno auge del comercio electrónico y la entrega rápida.

Mientras tanto, el pulso entre compañías de crecimiento y negocios más maduros sigue definiendo el tono del mercado. Cada noticia corporativa relevante se convierte en un test de confianza, tanto sobre la capacidad de las empresas para cumplir promesas como sobre la disposición de los inversores a seguir pagando múltiplos elevados tras varios años de bonanza.

Los metales preciosos dan otra lección al mercado

Un detalle significativo de la sesión fue el comportamiento de las mineras de metales preciosos. Valores como First Majestic, Coeur Mining o Endeavour Silver avanzaron entre un 1,2% y un 3%, impulsados por nuevos máximos históricos en los precios de la plata y el oro.

Este hecho revela un trasfondo que va más allá del día a día bursátil: mientras los índices de renta variable celebran los récords, una parte del dinero institucional sigue reforzando posiciones en activos refugio, anticipando que las tensiones geopolíticas y la incertidumbre sobre tipos no han dicho su última palabra.

El rally simultáneo de bolsa y metales preciosos rompe el esquema clásico de “o riesgo o refugio”. Hoy conviven ambas cosas: por un lado, confianza en beneficios y en la resiliencia de la economía estadounidense; por otro, cobertura frente a un eventual sobresalto —ya sea un conflicto que se agrava, un shock energético o un giro inesperado de la Fed—.

Para el inversor, la lección es clara: las carteras que mejor están navegando 2025 combinan exposición a crecimiento con colchones de protección en commodities y activos reales. Y esa receta parece destinada a continuar en 2026.

Liquidez mínima, riesgos máximos

La jornada tuvo otro rasgo típico de fechas navideñas: poca liquidez y lecturas mixtas en la amplitud de mercado. En la Bolsa de Nueva York, los valores alcistas superaron a los bajistas por un ratio de 1,13 a 1, con 342 nuevos máximos y solo 66 mínimos en la sesión. En el Nasdaq, en cambio, las caídas superaron a las subidas por 1,32 a 1, con 46 nuevos máximos frente a 166 mínimos.

Las cifras muestran un mercado que aguanta en la parte alta del rango, pero con señales de fatiga en los segmentos más especulativos del tecnológico, donde el ajuste tras las subidas desorbitadas de algunos nombres de IA puede no haber terminado.

El volumen reducido actúa como amplificador de riesgos: cualquier noticia negativa —un dato macro inesperado, un titular geopolítico agresivo o un profit warning de una gran compañía— puede desencadenar movimientos desproporcionados en sesiones donde buena parte de los grandes operadores está fuera o con posiciones parcialmente cerradas.

Por eso, algunos gestores insisten en que este tramo de año no es momento para “jugar al héroe”, sino para proteger los retornos ya obtenidos, evitar apalancamientos innecesarios y planificar con calma el reposicionamiento de cara a 2026.

La única certeza para 2026: más volatilidad

Si algo tienen claro los estrategas es que 2026 no será un año de calma absoluta. Los factores que han marcado 2025 siguen presentes: tensiones arancelarias, conflictos abiertos en varios frentes, tipos de interés aún por encima de la media histórica y valoraciones exigentes en parte del sector tecnológico.

En este contexto, la advertencia es recurrente: “no habrá un 2026 sin titulares negros, sin sustos y sin bandazos”. El objetivo no es evitar la volatilidad, imposible en un mercado globalizado, sino convivir con ella sin perder el foco en el medio plazo.

Las empresas que consigan demostrar generación de caja sólida, balances saneados y capacidad de adaptarse a un entorno de costes todavía altos seguirán captando flujos. Por el contrario, los modelos de negocio apoyados únicamente en narrativas —ya sea la etiqueta de “IA”, el sueño del crecimiento infinito o la promesa de disrupción sin beneficios— se enfrentarán a un mercado menos dispuesto a perdonar.

El cierre casi plano de Wall Street tras Navidad no es, por tanto, señal de agotamiento, sino un recordatorio de que el rally de los últimos meses necesita oxígeno, selección y disciplina. Tres palabras que, probablemente, definirán también la agenda del inversor en 2026.