Wall Street cede: Dow Jones -0,12%, S&P y Nasdaq casi planos

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Los índices cierran casi planos en una sesión de bajo volumen mientras Meta sube por su apuesta en IA, el oro vuelve a brillar y la Fed confirma un 2026 lleno de incógnitas

La penúltima sesión del año dejó una imagen engañosa en Wall Street: índices casi inmóviles y un mercado aparentemente tranquilo, en contraste con un 2025 que se encamina a cerrar con ganancias de doble dígito para las bolsas estadounidenses y europeas. Tras meses de euforia en torno a la inteligencia artificial y de dudas sobre la Reserva Federal, el S&P 500 y el Nasdaq firmaron una jornada de compras y ventas tímidas, con movimientos inferiores al 0,2%, en una sesión marcada por el bajo volumen festivo.

Detrás de esa aparente calma se esconde, sin embargo, un reajuste profundo: rotación sectorial, inversores recogiendo beneficios en tecnología, metales preciosos rebotando tras un susto y el petróleo apoyado por la geopolítica. Meta volvió a situarse entre los ganadores del día gracias a su compra de la ‘startup’ de IA Manus, mientras Citigroup asumía un golpe contable de 1.200 millones de dólares por la venta de su filial rusa.

Al otro lado del Atlántico, el STOXX 600 europeo marcó nuevos máximos históricos, el dólar encadena su peor año desde 2017 y el oro se prepara para cerrar su mejor ejercicio desde finales de los años 70. La sensación en los parqués es clara: el mercado no se hunde, pero se está recolocando para un 2026 en el que la Fed, la IA y la geopolítica serán los auténticos directores de orquesta.

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Wall Street, en pausa técnica tras un año “de bandera”

En la sesión, el Dow Jones cedió en torno a un 0,1%-0,2% (unos 50-60 puntos, hasta la zona de los 48.400 puntos), el S&P 500 osciló prácticamente plano, en el entorno de los 6.905 puntos, y el Nasdaq Composite retrocedió apenas unas décimas. Movimientos mínimos que contrastan con el balance anual: el S&P 500 suma alrededor de un 17% en 2025, encadenando ocho meses consecutivos de subidas, la mejor racha desde 2017.

La explicación está en el calendario y en la psicología. Con la mayor parte de los grandes fondos cerrando ya sus posiciones del año, el volumen se reduce y cualquier orden tiene menos impacto real de lo que sugiere el titular. Muchos gestores hablan de un “mini rally de Santa Claus” más discreto de lo habitual, que combina cierta toma de beneficios con ajustes de cartera de última hora para maquillar resultados.

Como resume un estratega, “es más una pausa para respirar que el inicio de una corrección seria”. El diagnóstico, por ahora, es que no hay señales claras de recesión, las empresas han aguantado el ciclo de tipos altos mejor de lo esperado y la renta variable sigue siendo el activo preferido frente a unos bonos que solo han empezado a estabilizarse en la recta final del año.

Meta se desmarca con Manus mientras la tecnología rota

En un índice adormecido, Meta Platforms volvió a destacar: sus acciones subieron alrededor de un 1,1%-1,2%, apoyadas en el anuncio de la compra de Manus, una ‘startup’ de inteligencia artificial fundada por emprendedores chinos que desarrolla agentes generales autónomos. La operación se interpreta como un nuevo paso para integrar IA avanzada en Facebook, Instagram y el resto del ecosistema Meta, y refuerza la idea de que el grupo de Mark Zuckerberg no piensa quedarse atrás en la carrera de modelos generativos.

El contraste lo puso el resto del sector tecnológico: el índice de ‘tech’ del S&P 500 se movió prácticamente en plano, con Apple cayendo en torno al 0,2%, Nvidia sin grandes cambios y Microsoft avanzando solo unas décimas. Estos gigantes venían de romper una racha de seis sesiones consecutivas de subidas, su mejor serie desde septiembre, que había llevado al S&P 500 a máximos históricos la semana pasada.

Para firmas como Nationwide, lo que se ve ahora no es una huida de la tecnología, sino un “reajuste saludable”: las valoraciones del sector se han disparado y muchos inversores empiezan a apostar porque, en 2026, “las tasas de crecimiento entre tecnología y el resto de sectores converjan”. El resultado es una rotación parcial hacia sectores más baratos, sin que por ahora se cuestione el liderazgo de la IA en la narrativa de mercado.

Bancos a la baja: el golpe ruso de Citi y el lastre del Dow

En el lado perdedor de la sesión se situaron varios grupos financieros. Goldman Sachs y American Express contribuyeron a arrastrar al Dow Jones, mientras Citigroup retrocedía alrededor de un 1% tras anunciar la venta de su filial rusa, AO Citibank, al banco de inversión Renaissance Capital.

