La paradoja del superávit récord de China: ¿bomba de relojería para la economía global?
China ha alcanzado un superávit comercial récord superior al billón de dólares, pero detrás de esta cifra hay una profunda crisis en el consumo interno, una deflación persistente y una crisis inmobiliaria que podrían llevar al país a un estancamiento prolongado similar al de Japón. Analizamos las causas y los riesgos de este fenómeno económico.
China acaba de anunciar un superávit comercial que supera el billón de dólares por primera vez en la historia. A simple vista, puede parecer una señal de fortaleza económica descomunal, algo para presumir con orgullo. Pero, si escarbamos un poco más profundo, este récord encierra una realidad muy distinta, acaso más inquietante. Porque, ¿qué significa que la balanza comercial salga tan disparada hacia el lado de las exportaciones? En las siguientes líneas, desmenuzaremos las causas subyacentes, sus riesgos implicados, y por qué este fenómeno podría poner a China en un atolladero similar al de Japón, atrapada en décadas de bajo crecimiento y estancamiento.
Un superávit impulsado por la caída del consumo interno
El escenario chino actual no es el de un mercado doméstico próspero. De hecho, las importaciones han caído con fuerza, esencialmente porque la demanda interna está alicaída. Los chinos gastan menos, y ese gesto sencillo impacta directo a la economía que, a su vez, se refleja en la enorme brecha comercial. Más aún, la crisis inmobiliaria no es algo menor: las ventas de viviendas se han reducido a la mitad desde 2021, y eso afecta cadenas productivas enteras, desde la construcción hasta el mobiliario, poniendo freno a la economía de tal forma que pocos se atreven a comparar con lo que vimos en otros momentos de auge frenado abruptamente.
La deflación industrial y la exportación del problema
Se dice fácil, pero la realidad detrás de los precios industriales es muy dura. Llevan cayendo por casi cuatro años consecutivos y, en un intento por compensar la debilidad interna, China termina exportando esta «deflación» al resto del mundo. Es decir, sus productos son cada vez más baratos. Sí, suena a ventaja competitiva, pero ojo, también implica que el propio país cambia su dinámica económica y podría estar perdiendo poder frente a rivales que sí tienen mercados internos más robustos.
Los 5 puntos clave que explican la trampa del billón
¿Qué elementos configuran esta situación tan compleja? Aquí un resumen: primero, la caída sostenida del consumo interno; segundo, la crisis inmobiliaria brutal que pesa sobre la inversión; tercero, la deflación que contamina la cadena productiva; cuarto, la balanza comercial exageradamente positiva pero en un contexto no saludable; y quinto, el riesgo latente de estancamiento prolongado que recuerda lo ocurrido en Japón décadas atrás.
Riesgos de un estancamiento prolongado al estilo japonés
Parece difícil evitar la comparación con Japón, que entró en una espiral de bajo crecimiento tras la explosión de su burbuja inmobiliaria y financiera hace ya más de tres décadas. China, con su actual combinación de crisis inmobiliaria, consumo deprimido y exportación de deflación, podría seguir ese camino. La pregunta del millón: ¿logrará recuperarse antes de quedar atrapada en esa historia? Los analistas están divididos, pero la cautela es obligatoria porque las señales que llegan no son precisamente optimistas.
¿Qué podría cambiar este escenario?
Por supuesto, nada está escrito en piedra. El Gobierno chino tiene herramientas a mano —desde estímulos fiscales hasta reformas estructurales— para intentar reactivar el consumo y equilibrar la economía. Pero el tamaño del problema y las tensiones internas hacen que no sea una labor sencilla ni rápida. ¿Estamos ante un punto de inflexión definitivo o una pausa prolongada antes de un ajuste mayor? Solo el tiempo y las decisiones políticas lo dirán.