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BlackRock apuesta por Reino Unido: 678 millones de dólares para modernizar centros de datos en plena carrera global por la IA

BlackRock apuesta por Reino Unido: 678 millones de dólares para modernizar centros de datos en plena carrera global por la IA
BlackRock apuesta con 678 millones de dólares a modernizar los centros de datos en el Reino Unido, liderando la carrera por la IA global.

BlackRock ha decidido mover ficha en el tablero de la economía digital. El mayor gestor de activos del mundo invertirá 678 millones de dólares en centros de datos en Reino Unido a través de una alianza con Digital Gravity Partners, según avanzó Sky News. Más allá de la cifra, el proyecto ilustra cómo la infraestructura tecnológica se ha convertido en el nuevo petróleo del siglo XXI: sin ella, la inteligencia artificial, el big data o la nube simplemente no funcionan.

La iniciativa se centrará en adquirir y modernizar centros de datos ya existentes, un paso pragmático para aumentar su capacidad en un mercado en el que la demanda de almacenamiento y procesamiento crece a un ritmo exponencial. No se trata solo de más servidores, sino de garantizar eficiencia energética, seguridad y sostenibilidad en instalaciones críticas para la economía digital.

El anuncio oficial llegará la próxima semana, en un escenario con fuerte carga simbólica: la visita de Estado del presidente estadounidense Donald Trump a Londres. Allí, el presidente y consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, se presentará acompañado por dos nombres que encarnan la vanguardia tecnológica: Jensen Huang, líder de Nvidia, y Sam Altman, CEO de OpenAI. La foto conjunta no será casual: capital, chips y algoritmos, los tres pilares de la revolución digital, alineados en un mismo proyecto.

Más que ladrillo: geopolítica y datos

Aunque a primera vista pueda parecer una inversión inmobiliaria de alto nivel, lo que está en juego va mucho más allá. Los centros de datos se han convertido en activos estratégicos, comparables a puertos o aeropuertos en su importancia para la soberanía tecnológica de los países. Reino Unido busca consolidarse como hub digital europeo en un momento delicado, tras el Brexit y con la necesidad de atraer capital extranjero que refuerce su competitividad.

Para Estados Unidos, el movimiento encaja en la narrativa de reforzar lazos económicos con su aliado histórico y proyectar influencia frente a la creciente presencia de China en el sector tecnológico. Y para BlackRock, supone apostar por un terreno que ofrece rentabilidad, sí, pero también relevancia en la configuración del futuro digital.

El papel de la inteligencia artificial

El contexto explica por qué Nvidia y OpenAI estarán en la presentación. El boom de la inteligencia artificial generativa ha disparado la demanda de capacidad de cómputo. Entrenar modelos de última generación requiere una infraestructura colosal de servidores, refrigeración y energía. Sin nuevos centros de datos, las promesas de la IA quedarían atrapadas en el papel.

En este sentido, la inversión de BlackRock es una pieza más en un puzzle global en el que cada país compite por ser el destino preferente de este tipo de infraestructuras. Irlanda, Países Bajos y Alemania ya han avanzado en esa dirección, pero Reino Unido quiere dejar claro que no piensa quedarse atrás.

Una señal al mercado

Con más de 10 billones de dólares bajo gestión, BlackRock no da pasos improvisados. El desembarco en los centros de datos británicos envía un mensaje a los mercados: la infraestructura digital es un activo estratégico de futuro. En paralelo, refuerza la idea de que los gestores de capital ya no solo financian proyectos, sino que participan activamente en moldear la arquitectura económica del siglo XXI.

La cifra de 678 millones puede parecer un número más en las finanzas globales, pero el trasfondo es claro: el control de los datos, y la capacidad de procesarlos, será uno de los factores que definan qué países y empresas lideran la próxima década.

Reino Unido se juega mucho en este movimiento. Y BlackRock, con su músculo financiero, se asegura un asiento en primera fila en una de las batallas más relevantes de nuestro tiempo: la carrera por la infraestructura que sostiene la inteligencia artificial.