La operación supondrá para Citi una pérdida antes de impuestos de unos 1.200 millones de dólares, principalmente ligada a ajustes de conversión de divisa. Sin embargo, los analistas de casas como Piper Sandler piden poner la cifra en contexto: se trata de un “elemento no recurrente” y, sobre todo, de un paso adelante para cerrar un “legado incómodo” heredado de la etapa previa a la invasión de Ucrania.

En otras palabras: el mercado asume el golpe de corto plazo, pero valora positivamente que Citi avance en su plan de simplificación y reducción de riesgos geopolíticos. Aun así, el episodio recuerda que los grandes bancos internacionales siguen arrastrando los costes de un ciclo de sanciones, salidas ordenadas de Rusia y volatilidad regulatoria en varios frentes.

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Fed dividida, bonos estables y un dólar que firma su peor año en ocho

La otra gran referencia del día fueron las actas de la última reunión de la Reserva Federal. El documento confirma que la decisión de recortar tipos en diciembre llegó tras un debate intenso y muy dividido, con miembros preocupados por dos riesgos opuestos: por un lado, una inflación que “sigue algo por encima del objetivo”; por otro, un mercado laboral que podría debilitarse más de lo deseable en 2026 si la política monetaria se mantiene demasiado restrictiva.

El consenso del mercado apunta ahora a que la Fed mantendrá los tipos en la reunión de enero (27-28) y esperará más datos antes de acelerar el ciclo de recortes. Los bonos recogieron las actas con calma: el rendimiento del Treasury a 10 años se movió prácticamente plano, alrededor del 4,12%, mientras que el 2 años —más sensible a las expectativas de tipos— retrocedió unas décimas hasta la zona del 3,45%.

En divisas, el índice dólar (DXY) se mantuvo en torno a 98 puntos, todavía encaminado a cerrar su mayor caída anual en ocho años, mientras el euro se movía cerca de 1,17 dólares y el yen rondaba los 156 por dólar. La lectura es clara: el mercado descuenta ya un ciclo de recortes más agresivo en EE. UU. que en otras grandes economías, lo que ha ido erosionando el atractivo relativo del billete verde.

Europa, oro y plata toman el relevo en el final de año

Mientras Wall Street levantaba el pie, Europa firmaba otro máximo histórico. El índice paneuropeo STOXX 600 subió alrededor de un 0,6%, impulsado por bancos y compañías ligadas a materias primas, y el FTSEurofirst 300 avanzó en torno al 0,59%. También las bolsas de emergentes y Asia-Pacífico registraron ligeros avances, con la única excepción del Nikkei japonés, que cedió un 0,37% tras un tramo de fuertes subidas.

Los grandes protagonistas del día, sin embargo, fueron los metales preciosos. Tras un desplome previo atribuido a recogida de beneficios, el oro al contado rebotó cerca de un 0,8%, hasta la zona de los 4.365 dólares por onza, y la plata se disparó un 7,6%, hasta unos 77,7 dólares, en lo que sigue siendo su mejor año en décadas. El oro está a punto de firmar la mayor subida anual desde 1979, impulsado por la combinación de tipos reales en retroceso, incertidumbre geopolítica y demanda de bancos centrales.

El mensaje de fondo es que el mercado no ha abandonado el riesgo, pero sigue buscando coberturas: renta variable al alza, sí, pero con una dosis creciente de activos refugio para amortiguar los sustos que puedan llegar en 2026.

Petróleo sostenido por la guerra y cripto al alza

En el mercado energético, el petróleo se mantuvo estable, con el West Texas (WTI) alrededor de los 57,9 dólares por barril y el Brent cerca de 61,9 dólares. La ausencia de grandes movimientos no debe engañar: el soporte procede de una mezcla de factores geopolíticos y de oferta, entre ellos la subida de tono de Rusia tras acusar a Ucrania de atacar una residencia presidencial y las tensiones crecientes en Oriente Medio, especialmente en torno a Yemen y las rutas marítimas.

En el universo cripto, la sesión dejó un tono algo más positivo: bitcoin avanzó en torno a un 1,1%, hasta los 88.200 dólares, y Ethereum sumó cerca de un 1%, hasta los 2.967 dólares, en un rebote que llega después de una corrección generalizada impulsada por las salidas de los ETF al contado a lo largo de diciembre.

La fotografía de conjunto es la de un final de año menos eufórico que los titulares, pero con un trasfondo aún claramente alcista: beneficios empresariales sólidos, ausencia de señales inmediatas de recesión y un mercado que, lejos de abandonar la renta variable, ajusta fichas para el próximo acto del ciclo.