La carrera por la IA dispara la deuda corporativa en Silicon Valley

La enorme ola de deuda de la Big Tech que podría remodelar los mercados crediticios

La enorme ola de deuda de la Big Tech que podría remodelar los mercados crediticios

A medida que la inteligencia artificial se integra en cada rincón de la economía, las grandes tecnológicas pisan el acelerador… también en los mercados de deuda. Amazon, Oracle, Microsoft y compañía emiten bonos a un ritmo histórico para financiar centros de datos y proyectos de IA. Pero en Wall Street empieza a calar una pregunta incómoda: ¿qué pasa cuando la deuda crece más rápido que la capacidad del mercado para digerirla?

Un boom de deuda sin precedentes en la era de la IA

En 2024, la emisión de bonos corporativos del sector tecnológico alcanzó niveles de récord, impulsada por una Big Tech que ve en la financiación barata el combustible perfecto para su siguiente salto: infraestructura de datos, supercentros de procesamiento y modelos de IA cada vez más costosos.

Las proyecciones apuntan a una cifra que asusta incluso a los más optimistas: para 2028, la deuda acumulada del sector tecnológico podría rondar los 1,5 billones de dólares. La lógica es clara: quien tenga más capacidad de cómputo y más datos entrenando a sus algoritmos, dominará el próximo ciclo económico.

Pero el mercado empieza a preguntarse si esta carrera no está generando una “indigestión de IA”: demasiada oferta de bonos, demasiada deuda concentrada en pocas manos y una demanda inversora que podría empezar a flaquear. Cuando eso sucede, la mecánica es conocida: caen los precios de los bonos, se amplían los spreads y se complica la refinanciación.

Wall Street en guardia: del entusiasmo al recelo

Desde el corazón del sistema financiero, las señales de alerta se multiplican. JP Morgan advierte de que la demanda de crédito podría no aguantar este volumen de emisiones si la máquina no afloja. Lo que hoy se percibe como una oportunidad dulce —bonos de empresas ultra sólidas, ligadas a la IA— puede girar hacia un desencanto abrupto, con repuntes de volatilidad y dudas sobre el valor real de esas emisiones.

Morgan Stanley pone el foco en otro ángulo: las grandes tecnológicas tienen músculo para pagar más por su financiación, y eso puede distorsionar el mercado de crédito, desplazando a otros emisores y elevando artificialmente el listón de lo que se considera “precio justo”. El efecto contagio no se quedaría solo en el mundo de los bonos: sectores como las criptomonedas, ya castigados en los últimos meses, podrían sufrir nuevas oleadas de ventas si los inversores se ven obligados a rotar posiciones y asumir menos riesgo periférico.

Lo que dice la academia: tipos, apalancamiento y fragilidad sistémica

Desde la academia, voces como la de Santiago Carbó, catedrático y director de Funcas, añaden matices necesarios. No se trata solo del entusiasmo por la IA, sino de una combinación explosiva:

  • Un entorno de tipos de interés que, aunque haya dejado atrás los máximos recientes, sigue siendo exigente.

  • Niveles de apalancamiento extremo que muchas compañías están dispuestas a asumir para no quedarse atrás en la carrera de la IA.

Esa mezcla alimenta mercados muy sensibles a cualquier cambio de expectativa. Un giro en los tipos, un tropiezo en resultados o un susto regulatorio pueden derivar en movimientos bruscos, con implicaciones para la estabilidad financiera global.

La gran duda que se desliza ya en informes y conferencias es inevitable: ¿estamos ante el preludio de una nueva burbuja financiera vinculada a la IA y la deuda tecnológica, o simplemente ante una corrección inevitable tras años de exuberancia?

¿Oportunidad dorada o riesgo infravalorado?

Mientras la ola de deuda tecnológica sigue creciendo, inversores y reguladores observan con creciente inquietud. La capacidad del mercado para absorber tal volumen de bonos no es infinita. Si esa capacidad se debilita, los efectos colaterales pueden llegar a:

  • Mercados emergentes, que compiten por el mismo capital global.

  • Sectores más frágiles, como el cripto o el high yield no tecnológico.

  • Empresas medianas que verán encarecido su acceso a la financiación.

La clave estará en cómo las Big Tech gestionen el delicado equilibrio entre deuda y crecimiento. Mientras la narrativa sea de expansión sin fisuras, el mercado mirará hacia otro lado. Pero una desaceleración en ingresos, un freno en la adopción de la IA o una subida inesperada de los costes de financiación podrían poner a prueba, de golpe, la confianza que hoy se da casi por garantizada.

En el fondo, la pregunta que sostendrá a Wall Street en vilo es sencilla y brutal: ¿esta avalancha de deuda para financiar la IA es la gran oportunidad del ciclo… o el riesgo silencioso que nadie quiere mirar demasiado de cerca?