Nvidia vale ya el 16% del PIB de EE.UU.: ¿genialidad o burbuja disfrazada de inteligencia artificial?
Nvidia sigue rompiendo todos los récords posibles. Su capitalización de mercado —que ya representa el 16% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos— ha encendido el debate global sobre si estamos ante una revolución tecnológica sin precedentes o una burbuja que terminará estallando. El gigante de los chips, impulsado por la fiebre de la inteligencia artificial (IA), ha superado en valor a empresas históricas y ha dejado boquiabiertos incluso a los analistas más optimistas de Wall Street.
En los foros financieros, especialmente en Reddit, las opiniones están más divididas que nunca. Algunos usuarios celebran la fortaleza de Nvidia, argumentando que sus fundamentos justifican cada dólar invertido. “¿Por qué sería una burbuja si Nvidia fabrica el hardware más valioso del planeta?”, defendía un inversor en el hilo de r/wallstreet. Otro usuario respondía con escepticismo: “El P/E de 58 es una locura. Están valorados como si sus ganancias se multiplicaran por diez, y eso no es realista”.
El astrofísico del mercado, si se puede llamar así, sería Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, quien recientemente trató de enfriar el debate asegurando que “esto no es una burbuja”. Pero las comparaciones con la era punto com no tardaron en aparecer. “Busca lo que dijo la Fed antes de 2000”, replicaba otro usuario. “Es el mismo discurso: que el crecimiento era sostenible. Ya sabemos cómo terminó aquello”.
La euforia tiene su contexto. La demanda de chips para inteligencia artificial, centros de datos y modelos de lenguaje sigue disparada, y Nvidia controla una posición casi monopólica. Sus márgenes de beneficio superan el 90%, una cifra impensable para la mayoría de las industrias tecnológicas. Sin embargo, algunos advierten que esa rentabilidad podría normalizarse rápidamente a medida que más competidores entren al mercado y las empresas clientes —como OpenAI, Anthropic o Google— comiencen a ajustar sus presupuestos tras meses de gasto intensivo en IA.
En términos macroeconómicos, el dato impresiona: una sola compañía equivale ya a casi una sexta parte de toda la economía estadounidense. El PIB de EE. UU. ronda los 28 billones de dólares, mientras que la valoración bursátil de Nvidia supera los 4,5 billones. Para ponerlo en perspectiva, eso equivale a más que todo el sector energético de Europa junto. “Es un nivel de concentración de poder económico nunca visto en la historia reciente”, advierte un analista de Morgan Stanley. “El riesgo no está en la empresa, sino en lo que pasaría si el mercado de IA se enfría”.
En las comunidades de inversores, la conversación oscila entre la fe y la paranoia. Algunos se burlan de quienes temen una burbuja. “Si tuviera un dólar por cada persona que dijo ‘esto no es 1999’, ya estaría jubilado”, ironizaba un usuario. Otros insisten en que esta vez sí hay una base sólida. “Las dot-com vendían promesas. Nvidia vende chips que literalmente hacen funcionar el futuro”, replicó otro.
El debate trasciende lo financiero: es una discusión sobre el modelo económico del siglo XXI. El gasto en inteligencia artificial es masivo, pero el retorno real aún no está claro. Muchas startups están “quemando” dinero de los inversores sin beneficios tangibles, y gran parte de ese capital termina en las arcas de Nvidia. “Nvidia invierte en sus propios clientes, que a su vez le compran más chips”, señalaba un comentario crítico. “Es un círculo cerrado que solo funciona mientras haya dinero fresco entrando”.
Aun así, las cifras no mienten: Nvidia genera miles de millones en beneficios netos y lidera el sector más codiciado del planeta. Los gobiernos compiten por atraer sus inversiones, los fondos soberanos la incluyen como valor prioritario y los inversores minoristas la veneran casi como un símbolo de fe en el futuro tecnológico.
Pero el mercado es volátil, y la historia enseña que ningún crecimiento es infinito. A medida que el entusiasmo por la IA se estabilice, la empresa podría enfrentarse a márgenes más ajustados y expectativas más racionales. O tal vez no: quizás Nvidia siga demostrando que su papel en la infraestructura de la inteligencia artificial la convierte en algo más que una simple acción tecnológica, sino en la nueva columna vertebral del capitalismo digital.
Por ahora, los mercados siguen apostando fuerte. Y mientras la Fed mide sus palabras y los foros hierven de debate, Nvidia continúa subiendo sin mirar atrás. En un mundo obsesionado con la inteligencia artificial, su capitalización de mercado no solo mide el valor de una empresa: mide hasta qué punto los inversores están dispuestos a creer en el futuro.