Subidón

Wall Street se frena tras el dato de PIB, Sube ligeramente Dow Jones pero el S&P 500 sigue rozando máximos

Crecimiento del Producto Interior Bruto de Estados Unidos al 4.3%, con símbolos financieros y el dólar al alza

El Producto Interior Bruto de Estados Unidos crece un 4.3%, superando todas las expectativas y reforzando la posibilidad de que la Reserva Federal mantenga o aumente sus tipos de interés. 

  • Dow y S&P 500, prácticamente planos

  • Confianza del consumidor en diciembre: 89,1 vs 91,0 estimado

  • El índice Euro STOXX 600 sube alrededor de un 0,4%

  • Dólar, oro y crudo retroceden; bitcoin cae más de un 1%

  • La rentabilidad del Treasury estadounidense a 10 años sube ligeramente hasta alrededor del 4,18%

La sesión de este martes en Wall Street arranca con más dudas que dirección clara. Los principales índices estadounidenses se mueven prácticamente planos: el Dow Jones y el S&P 500 apenas registran cambios y el Nasdaq cede ligeramente terreno. Todo ello después de conocerse un dato de PIB mejor de lo esperado que ha impulsado las rentabilidades de los bonos y ha vuelto a poner presión sobre las grandes tecnológicas.

El crecimiento de la economía estadounidense en el tercer trimestre se revisa al alza hasta el 4,3 % anualizado, frente al 3,3 % que manejaba el consenso. El motor del avance ha sido, sobre todo, el gasto en consumo, con un peso notable del componente sanitario. Como apuntan algunos estrategas, no es evidente que un crecimiento tan apoyado en sanidad sea necesariamente “saludable” desde el punto de vista estructural, pero sí encaja con la fortaleza que se sigue observando en el mercado laboral.

Además, las empresas están reduciendo las existencias acumuladas a comienzos de año, lo que sugiere que podríamos ver cierta normalización de inventarios al entrar en 2026. En resumen: el dato es fuerte, pero no todos los analistas lo leen como una buena noticia en términos de sostenibilidad del ciclo.

Confianza del consumidor a la baja y un mercado sin un rumbo definido

Junto al PIB, el otro dato relevante del día ha sido la confianza del consumidor de diciembre, que se sitúa en 89,1 puntos, por debajo de los 91 que estimaba el mercado. Es una lectura que introduce matices: la macro muestra fuerza, pero el ánimo del consumidor empieza a flojear, un combo que obliga a mirar con más cuidado a 2026.

Con este telón de fondo, los sectores del S&P 500 se mueven con cambios muy contenidos, sin que ninguno gane o pierda más de un 0,4 % en términos absolutos. Comunicación (Communication Services) lidera las subidas alrededor de ese 0,4 %, mientras que Consumo básico (Staples) es el farolillo rojo, retrocediendo en torno al 0,4 %. Es decir, no hay una rotación violenta, sino ajustes tácticos.

Donde sí se aprecia una tendencia más clara es en la banca y las financieras: el índice de financieras del S&P 500 y el índice de bancos del S&P se encaminan hacia nuevos máximos de cierre, beneficiándose de la combinación de un crecimiento económico sólido y tipos de interés altos durante más tiempo.

En el lado contrario, las compañías ligadas al oro vivieron un arranque de sesión positivo, pero han girado a negativo conforme el mercado ha ido asimilando el movimiento de tipos y de dólar, en un entorno en el que parte del “miedo” ya estaba recogido en las cotizaciones.

S&P 500 a un paso de sus récords, con los bonos y el dólar marcando el pulso

A nivel de índices, el S&P 500 se mantiene a tiro de piedra de sus máximos históricos: en torno a los 6.875 puntos, está apenas un 0,4 % por debajo del máximo de cierre del 11 de diciembre (6.901) y a menos del 0,7 % del récord intradía del 29 de octubre (6.920,34). Es decir, pese a las dudas intradía y a la digestión de datos, la fotografía de fondo sigue siendo claramente alcista.

En los mercados de tipos, la rentabilidad del Treasury a 10 años avanza ligeramente hasta alrededor del 4,18 %, reflejando la lectura de que un PIB más fuerte dificulta un giro rápido y agresivo hacia recortes de tipos por parte de la Reserva Federal. Ese pequeño repunte en los rendimientos actúa como freno para las grandes tecnológicas, muy sensibles al coste del dinero y a las valoraciones descontadas a futuro.

En el frente de divisas y materias primas, el dólar corrige algo, al igual que el oro y el crudo, mientras que el bitcoin cae más de un 1 %. El mensaje que dejan los mercados es claro: el crecimiento sigue sorprendiendo al alza, pero el equilibrio entre tipos, inflación y beneficios empresariales será cada vez más delicado. El S&P 500 sigue mirando de reojo sus máximos, pero necesitará algo más que inercia si quiere superarlos con comodidad en la recta final del año.

Crecimiento económico y sus implicaciones

En un contexto en el que el consenso daba por bueno un crecimiento “suficiente” del 3,3 %, el último dato de PIB de Estados Unidos ha roto el guion: la economía ha avanzado un 4,3 % en el último trimestre, muy por encima de lo previsto. No es solo una cifra vistosa en términos estadísticos; es un mensaje potente sobre la resiliencia de la primera potencia mundial y, al mismo tiempo, un problema añadido para quienes esperaban un ciclo más claro de relajación monetaria.

El motor del dato sigue siendo el de siempre: consumo robusto y un mercado laboral que continúa aportando soporte a la demanda interna. Sin embargo, el matiz clave no está tanto en el “qué”, sino en el “y ahora, qué”. En un escenario de PIB acelerándose, la Reserva Federal pierde margen político y técnico para mostrarse dovish. Allí es donde encaja la lectura de Víctor Álvar González, director de estrategia de Next Finance: lejos de justificar recortes de tipos agresivos, este 4,3 % refuerza la narrativa de una Fed que debe mantenerse firme, prolongar una política restrictiva y mantener la presión sobre una inflación que todavía se mueve en la zona incómoda.

Los mercados han reaccionado con una mezcla de euforia táctica y recalibración estratégica. Las bolsas han recogido el dato con signo positivo, apoyadas en la idea de que la economía real aguanta mejor de lo que se temía. Al mismo tiempo, el dólar se ha fortalecido frente a sus principales cruces, reflejando la expectativa de que el diferencial de tipos frente a otras economías desarrolladas siga jugando a favor de Estados Unidos. Para los inversores globales, esto tiene una doble lectura: por un lado, la renta variable estadounidense sigue siendo un activo de referencia; por otro, un billete verde más fuerte encarece exportaciones, tensiona a economías endeudadas en dólares y obliga a vigilar muy de cerca la exposición al riesgo de divisa.

No conviene olvidar, además, la capa política. Bajo la etiqueta de “Triunfo de Trump”, la narrativa mediática y partidista tratará de capitalizar este dato como prueba de validación del rumbo económico y del discurso de fortaleza americana. La cuestión de fondo es más compleja: ¿estamos viendo el efecto directo de decisiones de política económica concreta o la fase alcista de un ciclo que, tarde o temprano, tenderá a moderarse? La respuesta, como casi siempre en macroeconomía, no es binaria. Lo que sí parece claro es que este PIB al 4,3 % obliga a replantear calendarios de bajadas de tipos, a revisar supuestos de crecimiento para 2026 y a recordar una lección básica: cuando la economía corre más de lo previsto, la política monetaria rara vez puede relajarse al ritmo que los mercados desearían.