Centavo

La Casa de la Moneda en Filadelfia acuña hoy el último centavo de su historia

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Estados Unidos ha dejado de fabricar el céntimo y la verdadera razón se ha mantenido oculta hasta ahora descubre qué motivó esta decisión que cambiará la forma en que usamos el dinero

Después de más de 230 años formando parte del imaginario estadounidense, el penny ha llegado a su fin. Lo que empezó como un símbolo de ahorro, superstición y cultura popular, terminó este 12 de noviembre de 2025 en una silenciosa sala del U.S. Mint de Filadelfia, donde las últimas monedas fueron prensadas bajo la mirada de funcionarios, trabajadores y periodistas. Pero la historia detrás del fin de la moneda más icónica de Estados Unidos es mucho más compleja —y algunos dicen que más sorprendente— de lo que el público imagina.

El presidente Donald Trump : “literalmente costándonos más de 2 centavos por cada centavo acuñado”

Los funcionarios federales aseguraron que el motivo es simple: cada penny cuesta cuatro veces más de lo que vale. “God bless America, y vamos a ahorrar 56 millones a los contribuyentes”, declaró el tesorero Brandon Beach antes de pulsar el botón que marcó el adiós definitivo del céntimo. Sin embargo, muchos se preguntan por qué una decisión tan trascendental se ha tomado —y anunciado— casi a puerta cerrada, sin un plan de transición claro para comercios, bancos o consumidores.

La mayoría de las fábricas ya había detenido la producción meses atrás, pero no fue hasta ahora cuando el Gobierno confirmó oficialmente que la moneda había muerto. De hecho, la escena en la fábrica parecía más una despedida íntima que un acto de Estado: empleados en silencio, últimas piezas alineadas sobre bandejas y un aplauso espontáneo cuando la máquina expulsó los últimos cinco pennys de la historia.

Detrás de este cierre definitivo hay una historia política que rara vez se cuenta. El presidente Donald Trump llevaba meses defendiendo que el penny era un gasto inútil, “literalmente costándonos más de 2 centavos por cada centavo acuñado”. Pero la decisión de eliminarlo estuvo congelada durante años por miedo al impacto social: los estadounidenses aman su penny. Lo coleccionan, lo consideran un amuleto, lo guardan en frascos como parte de su memoria afectiva.

Ese apego emocional, unido al temor de comercios y bancos a un caos en los sistemas de cobro, habría retrasado la noticia hasta ahora, cuando la presión financiera finalmente ganó la batalla. Algunos comercios ya muestran carteles anunciando que no devolverán cambio en pennies; otros pidieron a los clientes “llevar monedas exactas”, y unos pocos incluso ofrecieron bebidas o regalos simbólicos a quienes entregaran sus últimas reservas.

La desaparición del penny también ha dejado preguntas sin responder. ¿Qué ocurrirá con las transacciones en efectivo? ¿Habrá redondeos obligatorios? ¿Se incrementarán los precios? La Casa Blanca no ha emitido lineamientos oficiales, y muchos minoristas se sienten abandonados ante un cambio que, aunque esperado, llegó sin manual de instrucciones.

Historiadores y numismáticos lamentan esta pérdida mucho más allá de lo económico. Para Frank Holt, profesor emérito de la Universidad de Houston, el fin del penny supone borrar una cápsula cultural única: “En ellos decidimos qué figuras honrar, qué lemas representan a nuestra nación, qué mensajes queremos dejar a las futuras generaciones. Son pequeños espejos de nuestra historia y nuestros valores”.

Curiosamente, el penny no era la moneda más costosa de producir —el nickel cuesta más del doble de su valor facial—, pero sí era la que más se fabricaba. Casi la mitad de todas las monedas acuñadas en Filadelfia y Denver durante el último siglo fueron pennies, una producción colosal para un objeto que ya casi nadie usa.

Con miles de millones aún en circulación, el penny seguirá siendo legal, pero su vida activa termina aquí. Lo que fue un símbolo nacional se convierte ahora en pieza de coleccionismo y recuerdo. Y mientras los últimos ejemplares se subastan entre pujas emocionadas, queda una sensación difícil de ignorar: algo más que una moneda ha desaparecido hoy del bolsillo de América.